37.

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Los tres tricolores compraban en aquel gigantesco centro comercial, la menor tan sólo miraba fascinada todas las prendas de cada día que pasaban por sus ojos aceitunados, notandose unos brillos al ver alguna prenda que llamará su atención, que era la mayoría. 

El cumpleaños de la menor era en dentro de tres días, habían decidido comprarle algo por adelantado, no mucho pero algo. 

— ¡Wow!, ¡miren ese vestido!. ¿¡Puedo ir a verlo!?, ¿¡puedo, puedo, puedooo!?. — daba ligeros saltitos de emoción, mirando al par de enamorados, que soltaron una suave risa ante la actitud de la de rubio cenizo. 

— Claro, pero no tan lejos. — recalcó lo última con un tono de voz más fuerte, saliendo corriendo la menor a observar aquella prenda dentro de la tienda, entrando de igual manera los dos adultos, que fueron a ver otras prendas. 

La bielorrusa tan observaba maravillada cada artículo en esa tienda. Se detuvo cerca de un mueble de vidrio templado, mostrándose un par de joyas, posó su dedo en el vidrio con ambición pura. 

Estaba tan enfocada en admirar y admirar, que no notó que un ambiente oscuro y pesado se posaba sobre su espalda con lentitud, alzó lentamente su mirada, notando el reflejo de alguien más, volteando rápidamente su cuerpo para observar la persona, dando un quejido rápido casi ahogado. 

— ¡Uy!, i'm sorry lady, no quería asustarla. Sólo que también quería mirar esas joyas. — dijo el tipo, notando como la menor posaba su mano en su pecho, tomando a grandes bocados el aire que se le había salido. 

— No se preocupe, señor.. — sonrió con nervios pero de una manera amigable, quedando unos segundos en silencio para después mirar al sujeto y escanearlo de pies a cabeza. — Esperé, ¿usted no es el señor del parque, el que me enseñó ese truco con el balón?. — dijo con curiosidad, escuchándose la risilla entre dientes de aquel sujeto con lentes. 

— Exactly, beautiful little lady. ¿Te sirvió el truco que te enseñe, Bielorrusia?. — la menor asistió con la cabeza varias veces ante dicha pregunta, con una sonrisa. 

— ¡Claro!, me sirvio demasiado.. ehm.. — quedó callada al no saber como llamar al extraño, que soltó un suspiro liviano. 

— Soy Usa. Pero me puedes decir Ame. — La menor sonrió con alegría al saber el nombre de esa persona que tanto le había agradado. — Humm.. por cierto, ¿sabes dónde esta la pieza de ropa de hombre?, me perdí. — 

— ¡Uh, gustosa lo llevare!. — comenzó a caminar de mamera veloz hacia tal área de aquella tienda, siendo perseguida por el adulto. 

Como era de esperarse, ese lugar estaba un poco alejado de dónde debería de estar y eso no era bueno. 

Caminaba tranquilamente, cuando por fin llegó, volteó para dirigir nuevamente la palabra con ese hombre de lentes negros, pero como apareció, desapareció como si fuese un fantasma. Buscaba con la mirada, dando unos pequeños y algo audibles "¿Señor?", sin recibir respuesta entre toda la gente que vagaba por ahí, cuando volteó nuevamente, sólo se encontró a su hermano mayor con una furia notable. 

— Bielo, ¿porque estás aquí?. — pregunto con una tranquilidad notablemente forzada, queriendo explotar de una vez. La de rulos trago saliva en seco, sabiendo que estaba frita en ese momento. .

— U- Un señor quería que lo ayudará y-. — No puedo terminar al ser jalada del brazo por el mayor, haciéndose cada vez más grande sus nervios en esos momentos. 

— ¿¡Que te he dicho de alejarte mucho, Bielo!?, ¡no es un juego quedarse solo por ahí, nunca obedeces, eres una niña muy rebelde, una inmadura!. — 

— Me lastimas.. — dijo entre todo el griterio que estaba dando su hermano, siendo ignorada obviamente. 

— ¡Dime!, ¿¡acaso quieres que alguien te lleve!?, ¿¡acaso quieres que te suceda algo malo!?. — 

— ¡N- No, claro que no, no quería alejarme, solamente quería ayudar a un señor, es todo!. — contesto con unas notables lágrimas en sus ojos al sentir como su brazo era cada vez más apretado por la mano de su hermano. — ¡Yo no quiero causar molestias!. — 

— ¿¡Adivina qué!?, ¡siempre las causas, siempre me causas problemas!. — 

Oh.

La menor tan sólo bajó la mirada hacia los zapatos de porcelana que traía puestos, dejando de quejarse del dolor físico que sentía en su brazo, ahora estaba llorando por lo que le había dicho su hermano. 

— ¿Que sucede aquí?. — pregunto el alemán, que apenas llegaba con un par de bolsas en las manos. Las dejo a un lado para hacer que Rusia dejará el brazo de la menor, mirar aquella área del cuerpo, rojizo se encontraba ya, dirigió de mala gana su vista a su novio. — Rusia, hablamos de esto. — 

Durante el trayecto a casa no se dijeron nada, hasta que llegaron a casa. Se pudieron oír la pequeña discusión que los dos adultos estaban teniendo por el suceso de antes. 

Bielorrusia quería parar esa discusión, pero simplemente se encerró en su habitación. No quería causar más molestias, como había dicho su hermano.

📌 En busca de MI PAZ. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora