Nada más la televisión se encendió y puse el canal de las noticas me sorprendí con un titular de última hora: "Descubiertas graves acusaciones contra el líder de Swords Rain". Me eché hacia delante tanto por la sorpresa como por la curiosidad, ¿qué había pasado?
En la pantalla de la televisión apareció un vídeo dónde se nos veía a ambos en el baño, parecía haberse grabado desde las rejitas que había para la ventilación. Allí, con todo lujo de detalles, se escuchaba perfectamente toda la conversación que tuvimos desde que salí del baño hasta que Ryan corrió detrás de mí, incluso se escucha levemente cuando le pegué al tipejo ese aquel rodillazo.
Me senté en el suelo y me llevé las manos a la cabeza. ¿Qué había hecho yo en otra vida para merecerme semejantes problemas? Ahora todo el mundo sabía que me habían pegado, que habían abusado de mí... ¿Se puede ser más feliz? Nótese el sarcasmo.
Tan solo quería desmayarme como hacían en las películas y despertar en un hospital como si no hubiera pasado nada, preferiría no recordar nada de lo que ha pasado estos últimos días, todo por culpa del dichoso de Ryan.
- Bueno Oliver, míralo por el único lado bueno que hay, tú te has jodido, pero él lo está aún más - Me dije para autoanimarme, sonaba cruel dicho en voz alta pero tampoco me importó demasiado.
Decidí llamar a las úncias personas a las que quería ver en ese momento, a mis dos esclavos favoritos: Ethan y Melody. Les puse un mesaje y a los diez minutos ya los tenía tocando el timbre, son los mejores.
- ¡Oli nos enteramos de todo! ¿Cómo estás? - Me asaltaron ambos al mismo tiempo y me abrazaron.
- Bueno, podría estar mejor - Sonreí levemente.
- Pero en serio, ¿qué nos perdimos? - Preguntó esta vez Melody con preocupación.
Les conté todo lo que había pasado, desde el contrato a aquel "momento inolvidable" en el sótano. Ellos me miraban con atención, curiosos por los detalles.
- ¿Os hago unas palomitas o qué? - Reí ante mi propia broma.
Ethan de repente me dio un golpe en el brazo, me quejé mientras me frotaba la zona.
- ¿Cómo no nos dijiste antes estúpido? - Se veía molesto, yo borré la sonrisa de mi rostro.
- Tenéis vuestras preocupaciones y vuestros problemas y tampoco me decís nunca, si no os lo dije fue porque no os quería preocupar - Me levanté y, en busca de algo con lo que entretenerme, me pusé a fregar los platos.
Se produjo denso silencio, me di la vuelta y vi cómo intercambiaban miradas.
- Ah, genial, encima hay algo que no me queréis decir - Dije ya claramente molesto.
Eran mis mejores amigos desde hace Dios sabe cuanto tiempo y desde que se habían hecho pareja me habían ido apartando poco a poco de sus vidas. Habíamos pasado de ser como hermanos a ser míseros vecinos, ya estaba harto.
- Fuera, iros con vuestros secretitos a otra parte - Levanté mi brazo en dirección a la puerta.
- Oli es que aún no... - Comenzó a decir Ethan pero lo interrumpí.
- Dije que os vayais de mi casa, sólo venís para escuchar mis mierdas y ya no tengo nada más que contar - Elevé el tono con impotencia.
Ambos, me dieron una última mirada y salieron por la puerta tal y como les había pedido, cerré de un sonoro portazo. Entonces me puse la múscia a todo volúmen, bailé, canté y dejé echar todas las tensiones de mi cuerpo. Cuando ya mi cuerpo se resistía a hacer el más mínimo movimiento apagué la música y, agotado, volví de nuevo a dormir.
No quería saber nada de nadie, no quería pensar y mucho menos hacer alguna estupidez, así que la mejor solución era dormir y dormir, que pasaran rápidas las horas y que todo volviera a su cauce. Pero, lastimosamente, la vida real no es tan fácil como que se te presente un hada madrina y te conceda un deseo, ya quisiera ser yo la Cenicienta.
Cuando desperté estaba un poco desorientado, apenas sabía que día u hora era. Miré mi teléfono, más y más mensajes y llamadas perdidas.
- Que pereza - Comenté en voz alta.
Eran las siete y media de la tarde del día siguiente, me sorprendió lo mucho que había sido capaz de dormir, normalmente no superaba las siete horas de sueño. Me puse la bata más calentita que tenía y me preparé un buen té blanco.
Iba a darle el primer sorbo a la raza cuando mi teléfono comenzó a sonar con aquella cancioncilla alegre que me puso Ethan la última vez, tengo que cambiarla. "Tomate" salió en la pantalla, supe al instante que era Tiago. Por un momento me planteé el ponerlo en silencio y seguir tranquilamente con mi té, pero algo me decía que debía coger el teléfono.
- ¡Oliver! Menos mal que respondes, ¡me tenías preocupado! - Me despegué el teléfono de la oreja cuando alzó el tono de voz.
- Sí sí, lo siento, necesitaba descansar de todo lo que pasó - Dije casi en un susurro.
- ¿Pero tú estas bien? - Preguntó, no me hacía falta verle la cara para saber que estaba preocupado.
- Más o menos, aunque si de algo estoy seguro es que estoy mejor que ayer - Emitió un sonidito de aprobación.
- Me alegra oír eso, ya estaba pensando en ir a tu casa, pero no se dónde vives - Soltó una risita absurda.
- La próxima vez te invito a ver una película - Se produjo un corto silencio - ¿Para eso llamaste? - Comenté.
- ¡Oh, no! Se me había olvidado -Exclamó con urgencia - ¡Pasó algo terrible!
- ¿Qué ocurre ahora? - Dije con el mismo tono de urgencia, ¿que más podía pasar?
- Es Ryan, él... - Se me formó un nudo en la graganta - Él tuvo un accidente
La taza se hizo mil pedazos al chocar contra el suelo, formando un enorme charco del té blanco que me podría haber tomado.
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Ryan 2 (+18 - Gay)
RomanceHa pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, cada noche me acuesto pensando en cómo será nuestro reencuentro; lo que no me esperaba fue en todo lo que había logrado mientras yo no estaba.