Huesos de un Muerto©

🔮Capítulo 29 (Parte 2)🔮

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Ella:

— Tengo sueño.

— Que novedad — lo molesto.

Vuelve a elevar sus cejas con picardía.

— ¿Dormimos juntos?

— Dudo que te despegues de mí — pongo los ojos en blanco.

— Es por tu seguridad.

— Si, claro.

Subimos las escaleras, y entramos a mi habitación. Me siento a los pies de la cama, y Drakon se deja caer a mi lado, poniendo su brazo encima de sus ojos.

— Fue un día intenso.

— Demasiado — respondo.

— ¿Tú estás bien?

— Si.

— ¿Segura?

Me recuesto a su lado apoyando mi cabeza en su pecho.

— Si, Drakon.

Beso la comisura de su labio, y me vuelvo a sentar, estirando un poco mi espalda, que cruje al instante.

Frunzo el ceño lentamente cuando me doy cuenta lo mal pareja que soy.

— ¿Drakon...?

— ¿Mmm?

Paso saliva un poco nerviosa.

— ¿Cuantos años tienes?

Apenas suelto la pregunta, su ronca risa resuena a carcajadas por la habitación, dejándome más confundida que antes.

— ¿Que te pasa? — susurro.

Lo miro por sobre mi hombro y aprieto mis labios cuando se seca un par de lágrimas provocadas por su risa.

— ¿En serio me preguntas eso? — se sigue riendo al hablar.

Pongo mala cara.

— Obvio que sí, porque se supone que tenemos una relación, y no sé nada de ti — le levanto una ceja.

Sonríe mostrando sus blancos dientes y dice:

— Cumplí en Junio ochocientos sesenta años.

Agradezco estar sentada, porque si no me caería de culo. La mandíbula por poco no me llega al suelo, y el pulso se me dispara al cielo. Se ríe más fuerte y se sienta para poder respirar en medio de sus carcajadas.

— Es una puta broma, ¡¿verdad?! — chillo.

— Nop.

— ¡Soy ilegal para ti! — me río junto a él.

Se incorpora un poco y me guiña un ojo.

— Me gustan las jovencitas.

— Imbécil.

Me sonríe.

— Así te gusto igual.

Enarco una ceja.

— Tengo mis dudas con eso.

— ¿Ah, sí? —me toma desde las muñecas y me tira hacia atrás, mientras me muero de la risa cuando me comienza a hacer cosquillas—. ¡Retráctate!

— ¡No!

Me calla al instante cuando impacta sus labios con los míos, robándome un suave jadeo por la sorpresa, antes de que pase su lengua por mi comisura izquierda, y se despegue dejándome con ganas de más.