La mañana llegó con demasiada rapidez, mis ojos pesaban ante el sueño pero poder ver a Amelia tan tranquila durmiendo era uno de mis pasatiempos favoritos, saber que despertaría asustada y desorientada, cubriendo su boca temerosa de su aspecto me hacía sonreír y divagar soñando en sí, algún día, perdería esa vergüenza al estar conmigo, tal vez luego de algunos años despertando uno al lado del otro ella me dejaría mirarla al natural tal y como era. El pensamiento me hizo sonreír más, pensar en un futuro juntos me hacía perder la cabeza.
El cabello de Amelia estaba muy largo y no pude evitar pensar en cuanto me gustaba eso, se esparcía por toda la almohada y cubría un poco de su espalda, la imagen era terriblemente tentadora.
—¿Por qué estás sonriendo?— preguntó en voz soñolienta, ni siquiera había notado que despertó.
—Te veía dormir— admití.
—¿Y te causo gracia?— Alguien quiere pelear alerto mío subconsciente.
—Me causas bastante ternura de hecho— sonreí más pensado que ya había solucionado las cosas, error.
—¿Eso le dices a todas las chicas con las que despiertas?— resoplé... aquí vamos. En un universo paralelo me hubiera levantado e ido inmediatamente, sin embargo, sabía porque lo preguntaba, sabia también por quién y lo peor de todo, es que no tenía una buena respuesta.
—No— Parpadeo rápidamente y abrió la boca muchas veces como un pez fuera del agua, en busca de las palabras correctas—. Mia... yo no...
—¿No me dejaste explicarte?
—No, yo...
—¿No me pudiste esperar?
—¿Quieres por favor...
—¿Irme? ¿Dejarte con Katy Hudson? Dime algo, Will... ¿los chismes del pueblo eran mentira?— No sabía que se decía en el pueblo, no tenía idea de qué demonios había escuchado sobre mi y Katy.
—No sé cuáles fueron los chismes— fui honesto, no tenía razón para mentirle, si se alejaba de mi tal vez seria lo mejor para ambos de una vez por todas, si se quedaba... pues no me podría hacer más feliz.
—¿Te fugaste con Katy?— resoplé
—No— asintió
—¿Estuviste con ella todo este tiempo?— pude escuchar lo fuerte que trono mi quijada al cerrarla.
—Sí— bajo la mirada y me sentí un idiota.
—Acababas de decirme que me amabas— me recriminó.
—Y lo hago— negó
—Una persona que ama a otra no puede simplemente... "engañarla"— hizo comillas con los dedos.
—¿Por qué las comillas?— pregunté intentando aligerar el humor de la conversación, aunque sabía que sería inútil.
—No me engañaste— me miró directo a los ojos desarmándome— no somos nada.
—Sólo eres el amor de mi vida, tienes razón— me levanté de la cama con frustración— ¡La cagué! ¿Bien? Lo hice, estaba furioso...
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La promesa
RomanceLa guerra ha enviado a tantos soldados como puede a Afganistán, Pakistán e Israel, tierras de nadie, dañadas por la búsqueda de poder y el odio. En un ataque armado Will y Max, mejores amigos deben salir y enfrentar a la muerte una última vez. Un...