53.

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La euro-asiática y el alemán, se encontraban en el hospital, siendo checados ante la turbulenta discusión de hace un par de horas.

China los había dejado ahí, el iría a su casa a hacer un par de cosas del trabajo, después regresaría a ver que pesaba.

Al heredero de un nazi le sacaban con poco de sangre un par de analices más, mientras eso pasaba, observaba a lo lejos, detrás de aquel cristal grande, a la menor, que tan sólo abrazaba uno de los peluches que tomo de casa.

Se veía triste, decaída, sin alguna pizca de esa hiperactividad y positividad muy común de ella, se mantenía quieta, mirando hacia sus botas azules claro.

Suspiro, al mismo tiempo, terminaban de sacar dicha sangre para dejarlo salir, sin antes ponerte un algodón en donde hicieron el piquete con la aguja. Salió de aquella sala, para ir a sentarse a lado de la rizada dorada.

— Bielo — llamo la atención de la nombrada —, ¿porque no me dijiste de tu embarazo? — hablo, haciendo suspirar profundamente a su acompañante.

— No sabía como decirlo — respondió —, tenía miedo a como ibas a reaccionar — añadió con sinceridad.

— Pequeña, sabes muy bien que jamás reaccionó tan bruscamente, iba a sorprenderme, en especial en algo como esto, me duele mucho que no hayas confiado en mí, Bielo —

— Tenías demasiados problemas como para meterme en los míos, preocuparte no era mi intención y mucho menos en el estado que estás, Ale — recalcó —, pero veo que ni para eso sirvo, sólo causó más líos con mi simple existencia —

— No digas eso — dijo con seriedad y una voz tosca —, tenemos que entenderte, los jóvenes hacen miles de locuras, todos llegamos a tener ese modo de pensar, pero ¿porque no utilizaron algún tipo de protección? —

Bielo frunció sus labios hacia adentro al escuchar aquello.

— No sé muy bien que es eso — confesó —, Rusia jamás me habló ni me ha hablado sobre la sexualidad, siempre me día “¡eres muy pequeña como para sabe eso!”, las únicas cosas que sé es por el colegio o algunos compañeros, pero eso no me ayudaba, seguía con la misma duda, no sabía que era el sexo, hasta que lo practique con China, él jamás me lastimo en eso, jamás me hizo daño, fue y es muy lindo conmigo, me respeta en esos momentos, por eso me deje llevar —

— Ay, pequeña — acaricio los cabellos largos de su cuñada, quien nuevamente dirigió su mirada al suelo —, ya no importa, ahora es ahora — pausó — ¿quieres abortar al bebé? —

— ¡No! — apenas escucha esa pregunta, se sobresalto de su asiento, mirando con el ceño fruncido al tricolor —, ¡no, no quiero hacerle eso a mi hijo, no quiero matarlo, yo lo quiero tener! — abrazo sutilmente su vientre, de igual manera su peluche.

— Pero dejarías de hacer muchas cosas; como ir al colegio — exclamó Alemania.

— Te equivocas — añadió —; investigue un poco y puedo seguir estudiando sin importar que sea madre joven, puedo terminar mi preparatoria, mi universidad y tener una carrera este embarazada o no, así que, no pueden ocupar eso como pretexto para obligarme a tirar a mi bebito o bebita, yo la quiero a mi lado — respondió, sin dejar de apapachar esa zona de su cuerpo.

El de anteojos rasco su cabeza para seguidamente acercarse a la fémina y darle un fuerte abrazo.

— Nadie te está obligando, nena, es que es muy impactante esto, estás muy pequeña aún, apenas tienes diecisiete — acaricio la cabeza de ésta, calmandola un poco ante este toque —, pero si quieres tenerlo, está bien, nadie puedo hacerte cambiar de opinión, ni nadie lo hará, pero tienes que tener conciencia en que el hecho de ser madre no es cosa de juego, no es como cuidar una muñeca que puedes un día tomarla y otro día dejarla en una esquina, claro que no, es un asunto serio — tomo aire, para continuar — ¿crees que China se haga cargo? —

📌 En busca de MI PAZ. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora