Mierda, mierda, ¡puta mierda! El beso me había dejado más confundido y con más odio a mi mismo que antes, sus labios eran tan suaves que no sé de donde salió tanto control para no responderle, pero debía alejarla de mi y esperaba que esto fuera suficiente.
Mi general no me mandaría a la guerra cuando menos en lo que restaba de este año y apenas estábamos entrando en octubre, lo maldije. Necesitaba sacarme a la hermana de mi mejor amigo de la cabeza y con rabia y enojo caminé por las calles oscuras del pueblo con camino al maldito burdel al que era adicto.
—Capitan, cuánta prisa— Sandy Clarke detuvo mis pasos con una mano huesuda y una sonrisa de oreja a oreja.
—Quiero despejarme— contesté intentando alejarme, Sandy es casada y si mal no recuerdo Amelia dijo que era un dolor en los testículos para su esposo.
—Yo puedo ayudarle con eso— exclamó coqueta empujándome a un callejón oscuro al lado de su casa.
—Sandy, su esposo...— intenté decir más cuando ella ya desabrochaba mi pantalón.
—Shh, el está dormido ahora— sus manos bajaron mi pantalón y ropa interior un poco, ni las mujeres del burdel se atrevían a tanto, ellas esperaban una habitación y una copa antes de comenzar, Sandy Clarke, no—. Sí eres la cosa más grande del pueblo—, elogió tomando mi miembro con su mano y metiéndolo a su boca sin rechistar, esto se sentía mal y no es que Sandy fuera mala... y el hecho de que fuera casada, había estado con muchas mujeres casadas en Irak, era algo más, unos ojos claros color Aqua que estaban en mi mente, a doloridos y tristes, decepcionados.
—Para, Sandy— la alejé de mi y me miró con intriga—. Yo... no puedo permitirlo— me golpee mentalmente, ¿desde cuando evitaba que me hicieran un oral?
—¿Soy mala?— preguntó con los ojos bañados en lágrimas.
—No, no es eso... sólo...— no sabía que contestar—. Sólo no puedo—. Comencé a caminar a la salida del callejón opuesta por la que habíamos entrado con sus pasos pisándome los talones.
—Capitán, espere— dijo a mi espalda y cuando me giré a verla sus labios chocaron con los míos intencionalmente, mierda, ¿hoy todo el mundo haría eso?
Me separé y Amelia nos miraba molesta, furiosa desde unos pasos alejados del callejón, yo no había venido a Amboy para esta clase de drama, por eso las mujeres eran sólo un pasatiempo, no tenía tiempo ni ganas de soportar esto, sin embargo, aquí voy siguiendo a Amelia y gritando su nombre por la calle para que se detenga y me escuche, dejando a Sandy Clarke parada al final del callejón en donde había comenzado a hacerme un oral.
Para cuando alcance a Amelia ella ya se había encerrado en su habitación y no contestaba a mis llamados por su nombre. Sólo sería el inicio para las dos semanas más molestas de toda mi vida.
—Buenos días— anuncié llegando al desayunador como siempre sólo para que antes de despeinar el cabello de Amelia ella se levantara y se alejara de la cocina... día 1.
—¿Necesitas ayuda con eso?— grité hacia el techo de los departamentos donde Amelia, es shorts, intentaba reparar una gotera mientras llovía, recibí un dedo medio y me alejé de ahí... día 3.
—¿Prenderás la chimenea?— pregunté mientras ella llena de hollín me hacía una mueca de desagrado—. No puedes estar enojada conmigo para siempre—. Hoy ya hacía algo de frío y gracias al cielo usaba pantalón, aunque ajustado.
—Sólo hasta que te vayas— contestó y fueron las primeras palabras que me había dirigido en casi 10 días.
—¿Así te ponías con Max cada vez que se iba?— me arrepentí inmediatamente de mis palabras y más por la mirada asesina que me dirigió.
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La promesa
RomanceLa guerra ha enviado a tantos soldados como puede a Afganistán, Pakistán e Israel, tierras de nadie, dañadas por la búsqueda de poder y el odio. En un ataque armado Will y Max, mejores amigos deben salir y enfrentar a la muerte una última vez. Un...