Doloroso: Amelia

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—¡¿Qué hiciste qué?!— me gritó Julio al teléfono, para desgracia de mis tímpanos.

—Juls...— intenté y fracasé en razonar con él.

No, no, no... no puedes acostarte con un hombre un día y no contestar sus mensajes al otro— me regañó.

—Es que... estuvo mal— mi cabeza me daba vueltas y estaba tirada en el piso de mi sala lamentándome por lo que había hecho en mi cumpleaños.

Lo hiciste por despecho, bien... dícelo—, me sugirió... bueno me ordenó.

—Juls, no puedo hacer eso—, cubrí mi rostro con mi mano libre.

¿Pero sí pudiste acostarte con él? Pequeña zorra— me quejé ofendida—, mándale un mensaje: "lo lamento, no debió pasar. Emoticón de berenjena, emoticón de durazno, emoticón de prohibido" —, me reí sin ganas.

—Eres un idiota—, suspiré.

No entiendo por qué dices que está mal... él te dijo que su amistad seguiría intacta—, yo tampoco sabía por qué le daba tanta importancia.

—Es complicado—, resoplé.

—¿Tan malo es?— preguntó medio riendo y me sentí aún peor por silenciarme en ese momento—, ¡Ay, Jesús! El pobre hombre debe ser pésimo— me levanté del suelo intentando arreglar la situación, aunque... mi amigo no se equivocaba.

—No... no... pésimo no— mentí—, es solo que no pude evitar... compararlo—, cuando menos eso era cierto.

Ay Mia, eres la peor mentirosa de Estados Unidos... y mira quién es nuestro presidente—. Se rio y fingí reír—, entonces 1. Él no es Will Chain y 2. Es pésimo en la cama... pobre hombre.

¡No digas su nombre!— la punzada que atravesaba mi corazón cada vez que eso sucedía era demasiado doloroso para soportar.

Lo siento, cariño, pero... debes de aceptar qué tal vez nunca vuelvas a tener un adonis, Dios en la cama, fuerte, sexy...

Detente— advertí.

Ups... me dejé llevar—, pude escuchar a Wyatt toser al otro lado de la línea, él también había escuchado—, tranquilo cielo, estoy seguro de que no tiene la mitad de tu paquete—, me reí por primera vez enserio desde que comenzó la llamada con el grito de Julio.

—No le prometas nada—, dije de pronto acalorada, recordando a Will, recodando sus manos en mi cuerpo desnudo y mis labios en su pecho fuerte y...

Estás jadeando—, me informó mi mejor amigo, haciendo que volviera a la realidad.

—Ha pasado tanto tiempo, quería... volver a sentir, pero lo veo en todos lados—, suspiré pesado.

¿Te llevo a un show de strippers?— sonreí.

No... gracias, pero no—, dejé salir el aire acumulado en mis pulmones y miré la blanca pared frente a mi—. Haré algo de terapia ocupacional.

Hazlo desnuda, eso le ayuda a Ali en "The notebook"—, casi rio ante su idea antes de considerarla por el más breve de los segundos, estaba sola, aburrida, conseguiría pintura y haría mi propia sesión erótico-artística.

Lo pensaré—, concedí—, te quiero—, me despedí.

Yo también, bebé, diviértete—. Colgué.

Tenía semanas a base de queso, vino tinto, pintura y desnudez, sólo me vestía para ir a comprar más suplementos, no había una pared en mi departamento que fuera blanca ya, cada una tenía algo especial, cada una tenía una obra, que, aunque no eran perfectas me habían llenado de calma.

La promesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora