Cap 18

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- Es Ryan, él... - Se me formó un nudo en la graganta - Él tuvo un accidente

La taza se hizo mil pedazos al chocar contra el suelo, formando un enorme charco del té blanco que me podría haber tomado a mis pies, comenzando a mojar mis calcetines.

- ¿Qu..Qué? - Tartamudeé aún sin poder creérmelo.

- Esta tarde a Ryan lo comenzaron a seguir unos periodistas cuando iba para tu casa y como él no quería que supieran dónde vivías pues se metió al bosque y cayó por un barranco, no muy alto gracias a Dios, pero cuando llegaron los servicios de emergencia él ya no estaba allí - Terminó de decir apurado.

Por unos segundos traté de asimilar todo lo que me estaba diciendo, de imaginarme a Ryan cayendo por un barranco, de verlo arrastrándose entre la maleza. Me llevé las manos a la boca aguantando el llanto.

- ¿Por qué me dices esto Tiago? - Pregunté al borde de las lágrimas.

- Porque sé que eres el único que podrá encontrarlo - Dijo con seguridad y colgó el teléfono.

Puse una mano en la mesa buscando algo en lo que apoyarme, me sentía mareado e incluso tenía naúseas. Estaba lloviendo muy fuerte desde hacía varias horas, ¿él estaría helado bajo la lluvia tirado en el suelo?

En un impulso me puse los tenis, cogí un paraguas y salí corriendo a la parada del taxi. Mientras esperaba, busqué en las noticias dónde se había producido el accidente, no me costó encontrar mi destino. Le di las indicaciones al taxista y le insté a ir lo más deprisa que le permitiera el pequeño taxi amarillo.

Impaciente, mordía mis uñas mientras miraba por la ventana, viendo como las gotas de lluvia se dirigían hacia el suelo como afilados cuchillos y cómo pasaba de ver luces a infinidad de árboles iguales. Pagué al taxista y comencé a correr intentando sujetar el paraguas.

Me comencé a adentrar en el bosque hasta llegar al supuesto barranco, habían alrededor bastantes personas sacando fotos y cuchicheando, nisiquiera me fijé demasiado. Al acercarme al borde me entró un vértigo repentino, era bastante alto y al fondo del todo se veía una maleza aplastada; ahí debió de caer Ryan.

Ver esa silueta grabada en el matorral me dio una bofetada de realidad, no era ninguna broma, ningún bulo, Ryan estaba herido, desorientado y perdido en este inmenso bosque de alcornoques y yo estaba decidido a encontrarlo. ¿Por qué? Ni yo mismo lo sabía, mis piernas se movían por inercia.

Cerré los ojos por un segundo, ¿por dónde debía empezar? Estaba oscuro, hacía frío y para colmo llovía a mares, como cuando Melody y yo nos poníamos a ver películas de desamor. Decidí escoger el camino que me dictara mi instinto, mi corazón o el angelito que está ahí arriba riéndose de todas mis desgracias; ya va siendo hora de un poquito de suerte.

Abrí los ojos con un camino en mente y comencé a caminar. El suelo estaba embarrado y se embarraba aún más, todo estaba oscuro y no dejaba de tropezar, pero aun así me levantaba y seguía caminando. Gritaba, gritaba su nombre esperando que en algún momento respondiera, aunque capaz que no le oiría por la lluvia.

- ¡Ryan, maldito fue el día en el que te conocí! - Exclamé con todas mis fuerzas - ¡Dime por qué tengo que estar aquí bajo la lluvia en bata! - Pensé en voz alta.

Me sentía impotente, después de todo lo que había pasado, ¿por qué estaba en aquel bosque buscándolo? No podía entenderlo, con Ryan siempre me había dejado llevar, todo era expontáneo, eso me asustaba.

Pese a seguir con el paraguas en la mano estaba ya medio mojado, aunque con la adrenalina del momento no sentía apenas frío, al revés, sentía un calor que me estaba quemando desde dentro.

- ¡Ryan, responde de una vez! - Grité de nuevo con más fuerza que antes.

Esperaba de repente escuchar su voz, como en una novela romántica: él me contestaba, yo salía corriendo y nos besábamos bajo la lluvia; eso no suena nada mal. Pero tras lo que me parecieron horas sin respuesta, me comenzó a invadir un terror a no encontrarlo que me cerraba la boca del estómago.

- Venga, por favor, angelito, por una vez sé bueno conmigo y ayúdame - Comencé a decir al aire desesperado. 

Entonces, entre los árboles, vi un fino rayo de luz que atravesaba las gotas de agua. Corrí sin importarme los arañazos de los arbustos o que me resbalara a la mitad, no me importó nada.

- ¡Ryan! - Exclamé cuando llegué a la altura de la luz.

Me agaché a su altura quedando frente a él, con la poca luz que desprendía la linterna de su teléfono pude reconocer su rostro adormilado y confuso. Yo puse mis manos en sus mejillas para hacerlo reaccionar.

- Ryan soy yo, Oliver - Él abrió los ojos y me miró con sorpresa.

- ¿Eres tú? - Asentí enérgicamente y apoyé mi cabeza en su frente.

- Ya estoy aquí - Dije en tono tranquilizador.

Coloqué mi empapado paraguas sobre nosotros frenando así la lluvia. Al hacerlo, la luz de su teléfono iluminó la superficie de éste. Él tenía algunos rasguños en la cara, un rastro de sangre seca en la frnete y se veía claramente agotado.

- ¿Cómo estás? ¿Te duele algo? - Farfullé examinandolo con la mirada.

- Solo la pierna - Comentó dirigiendo la vista a su pierna derecha.

Me preocupé y levanté con cuidado su pantalón, su rodilla estaba morada y eso no parecía ser nada bueno. 

- Voy a llamar a los de rescate, te vas a poner bien - Le aseguré.

Cogí el teléfono y marqué el número de emergencias. Ellos contestaron casi al instante y les mandé nuestra ubicación para que vinieran cuanto antes. Cuando colgué me topé con la fija mirada de Ryan. 

Parecía querer decirme algo, lo veía en sus ojos.

- ¿Por qué me miras así Ryan? - Dije casi en un susurro.

El se limitaba a mirarme, como si no terminara de creer que estaba allí, frente a sus ojos. Él se mordió el labio y abrió la boca.

Ryan 2 (+18 - Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora