- Claro que está allí, no puede salir de casa
Puse un mueca extraña intentando asimilar lo que me estaba diciendo con mi febril cerebro, ¿Qué Ryan estaba en casa? No había visto a nadie, capaz me estuviera gastanto una broma.
- Te estoy diciendo que él no... - Comencé a decir.
- ¿Me buscabas? - Susurró alguien en mi oreja.
Grité por sorpresa al mismo tiempo que derramaba el vaso por toda la encimera, empapando todo lo que estaba en su camino. Al gritar, otra punzada me atravesó la cabeza y gruñí.
- ¡Serás idiota! - Exclamé mientras me daba la vuelta violentamente.
Aunque, en cuanto lo vi, el enfado desapareció casi al instante. Él tenía una venda recubriendo el cortorno de su cabeza y se intuían grandes moretones. Además tenía el labio partido y una pesada escayola en su pierna, él se apoyaba en unas muletas.
- Buenos días dormilón - Dijo con una cálida sonrisa.
Sentí como mis ojos se llenaban de lágrimas sin previo aviso. ¿Cómo estaba ahí conmigo?
Me aproximé un poco hacia él y, con las manos temblorosas, rocé su cara con mis manos como si fuera tan frágil como el cristal. Al rozar uno de los moretones puso una mueca dolorosa y quité mis manos en acto reflejo con rapidez. Cuando relajó su expresión volví a posar mis manos en su rostro con más delicadeza aún.
- ¿Estás vivo? - Pregunté con la voz estrangulada.
Él me miró a los ojos durante unos segundos, como si intentara saber cómo me sentía en aquel momento. Tras eso las comisuras de sus labios se elevaron formando una pequeña sonrisa y asintió levemente con la cabeza.
Sonreí yo también, la sonrisa más grande que mi cara había tenido el placer de ver. Dos finas lágrimas resbalaron de mis ojos al achicarlos, pero tampoco me importó demasiado en ese momento, estaba tan feliz.
- Te quiero - Dije y ,en medio de su sorpresa, le robé un tierno beso.
En su cara apareció una sonrisa casi al instante y apoyó su cabeza en mi hombro mientras me abrazaba.
- ¿Tuve que estar a punto de morirme para que lo dijeras? - Preguntó con cierta burla.
- Cállate cabezón, te pesa mucho la cabeza para el cerebro que tienes - Dije yo con cierta verguenza.
Él se rió y se incorporó de nuevo sujetándose con las muletas. Me miró por unos segundos y me quedé absorto en sus orbes oscuras, con ese brillo tan particular que tenían. Luego sacó la lengua y comenzó a reírse de nuevo, obviamente de mí.
- Parezco un chiste, siempre te ríes de mí, maldito - Espeté con falso enfado.
Me hice a un lado y me encaminé al salón para perderlo de vista pero él me agarró el brazo cuando pasé por su lado, deteniéndome.
- Yo también te quiero - Susurró en mi oreja haciéndome estremecer.
Agaché la cabeza intentando esconder el sonrojo que cubría mis mejillas, notaba la cara ardiendo. Él metió una mano entre mis cabellos y comenzó a darme pequeñas caricias, divertido con la situación.
- Tonto - Musité.
- Eso te gusta niño - Dijo con aires de grandeza, no pude evitar reír.
Retomé mi camino y me senté en el sofá, alenté a Ryan para que hiciera lo mismo. Una vez ambos sentados allí el ambiente se volvió más serio, había cosas que me faltaban por saber y, como buen curioso que soy, necesitaba ponerme al día de todo.
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Ryan 2 (+18 - Gay)
RomanceHa pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, cada noche me acuesto pensando en cómo será nuestro reencuentro; lo que no me esperaba fue en todo lo que había logrado mientras yo no estaba.