🔮Capítulo 35🔮

11 4 0
                                    

🍃
🔮
🍃

Ella:

Acaricio el cabello azabache de Drakon, apartando un par de mechones que le caen sin cuidado por la frente. Su respiración es profunda y a la vez delicada. Su pecho se mantiene pegado al mío y siento su corazón latir de forma regular, mientras que sus brazos no se mueven ni un milímetro de mi cintura. Sus largas pestañas le caen sobre los pómulos y sus labios se mantienen suavemente entreabiertos. Paso mis dedos por sus mejillas y sus pómulos marcados con una pequeña sonrisita.

"— Corazón...

— Dime.

Sus mejillas habían tomado un fuerte color rojo.

— Te amo —mis pulmones habían dejado de funcionar por ese instante—. Como nunca he amado a nadie, y como posiblemente jamás pueda volver amar a alguien."

Mi corazón late con más fuerza al recordar sus palabras, y mis mejillas se calientan mientras que el estómago se me cierra al recordar todos lo que pasó después de eso.

— Estas despierta.

Su voz matutina, me deja casi sin conciencia.

Ayuda, me derrito.

— Hola.

Abre sus impresionantes y adormilados orbes azules. Mi corazón bombea con fuerza en mi pecho. Su cabello negro se mantiene aún más alborotado cuando sacude un poco la cabeza, dándole un aspecto fantástico. Sus ojos azules brillan cuando se vuelven a clavar en mí. Su nariz acaricia mi mejilla cuando me abraza, y sus labios se juntan con los míos, en un beso que me desarma.

— Ahora sí —sonríe marcando sus leves hoyuelos—. Buenos días, corazón.

Le doy otro beso.

— Buenos días, amor.

Su mirada me recorre el cuerpo tapado solo con una sábana, igual que el de él.

— ¿Sabes? —en un movimiento rápido me deja debajo de su cuerpo mientras suelto solo un chillido de sorpresa—. Hoy es un agradable día para quedarse en esta habitación.

— ¿Todavía quieres más? — trazo su clavícula con mi índice.

Curva sus labios de forma maliciosa.

— ¿Tu no?

— Anoche no paramos, Drakon — entrecierro mis ojos de manera acusadora.

Apenas si siento bien mi cuerpo. Fue una experiencia muy fuerte, para tanto tiempo de abstinencia.

— Entonces, no quieres...

— Jamás he dicho que no quiero.

Lo miro a los ojos, encontrándome con una intensidad desarmante y desafiante. Mis labios se pasean por los suyos, y las gruesas venas que tiene se comienzan a marcar por sus brazos.

— Olvide algo —le doy una sonrisa inocente—. Le prometí a Alice que hoy intentaríamos hacer postres como los de Laney —mentira no es—. Me tengo que ir.

Huesos de un Muerto©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora