14.

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Rusia camina apresurado hacia el lugar donde lo había citado el alemán.

El tenía pensando llamarle primero para citarlo, pero el alemán le ganó llamándolo en la madrugada.

No podía olvidar su tono de voz quebrándose ante cada palabra que fluía, se le partía el alma, pero no esperaba que fuera lindo después de lo que pasó, su actitud seria hacia presencia nuevamente, aunque por dentro, quisiera decirle todas cosas lindas que existan y que aún no existen.

Llegó a una cafetería, muy linda por cierto, buscaba con la mirada de manera rápida a Alemania, que no tardó mucho en encontrarlo.

Éste se encontraba sentando en una de las mesas de afuera, leyendo un libro que tenía en una de sus manos, mientras movía con la otra, una pequeña cuchara dentro de una taza con café.

Se acercó lentamente hasta quedar frente al contrario, que alzó lentamente la mirada al notar una sombra que lo cubría.

— Hola, Alemania. — trato de sonar lo más serio posible, pero todo aquello se fue al verlo sonreír.

Dios, su sonrisa igual a la de su padre; con esos dientes, parecidos al de un tiburón pero muy tierna de observar. Más cuando esos hoyuelos hacían su presencia.

Al observarla, no pudo evitar formar una ligera sonrisa en su rostro.

Olvidando todo lo malo que había pasado: solo enfocándose en admirar y amar esa hermosa sonrisa.

— Hola, Rusi. —

(...)

— Rusia, ya te lo he explicando muchas veces y de todas las maneras posible. Debes entenderlo.. — pide, tomando la mano del ruso.

— Ya lo sé. Te vas a casar con un tipo que ni siquiera amas, porque me amas a mí, pero no lo quieres dejar porque no quieres lastimarlo. Fácil de entender, ¿no?. —

El de lentes botó un suspiro pesado y largo, cerrando sus ojos.

Rusia quedó unos segundos de silencio, hasta que le llegó una idea a su mente.

Tomó con fuerza la mano de éste, sin llegar a lastimarlo, haciendo que el alemán abriese sus ojos, mirándolo a los ojos.

— Ale, yo no quiero que nuestro amor se vaya a la mierda por un idiota que ni siquiera piensas en él. Así que, te propongo un trato: volvamos a ser aquellos niños, aquellos niños que se daban amor sin saber que era eso. Darme la oportunidad de enamorarte más y cambiar las cosas que, talvez, ya están escritas y arrancar esa hoja, si lo logró, serás mío. Pero en caso de que no, dejaré que te cases y.. solo seremos amigos. ¿Aceptas?.

Las mejillas de Alemania, ardieron ligeramente al escuchar todo aquello, no sabía que decir, sus labios se quedaron pegados. Esto es tan difícil.

Sería como engañar y mentirle a su prometido.

Pero también sería una puerta a una felicidad con un hombre que si ama.

Pasaron varios segundos, que para el ruso, eran como horas. Alemania trago saliva, abriendo lentamente su boca para dar su respuesta.

Pero mejor quedó callado, para dejarle más claro su respuesta de una mejor manera.

Se levantó lentamente de su silla, para poder estar más cerca de el de ushanka, posando lentamente su mano en la mejilla de éste, acariciando suavemente. Quitándose sus lentes, de los cuales dejo en un lado de la mesa, para después acercar su boca a la de el contrario; formando un dulce y suave beso.

El ruso no dudó en ningún segundo corresponder, tomando de manera suave el rostro de el alemán, posando sus dos manos en las mejillas rojizas de su amado.

Sus labios tan suaves y carnosos, algo mágico de sentir para él, sentirlos eran como estar en el paraíso sin haber llegado. Lo más hermoso del mundo para él.

Al principio, el beso fue suave, pero después se volvió profundo, comenzando una batalla entre las dos lenguas de estos.

Alemania, al pasar al tiempo, le comenzó a faltar el aire, intentando separarse, pero Rusia no lo dejaba al tener sus manos manos sujetando su rostro, ahora, con fuerza. Así paso forcejeando, hasta que ya no pudo más, teniendo que morderle el labio inferior para así que el ruso se separa y tomar aire.

Sus respiración se escuchaba algo jadeante, mirándose entre sí, mostrando de manera discreta sus lenguas, de las cuales, eran unidas por un hilo fino de saliva, que se rompió al comenzar a fluir palabras el alemán.

— ¿Eso cuento cómo tú respuesta?. —

El ushanka asistió rápidamente con la cabeza. Teniendo en su rostro una expresión de embobado, que al alemán le dió gracias y ternura. Pero borró esa expresión, al escuchar la pequeña risilla de el alemán, poniendo una expresión de seriedad, o bueno, tratando.

El alemán observó su reloj de mano, dándose cuenta de lo tarde que era para llegar a su trabajo, poniéndose sus lentes, mientras tomaba sus cosas.

— Adiós, Rusi. Nos vemos al rato que salga de mi trabajo, adiós. — susurró cerca de el inexistente oído de el ruso, de él cual se ruborizó, al sentir los labios de su amado besar su mejilla, escuchando los pasos de éste alejándose, hasta ya no oírlo ni verlo.

Dios, estaba sorprendido ante los actos de su amado. ¿Ese es su Alemania, su pedazo de angel?.

Vaya, si que ha crecido.

(...)

📌 En busca de MI PAZ. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora