Salí con rapidez de la casa pegando un sonoro portazo y comencé a bajar por las escaleras con prisa, tan rápido que me tropecé y caí rodando por las escaleras. Me había resbalado porque mis zapatos tenían la suela mojada y me doblé el tobillo antes de caer y terminar tumbado en el suelo de la tercera planta.
Maldije por lo bajo mientras me sujetaba el tobillo, todo era una mierda, una completa mierda, ¿en qué momento me pareció buena idea venir? Debí de haberme olvidado de él como hizo conmigo. Escondí mi cabeza entre las piernas y comencé a llorar.
No es justo, no es justo, me repetía una y otra vez mientras me agarraba el tobillo que me dolía horrores. Un pequeño sonido se escuchó detrás de mí y me giré asustado, vi al pelirrojo, asomado por el umbral de la puerta, en cuanto me vio corrió hacia mí.
- ¿Estás bien? - Exclamó preocupado mientras me secaba las lágrimas con el dorso de la mano, negué con la cabeza - Ven - Quiso levantarme pero me quejé.
- Me he doblado el tobillo - Murmuré con el ceño fruncido, me dolía.
- Aguanta un poco, ¿sí? - Consiguió levantarme y me acompañó hasta el interior de su casa, de estructura idéntica a la de Ryan.
Me sentó en el sofá y me colocó el pie sobre un taburete pequeño que supongo usaba de reposapies. Me desató los cordones del zapato y me lo quitó con cuidado, me mordí el labio para evitar quejarme demasiado.
- Se ve hinchado - Dijo por lo bajo - Espera un momento - Se levantó y se fue a algún lado.
Regresó al cabo de unos minutos con una bolsa de hielo, un poco de crema y unas vendas.
- Te pondré esto - Me dijo antes de poner en contacto el hielo con mi tobillo.
- ¡Ugh! - Me quejé y apreté con fuerza un cojín que tenía al lado.
- Lo siento - Negué con la cabeza y me eché hacia atrás, con el brazo sobre los ojos.
- Gracias por ayudarme, soy un desastre - Dije, no muy para mi gusto sollozando mientras sonreía, riéndome de lo estúpido que había sido.
Después de todo este tiempo, de todo lo que había vivido y de la promesa que me había hecho ese día, aún seguía llorando por él, porque había cosas que nunca cambiaban. Parecía masoquista por permitir que me rompan el corazón y aun así seguir buscándolo, pensando en él, amarlo.
Quizás, este era el momento para olvidarlo de una vez por todas, yo lo esperé porque me lo pidió y porque, en el fondo, yo también estaba enamorado de él. Pero ahora, que acababa de decirme en toda mi cara que "ya no le gustaba" no tenía que tener ningún tipo de excusa más para seguir atado a él, simplemente debía desatar ese nudo de sentimientos y podría rehacer mu vida de nuevo.
- Yo soy Tiago, ¿tú cómo te llamas? - Me descuadró por un momento que, con lo rara que era esta situación, se presentara de repente.
- O..oliver - Balbuceé como pude secándome las lágrimas con la manga del cárdigan.
Asintió con la cabeza mientras me analizaba con la mirada y me presionaba el hielo sobre el tobillo. Era un poco raro que me miraran tan directamente, como si tuviera mucha curiosidad.
- ¿Eres el novio de Ryan? - Negué con la cabeza freneticamente, debía de concienciarme de que ni lo éramos ni lo seríamos en un futuro - Lo que pensaba.
Me llamó la atención ese último comentario, ladeé la cabeza mientras le preguntaba con mi gesto confuso, que me contara el significado tras esa corta pero intensa oración.
- Supongo que algo entre ustedes pasó y que tenéis confianza, Ryan los últimos años ha estado con mucha gente ¿sabes? Nada serio - Mi rostro se congeló, no sabía cómo encajar lo que acaba de saber.
Me miré las manos, sudadas y temblorosas, supongo que así se siente un corazón roto; ya lo pasé una vez, pero no lo recordaba tan doloroso. Me sentía tan humillado, yo pensaba en él mientras se lo pasaba bien por las noches con todo tipo de personas, yo solo y él acompañado.
- No debería habértelo dicho, lo siento - Negué sonriéndo con lástima, secandome las lágrimas de nuevo.
- No dejas de disculparte, me harás sentir mal - Reí mientras le sonreía - Me abriste los ojos, gracias - Me sonrío de vuelta.
Tenía ciertamente una hermosa sonrisa, los dientes tan blancos como dos perlas y un cabello rojo más apasionado que el mismo fuego. Levanté una mano y le acaricié el pelo, él se sobresaltó.
- Es muy suave - Comenté aún hipando un poco, él se tocó la parte que yo había acariciado con un tenue rubor en sus mejillas, que lindo.
- Tu tobillo parece menos hinchado - Dijo felizmente apartando el hielo, ya casi derretido por completo.
Lucía menos hinchado, sí, pero estaba morado y se veía horrible, ¿cómo se suponía que iba a ir así a trabajar? Varajé mis opciones mientras esperaba a que Tiago regresara, no estaba seguro si debía de ir al médico o no, quizás solo fuera un pequeño esguince y ya está.
- Oliver, te acompaño al hospital - Se había vestido de negro con una gorra en la cabeza y unas gafas de sol, me tendió otra gorra para que me la pusiera.
- Pero no es necesario - Murmuré por lo bajo.
- Sí que lo es, luce horrible, ven - Me tendió una mano y con cuidado la agarré, hice el intento de andar pero me dio un pinchazo que me hizo volverlo a levantarlo - Sube.
Se puso delante de mí y se agachó completamente, me avergonzaba un poco subirme a su espalda pero supongo que la situación lo requería. Avancé hacia él y me dejé caer en su ancha espalda, él se levantó sin problemas y comenzó a andar.
- Pesas poco Oliver, eso se agradece - Dijo riendo levemente, lo imité.
Descansé mi cabeza en el hueco de su cuello y suspiré, pude ver como se le erizaban los vellos de las nuca.
- Me haces cosquillas - Exclamó divertido, solo me dieron ganas de hacerlo más.
Este chico me había caído muy bien.
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Ryan 2 (+18 - Gay)
RomanceHa pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, cada noche me acuesto pensando en cómo será nuestro reencuentro; lo que no me esperaba fue en todo lo que había logrado mientras yo no estaba.