57.

1.6K 249 159
                                    

— Diablos, no encuentro mi medicamento — maldijo el polaco quien buscaba en los cajones de su cuarto, mientras miraba a todos lados.

Salió para poder buscarlos en los demás cuartos, pero no encuentro nada que no sea suyo. Suspiro rendido, tosiendo suavemente, notandose un par de gotas carmesí, dando otro suspiro.

Se quitó aquel suéter, dejando a la vista sus moretones negros en su piel blanquesca de sus brazos, dios, parecía un verdadero esqueleto, si lo obsevaban en las calles, pensarían que es un muerto viviente.

Pero en fin, sólo hizo su cabello hacia atrás aún buscándolo, realmente las necesitaba, los mareos y los dolores incrementaban más, lo resistía para no quejarse pero era insoportable.

Puso escuchar la puerta azotar, a lo cual sonrió aliviado, bajo de las escaleras con cuidado.

— Por fin llegas Rusia, ¿sabes? no puedo encontrar mis medicinas, ¿podrías decirme dónde las dejaste?... — no continuo en acabar sus palabras al notar que no había nadie, en absoluto, estaba solo.

O eso él quería creer, puesto a que sentía una presencia en el hogar, pudo visualizar a alguien pasar por los cuartos, a lo cual río suave y se acercó.

— ¡Ya te atrapé! — gritoneo con burla, pero ese sentimiento se fue, al apreciar que no había nadie — ¿Rusia? —

Entro lentamente en el camino de entre estos, escuchandose más pasos que no eran suyos, causándole un escalofrío recorrer toda su espalda, volteando pero nuevamente, nada.

— Rusia esto no es gracioso, ¿acaso no recuerda la otra vez?, no estoy para estos juegos, sal de una vez — ahora se notaba molesto, si esto era una broma, le quebraria la lámpara en la cabeza, sentía mucho temor pero no quería demostrarlo, miro sus pies y pudo notar los botes de sus medicamentos, se agachó para poder levantarlos, su tranquilidad se había ido por completo al sentir alguien detrás suyo.

No pudo reaccionar, no pudo ni siquiera tomar un bocado de aire cuando sintió ser sujetado con fuerza, una mano larga tapo su boca y otro lo junto a él.

— Hello, my old friend — un susurro voluptuoso le alertó de inmediato, los ojos del bicolor se abrieron como dos platos redondos, esa voz tosca y gruesa la conocía, era inolvidable, desviando con temor su mirada hacia donde provenía aquellas sutiles palabras, topandose con su peor pesadilla — .¿you remind me, my little bitch? —

(...)

— Ale, tienes que escucharme — suplicaba el ruso mientras perseguía al tricolor alemán, quién paro su caminata rápida para poder observarlo.

— ¡Ya te escuché y es lo mismo, Rusia! — reclamo.

— Entiendo que ya no me creas, lo entiendo, yo tengo la culpa de esto, pero está vez soy sincero, yo los amo — dijo con melancolía.

— Tú no amas a nadie, si nos amarás, nos protegerías a toda costa, pero intentaste matarme, intentaste matar a Bielo, a nuestros hijos, incluso a ti mismo, já, no te amas ni a ti — confesó con una sonrisa sarcástica y forzada.

— Estoy en busca de mi paz —

— ¿Eso que significa? — desvío su mirada para poder pegar sus ojos otoñales a los celestes de su contrario.

— Que te necesito a tí para encontrarla... —

— Rusia, no me puedes decir eso, siempre he estado para ti, pero me haz mal aprovechado — bajó sus ojos hacia el suelo ante eso.

— Exacto, pero ahora pienso tenerte siempre, no sólo como una pareja, como mi apoyo, porque ambos nos necesitamos para vencer nuestros miedos, ambos tenemos que estar juntos para poder ser felices y lo sabemos, pasamos más de doce años alejados, no quiero que los años que me queden de vida las pase solo, sin ti, sin mi hijo —

— Rusia, ya basta — pidió mientras soltaba una risilla ante los nervios que sentía en esos momentos.

— ¡Necesito saber tu respuesta! — gritoneo con fuerza.

Todo quedó en un largo silencio ante aquello, escuchandose un par de jadeos mientras se miraban mutuamente o eso trataban, era muy incómodo el ambiente.

— ¡Ale! — la menor hizo su presencia, corría por los pasillos hasta que los encontró, tenía su teléfono en manos, venía junto su pareja, quedó parada enfrente de estos dos, observando unos instantes a Rusia, pero negó con su cabeza rápidamente —, me marcó Pol —

— ¿Qué pasa con Poli? — preguntó su hermano.

— Está muy mal, no puede respirar, no encuentra sus medicamentos — contestaba alterada y balbuceando ante lo ansiosa que se encontraba.

— ¡Mierda! — dijo en voz alta comenzando a caminar para salir de ahí, siendo perseguido por los otros tres.

— ¿Porque no lo haz llevado a un hospital, Rusia? —

— Él no ha querido, nunca ha querido ir a ningún hospital, siempre le he comprado sus medicamentos en farmacias —

— Tengo que ir a verlo — susurro suavemente el alemán.

— ¡No puedes, estar internado en el hospital! — vociferó la ojiverde con preocupación.

— Al diablo con esto, es mi mejor amigo, no pienso dejarlo solo y fue mi última palabra — se quitó con cuidado su jeringa para ir en caminata con el de ushanka.

— Tranquila Bieli, nos vamos en mi auto — tomó de la mano a su pequeña y salieron del sitio.

Pobre Pol, espero que todos estén bien, todos.

📌 En busca de MI PAZ. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora