Involuntario: Amelia

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Había cambiado toda mi vida, había revolucionado mi manera de ver el mundo y... me había cortado el cabello.

—¡Ahhhh! Monstruo, ¿Qué hiciste?— gritó Julio cuando entré a su departamento, era un exagerado, mi cabello llegaba a mis hombros, no es como que me hubiera rapado.

—¿Cerré ciclos?— reí nerviosa, había leído que un cambio de apariencia ayudaba con el duelo y decidí hacerlo de una vez por todas, intentando claramente, no recordar las noches con Will en las que me tomaba por el cabello enredándolo en su mano y jalando mientras...

—Estás sonrojada— dijo Wyatt pasando detrás de Juls y mirándome como si fuera otra persona.

—Yo... necesitaba el cambio ¿Ok?— miré a mi mejor amigo quien tomaba las puntas de mi cabello entre sus dedos, haciendo un gesto de angustia y un falso puchero.

—¿Y luego que será? ¿Te pondrás senos?— rodó los ojos alejándose de mi.

—¿Crees que sea necesario?— pregunté con falso interés mirándome de perfil en el espejo.

—¡No, claro que no!— me alejó del espejo jalándome del brazo.

—Era broma— dije riendo y sentándome en un taburete de la barra.

—Mia, dime que todo esto no es por lo que dijo Albert—, me enfrentó, mirándome de frente con los ojos muy abiertos y una seriedad poco característica de mi amigo. Resople dándole, involuntariamente, la razón.

—Es que yo...— mordí mi labio, característica que había adoptado de una amiga de la universidad

—Bebé— se acercó a mi lado.

—El no va a volver, Juls...— dije mirándolo resignada— y debo aceptarlo.

—Lo sé cariño— me abrazó—, solo... solo quiero que seas feliz por ti, no para complacer a los demás.

—Bueno, Albert no me habla así que, supongo que esto es por mi— sonreí sin gracia señalando mi cabello.

—Mia...— resopló— ¿Qué haremos para tu cumpleaños?— cambió de tema radicalmente sin exponer sus pensamientos.

—No lo sé, estoy en finales y no lo había pensado— fui honesta, aceptando el cambio de tema.

—Bueno, debemos ir de compras, ese cabello no se ve bien con tu ropa de pueblerina—, se burló y reí junto con Wyatt que nos escuchaba mientras miraba televisión.

—Oye...— dije ofendida y riendo

—Vamos nena, si quieres un cambio, tendrás un cambio.

Las calles de Nueva York estaban atestadas de gente, todos disfrutaban del regreso del frío, había hielo en las sombras y la nieve no tardaba en volver, aún así el Times Square estaba lleno de turistas y locales, las luces te cegaban por completo, las risas, música y charlas amenas eran opacadas por las ambulancias, patrullas y claxsons de los autos más cercanos, pero aún así era encantador.

—Muy bien, entremos aquí— anunció Juls en una tienda que parecía costosa.

—No tengo tanto dinero para ropa... yo...

—No te pedi dinero, Mia— me interrumpió— considéralo mi regalo adelantado de cumpleaños.

Accedí. Recorrimos muchísimas tiendas de diversos tamaños y precios, algunas cosas las pague yo, obviamente, otras Julio y al final decidimos volver puesto que no podíamos cargar más, había sido divertido, me sentía con vida y feliz, despejarme estaba funcionando y casi no había pensado en Will hoy... casi.

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