—Sus votos— dijo el juez, amigo de Julio y Wyatt que los casaba en el salón frente a toda sus familiares y amigos, incluso los hermanos de Julio habían venido para sorpresa de todos.
—Yo Julio— comenzó mi amigo con lágrimas en los ojos— prometo no odiarte nunca y si llego a sentirme enojado contigo ir por una caja gigante de Twinkies de fresa, prometo no lavar los trastes cuando yo haga la comida y esperar a que tú lo hagas así pasen días— todos reímos aunque mi humor era de los mil demonios—, prometo que todos los martes serán de nachos y los viernes de pizza, prometo que todos los domingos iremos al cine y prometo abrazarte cada noche por el resto de nuestra vida juntos— mi mejor amigo lloraba con emoción frente a mi con el que sería su compañero de vida, tenía una carrera exitosa en una ciudad amada por todo el mundo y triunfaba en todo lo que se proponía, mientras yo posiblemente moriría en la misma cama en la que duermo ahora.
Will estaba a unas bancas de mi, escucharlo decirle a Julio toda la verdad me partió el corazón, no quería creerlo, quería que fuera mentira, cada lagrima que derrame antes de jurarme no volver a llorar por él, era de puro dolor, me había mentido, lastimado, había jugado conmigo de la peor manera y lo peor de todo él era la causa de que Max no estuviera a mi lado ya.
Ni siquiera me miraba, jamás volteó a verme, si sus palabras no habían sido reales entonces yo hubiera esperando más insistencia, pero no, jamás tocó a mi puerta, nunca dijo más mi nombre, cuando baje y sus ojos se abrieron y sus pupilas se dilataron esperé por una reacción de su parte, una palabra, pero sólo se giró y se alejó de todos.
La fiesta comenzó luego de la ceremonia, Julio y Wyatt se veían felices tomándose fotos con todos y bailando y tomando sin parar, Will había elegido el peor de los días para declararse culpable de todos los crímenes... ahora sí quería que se fuera, necesitaba que mi corazón dejara de doler y no había como, más que el alcohol.
—Oye bebé deberías dejar eso— dijo Julio acercándose a mi— ¿Te sientes bien, Mia?
—De maravilla— hipeé casi cayendo a su lado y riendo escandalosamente, Dioses que pena, estaba arruinándole la fiesta a mi amigo.
—Necesito que dejes de tomar, ¿si?— sus ojos denotaban preocupación y me sentí mal de inmediato.
— Iré a casa, lo siento no debería estar haciéndote esto— me disculpe e intenté salir
—Mia, Amelia, bebé... no puedes irte tú sola, espera, yo iré contigo— me quiso acompañar y negué.
—Estoy bien, iré despacio y te mandaré un mensaje al llegar— reafirmé, no estaba segura de cómo haría todo eso pero fue lo único que podía pensar.
—¿Me llamarás, verdad?— se veía preocupado e intenté verme sobria.
—Lo haré— aseguré tomando su mano y sonriéndole.
La verdad no estaba muy segura de nada, no sabía que hora era, no sabía cuánto había bebido, no sabía por qué maldita razón seguía pensando en Will cuando todos me dijeron que el alcohol te hacía olvidar, nada estaba funcionando.
Caminé lo más recta que podia, conocía a todos en este pueblo y todos me conocían a mi, los chismes volarían si me dejaba ver en mal estado y mi mamá no necesitaba más preocupaciones... mamá... la deje en la fiesta, mierda... iba a más de la mitad del camino cuando giré, debía volver por ella.
—Mira lo que el viento trajo— su voz me sonaba muy conocida pero no podía enfocarla.
—Déjame en paz— me intente alejar de la silueta femenina que me interceptó en el camino.
—Mia, tú siempre quieres todo lo bueno de este pueblo y cuando yo lo obtuve no pudiste soportarlo— no podía entenderle nada y me estaba dando muchísimo sueño, debía ir por mamá.
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La promesa
RomanceLa guerra ha enviado a tantos soldados como puede a Afganistán, Pakistán e Israel, tierras de nadie, dañadas por la búsqueda de poder y el odio. En un ataque armado Will y Max, mejores amigos deben salir y enfrentar a la muerte una última vez. Un...