🔮Capitulo 20🔮

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Morrigan:

— ¡Ratoncito!

Me sobresaltó y despierto en menos de nada por el grito en mi oído, gruño cuando veo la sonrisa burlesca de Alice, entierro el rostro en mí almohada cuando ella se tira encima de mi espalda.

— ¿Qué hora es? — pregunto entre dientes.

— Las 6:00 a.m. Tienes menos de una hora para arreglarte, date prisa — ordena levantándose y saliendo de mi habitación.

Me levanto de mala gana, voy al baño y me miro al espejo, frunzo el ceño pensando si me peino el cabello o no. Tomo mi cepillo de dientes y me los lavo, mientras opto por no cepillarme el cabello, no me preocupa mi apariencia al fin y al cabo mi pelo es demasiado lacio, así que se arregla solo.

Hago mis necesidades y me visto en menos de nada, tomo mi mochila junto a mi teléfono saliendo de mi habitación muriendo de sueño, bajo las escaleras corriendo y no me molesto en saludar a mi madre cuando la veo en el sofá de la sala de estar, camino por los pasillos hasta llegar a la cocina, frunzo el ceño cuando veo a Alice sentada tomando desayuno.

Me apresuro a tomar una botella de zumo, Alice se levanta y le da una mordida a su tostada antes de mirarme con las mejillas infladas por la comida.

— ¿Nos vamos? — pregunto.

Asiente y comienza a masticar mientras sale de la cocina, me echo mi mochila al hombro mientras comienzo a tomar mi zumo, la pelirroja saluda a mi madre con un beso en la mejilla, pero yo reluzco mis malos modales y solo salgo de la mansión.

— Alice, ¿me vas a contar como estuvo tu cita con el coronel? — le pregunto cuando la escucho salir detrás de mí.

Se sube a su auto con las mejillas enrojecidas, levanto una ceja, esta conversación va a ser interesante.

Me subo al auto y busco mis dulces de menta en mi mochila.

— ¿Te lo tiraste? — pregunto siendo directa.

— ¡Mor!

— ¡Alice! — respondo con diversión.

Enciende el motor y conduce el largo camino hasta la verja que se abre cuando aprieto el control en mis llaves.

— No digas eso — me regaña.

Le pongo mala cara.

— No te hagas la santa, ¿te lo tiraste o no? — pregunto rodando los ojos.

Entrecierra los ojos con la vista fija al frente.

— No me lo tire.

— Okey, ¿te gusta?

— Si.

— ¿Por qué?

— ¡Es que es demasiado lindo! ¡Y es tan caballeroso! —chilla mientras se muerde el labio—. Es perfecto y siempre me halaga, aparte tiene esa mirada verdosa tan intensa junto a esa sonrisa torcida tan varonil. Y tiene ese toque picante de un hombre mayor, pero sin ser vejete.

Huesos de un Muerto©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora