51.

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Después de aquella noche, todo había vuelto a la normalidad, a esa rutina de siempre.

El polaco había preparado nuevamente desayuno para los dueños del hogar, quienes bajaron solamente los tricolores.

— Buenos días, Poli — dijo el alemán bostezando, causando una mueca en su pareja.

— ¡Uh, buenos días, Germy, buenos días, Rusia! — respondía con ese positivismo de siempre.

— Buenos días — respondió seco, sentándose en una silla junto a su novio — ¿y dónde está Bielo?, ¿llegó anoche? —

— Si, la escuché en su cuarto a la hora de tú dijiste, talvez sigue dormida, en un momento la despierto — contesto el alemán, mientras le daba un beso en su mejilla para comenzar a comer.

Rusia solamente se limitó a hacer esa mueca y comenzar a comer de igual manera.

La bielorrusa ya había despertado desde hace un buen rato, pero no tenía hambre, solamente veía el celular con una expresión de preocupación, mordiendo su labio inferior.

No había pasado unos minutos en los que chateó con una compañera de su instituto. Bielorrusia le había platicado que se estaba sintiendo mal como hace un par de días atrás, describiendo cada síntoma a su amiga, a lo que ella le dijo que pudiera ser un embarazo.

Claramente esta situación le puso los pelos de punta. Lo tomo tan enserio, que temprano y a escondidas fue a la farmacia más cercana para comprar una prueba de embarazo que se viera efectiva. Quería descartar esa posibilidad tan grave.

Tomo aire y luego la libero con determinación, para entrar a su baño y hacerse dicha actividad.

Tardó un poco pero lo logró, fruncía los labios ante la respuesta que encontraría, cerraba con fuerza sus ojos, sudaba en frío, cruzaba los dedos, rezaba mentalmente. Puso la prueba enfrente suyo, abriendo lentamente sus ojos para observar el resultado. Un resultado para nada agradable.

Positivo.

Le rubia soltó el objeto en manos, para con las mismas tapar su rostro. No podía creerlo, estaba embarazada a los diecisiete.

No sabía si estar feliz, triste, enojada, emocionada, solamente sabía que estaba completamente en problemas, jodida. Sin darse cuenta, comenzó a llorar, sin destapar su rostro. Se sentó en la taza para seguir en llanto, abucheando y dando hipidos ahogados.

— Bielo, ¿estás despierta? — la voz del alemán se hizo escuchar desde afuera de su habitación, callando de golpe sus angustias.

— Si — trato de contestar lo más normal que podía —, estoy en el baño —

— Apúrate mi niña, se te va a enfriar el desayuno — fue lo último que dijo para después marcharse.

La menor seguía en esa desesperación. ¿Debería contárselo a China?, obviamente si, después de todo, él es el padre, tenía todo ese derecho. Salió de esa pieza de higiene para tomar su celular y buscar el número de su pareja.

— No, no sería la mejor forma — susurró, para después aventar su celular a su cama e ir a buscar un suéter en su armario y ponérselo, sin antes tomar esa prueba, guardandola en su bolsillo derecho, saliendo casi resbalandose por la única calceta que traía puesta. Bajo por las escaleras con la misma rapidez. — ¡Voy a salir! — vociferó.

— ¿A donde vas? — pregunto el ruso desde la cocina.

No tuvo tiempo de responder al ya haber salido del hogar, oyendose el cerrar de la puerta de manera brusca, dejando a los tres contrarios con dudas, en especial a Rusia, quien llamaba a su hermana sin ninguna respuesta.

— Bielo, Bielo, ¡Bielorrusia! — se levantó de la mesa para ir a checar y efectivamente, no había nadie —, ¡agh, es una mocosa rebelde! —

— Tranquilo, ya volverá — dijo el alemán desde la cocina, escuchando un bufido por parte de su pareja, regresando a terminar su desayuno.

Mientras tanto, la de rulos se había montado a cualquier taxi que encontrará desocupado. Ordenando al conductor que fuera lo más rápido posible a su destino, era urgente, a lo que obedeció.

No tardó ni cinco minutos en llegar, la menor bajo sin antes pagar. Tocaba con fuerza la puerta sin parar, hasta que el chino, notandose un tanto adormilado pero consiente, abrió la puerta de su hogar.

— Uh, hola nena, ¿sucede algo?, ¿que haces aquí tan temprano?, son casi las nueve — seguiría hablando, pero fue interrumpido al tener casi pegado a la cara esa muestra que tenía dos rayas rojas, el oriental simplemente miraba este objeto sin entender lo suficientemente bien, hasta que la seriedad apareció invadió en su rostro, alzando su mirada para ver a la ojiverde — Bielo.. —

La nombrada no aguanto más y comenzó a llorar nuevamente, soltando fuertes jadeos entre esas gruesas lágrimas, aventandose sobre éste para abrazarlo, quien correspondió sin dudarlo, apretando las prendas de su mayor. (...)

— ¿Sabes que Rusia nos matará si se entera de esto? — habían pasado un tiempo en un ambiente de silencio, hasta que está se digno a hablar, levantando sus ojos aceitunados, rojizos y hinchados.

— Lo sé perfectamente. Pero, ¿que podemos hacer ahora?, es mi culpa por no acordarme de usar protección — pego la palma de su mano en su frente. Miro a la menor, quien ahora, mantenía la mirada perdida en cualquier otro punto de la habitación — Bielo, ¿quieres tener al bebé? —

— ¡Claro que sí, no pienso hacer algo tan insensible y cruel como abortar o darlo en adopción, no señor!, o no lo sé.. — apoyo su cabeza en su mano —, estoy tan confundida ahora, ¿cómo debería sentirme ahora, Señor China? —

— Depende de como tomes un embarazo. Pero debes de estar feliz, ser madre no es un privilegio que cualquier mujer tiene, querida. Yo estoy contento de que voy a ser padre — dijo sinceramente el rojo con estrellas, causando una sonrisa en ese rostro apagado de la fémina.

— También me da emoción, he querido una familia.. — pausó — .. con usted, pero no me imaginé que a tan temprana edad, a lo menos a los dieciocho —

China suspiro risueño, poniéndose de rodillas enfrente de su novia, tomando con sutileza esas finas manos.

— Piensa bien lo que quieres hacer con ese bebé, no puedo obligarte a tenerlo, tampoco puedo obligarte a desaparecerlo, es tu cuerpo, yo apoyo lo que digas, mi nena. Pero déjame decirte que seremos buenos padres. Tendrán una madre joven, hermosa y amable, y un padre viejo pero intelectual y sabio para ayudarlos. Y sobre todo, estarán bien, nadie lo cuidará mejor que las manos de quienes lo crearon  — finalizó, besando ambas manos.

Bielorrusia desvío nuevamente su mirada, pensando en ese momento que hacer, su cabeza estaba vuelta un desastre. Le preocupaba el como reaccionaría Rusia al saber que su hermanita está saliendo con su leal y mejor amigo, y que sobre todo, la haya embarazado. Claramente no sería agradable esto, pero, ya no hay vuelta atrás. Fue un par de segundos el tomar su decisión final.

— Si.. quiero tenerlo, quiero tener a mi hijo, a nuestro hijo — sonrió con suavidad, causando la misma sonrisa en el mayor, abrazándola con notable emoción, acariciando sus largos rizos desde la espalda.

— Espero que hereden tus lindos cabellos —

— Espero que no hereden tu miopía — ambos rieron, dejando atrás ese aura melancólico.

📌 En busca de MI PAZ. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora