Cap 3

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La cola parecía infinita, llegaba hasta el aparcamiento, que no estaba precisamente cerca, y se perdía en el interior de centro comercial. En un momento de lucidez corrí para ponerme al final de la cola, aún estaba llegando gente para la firma y no podía permitirme que se alargara más la cosa.

Pensé que me iba a dar una insolación mientras esperaba, gran parte de la cola estaba expuesta al sol y no es que calentara poco, menos mal que me llevé una botella de agua para no deshidrarme, que previsor que soy.

Lo único bueno de que la cola fuera tan larga y de tener que esperar tanto para verlo es que se me quitaron un poco los nervios, seguía ansiando que llegara el momento, claro, pero al menos no tenía un nudo en la garganta, por lo menos por ahora.

A las diez empezó a moverse un poco la fila, para ese momento ya hacía mucho tiempo que me había sentado en el suelo, mi piernas flaquchas no aguantaban tanto tiempo de pie. Disfrutaba los momentos en los que las nubes tapaban el sol y comenzaba a hacer frío de nuevo, me aliviaba un poco el dolor en las piernas.

Decidí ir vestido como lo hacía habitualmente: unos vasqueros azul marino, una camiseta de cuello de tortuga a rayas blancas y negras y un cardigan largo marrón claro, sería bajito pero me gustaba vestir bien, me reí ante estos pensamientos.

La cola avanzaba lentamente y veía la entrada al centro comercial cada vez más cerca, ya eran las once y media cuando crucé la puerta del edificio, al fin. La cola de dentro tamién era un poco larga, en mi aburrimiento conté treinta personas, de las cuales veintitres iban de dos en dos, con que aún me quedaba un buen rato por delante.

Quedaban pocas personas ya, podía escuchar mi corazón latir con fuerza en mi pecho, a veces me inclinaba un poco para verle entre las pocas personas que quedaban. Llevaba puesta una gorra negra y un jersey rojo con una franja gruesa en blanco, me sorprendió, me lo imaginaba con una chaqueta de cuero negra, un aspecto más rudo.

La persona que iba delante mía se acercó a la mesa dejándome expuesto a su mirada, pero no me vio, supongo que estaría concentrado en esa chica a la que parecía que le daría un ataque al corazón. Después de hablar un poquito con Ryan pasó al siguiente miembro y me decidí a caminar hacia él.

Mis pasos hacían eco en el suelo y resoban en mi oídos. Él miraba algo en su móvil y no me veía, estaba tan nervioso que me costaba hablar y en mi pecho parecía que acontecía una estampida de elefantes.

- Ryan... - Dije con timidez, él al escucharme subió la mirada.

Cuando me miró sentí un calambre recorriéndome desde los pies a la cabeza. Él me miró de arriba abajo durante unos segundos y luego abrió los ojos como platos.

- ¿Oliver? - Preguntó levantándose bruscamente de la silla, yo sonreí tan ampliamente, tan feliz de que se acordara de mí.

Él bordeó la mesa y me abrazó con fuerza mientras yo hundía mi cabeza en el hueco de su hombro, era más amplio que la última vez y olía genial, entre colonia y un poquito a sudor, debía de haber estado toda la mañana firmando discos y haciéndose fotos, él también debía estar cansado.

Me sentía tan feliz que podría llorar, el solo saber que se acordaba de mí me hacía sentirme en la nubes, aún después de seis años seguía profundamente enamorado de él.

Nos separamos después de unos segundos, le miré a los ojos, tan oscuros y profundos como los recordaba, en ellos vi esos momentos que pasamos juntos, cuando me bañaba, cuando dormíamos juntos, no pude evitar besarlo por impulso.

Nuestros labios se unieron, los míos estaba un poco oxidados después de tanto tiempo sin besar a nadie pero intenté moverlos lo mejor que pude. Entrelazamos nuestras lenguas, se volvió un beso húmedo tan rápido que no me había ni dado tiempo a reaccionar. Mi boca estaba tan ansiosa y tan saciada a la vez que no me quería despegar de él nunca.

Entre tanto sentimiento y pasión nos separamos bruscamente, incluso me mordió la lengua haciéndome sangrar, escuchábamos gritos femeninos detrás nuestra, por un momento se nos había olvidado dónde estábamos.

Las chicas de la cola gritaban y sus compañeros de grupo nos miraban anonadados, me sonrojé por la vergüenza. Ryan se quitó la gorra y me la puso en la cabeza tapándome la cara.

- Espérame en la parte de atrás - Susurró en mi oído y le hizo un gesto al guardia para que me acompañara - Y lo siento por tu lengua, ahora me encargo - Me sonrojé aún más.

Con la cabeza gacha fui hacia el guardia y éste me llevó a una sala en el interior de la tienda donde estaban las cosas de los chicos y otras bolsas más que no sabía qué eran. Mi boca tenía un sabor metálico que ha daba un poco de fatiga, pero aún así decidí esperarlo.

Al rato lo vi llegar con una bolsa de hielo y se agachó frente a mí, saqué la lengua y me puso la bolsa sobre la herida, estaba tan frío.

- Aún falta para que termine, ¿me esperarás? - Otro deja vu, asentí de inmediato.

Lo vi marcharse mientras me sujetaba esa bolsa fresquita en la boca aliviándome el dolor. Pensé en muchas cosas, pensé en tantas cosas que llegó un momento en el que me quedé dormido en aquella incómoda silla, hacía bastante tiempo que estaba durmiendo poco.

- Hey, despierta - Me sobresalté cuando alguien me zarandeó el hombro.

Tenía la mirada un poco nublada de lo rápido que me había despertado, pero pude vislumbrar que no era Ryan, por su tatuaje diría que este se llamaba Evan, mierda, ¿este no era el malhumorado?

- ¿Te has meado encima o qué? - Me miré los pantalones, mojados, pero no de pis obviamente, la bolsa de hielo se había derretido y ahora estaba muerto de frío.

- El hielo se ha derretido - Le dije levántandome, estaba incómodo con esos pantalones mojados tan ajustados.

- ¿Tú quién eres? - Me espetó con brusquedad, ¿qué debía decirle?

Ryan 2 (+18 - Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora