🔮Capitulo 24🔮

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🍃(Importante leer la nota final)🍃

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Morrigan:

Mi cabeza duele demasiado y siento mis ojos hinchados por las lágrimas derramadas en la madrugada. Un sonido estruendoso se escucha desde el primer piso haciendo mi dolor de cabeza más intenso. Gruño mientras toco el lado derecho de mi cama y no encontrar a Drakon. Me cubro los oídos intentando dispersar el horrendo sonido. Pero obviamente sigue.

Observo la luz a través de los ventanales. Se ve que ya son más del mediodía. Tomo mi teléfono de la mesita de noche como comúnmente lo hago y levanto una comisura al leer el mensaje del ojiazul que me envió hace unas horas:

Drakon:
Iré a recogerte cuando estés lista, todo estará bien, corazón, lo prometo.
9:00 a.m.

Frunzo el ceño al seguir escuchando ese sonido tan horrible. Me levanto enrabietada de la cama, y camino hasta la puerta abriéndola con fuerza, arrastro mis pies hasta las escaleras y las bajo rápidamente, a medida que me acerco hacia la cocina el escándalo se intensifica mientras descubro lo que es.

Son ollas.

Camino a paso apretado, en estos momentos odio tener una casa tan grande, no llego nunca. Abro la puerta de la cocina y John me mira con la cejas elevadas, pero sigue haciendo sonar las ollas contra los sartenes mientras los mete en el fregadero.

- ¡¿Que estás haciendo?! - chillo enfadada, porque odio ese ruido en estos momentos.

- Juego con las ollas, Morrigan -responde goteando sarcasmo, como ve que no me da gracia responde-: Estoy lavando las cosas sucias.

Levanto una ceja, ¿John está lavando las cosas sucias...? Pero si es capaz de que se le caigan lo dedos si los mete en el agua.

Me apoyo en el umbral observando como friega las ollas, en pocos minutos se escuchan como pasos firmes se acercan por el pasillo.

- ¿Que está haciendo? - pregunta papá llegando a mi lado.

Me cruzo de brazos.

- Al parecer está lavando las cosas sucias - me mofo.

- ¿Lavando? -asiento mirando sus oscuros ojos-. Va a diluviar, estas cosas no pasan todos los días.

John se gira hacia nosotros con los ojos entrecerrados.

- Los estoy escuchando.

Le sonrío divertida antes de girarme hacia papá, él ni siquiera pestañea al escuchar mi pregunta:

- ¿Podemos hablar?

Sonríe antes de asentir.

- Claro. Vamos a mi despacho.

Le doy una última mirada a mi hermano antes de seguir a mi padre cuando comienza a caminar hasta su oficina. Doblo en el pasillo visualizando a mi madre cuando baja con su largo vestido por las escaleras. Entro al espacio favorito de mi padre y cierro la puerta detrás de mí, muy pocas veces estuve aquí ya que es su espacio personal y yo lo respeto. Me giro y frunzo el ceño al ver el aspecto agotado que tiene en su rostro.

Huesos de un Muerto©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora