¡Llegamos a las 1,000 lecturas! Muchísimas gracias por dedicarle su tiempo a esta historia que de verdad me gusta mucho y es completamente diferente a lo que he escrito antes ❤️ aprecio cada uno de sus votos y comentarios, pero sobre todo el hecho de que les interese leer lo que escribo.
¡Vamos por mil más!
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Desperté sudoroso y agitado, las palabras que había mencionado justo antes de que la bomba nos cayera encima a mi y a Max no dejaban de repetirse en mi mente. Había soñado a mi mejor amigo de nuevo, molesto, estaba tan enojado conmigo por lo que estaba haciendo con Amelia que el nudo en mi estómago me impidió dormir de nuevo, eran al rededor de las 5 de la mañana cuando baje por una taza de café, el dolor de mi cabeza no desaparecía y la sensación de estar haciendo todo mal me abrumaba.
Sabía que hoy sería un día ocupado, Julio y su novio se casaban mañana y habían decidido hacer la fiesta en Amboy por el bienestar de Don Luis y para que mamá tina estuviera presente, eran buenos chicos, habían mandado con anticipación todas las decoraciones y cosas que necesitaríamos para su fiesta.
Entrené unas horas antes de que la locura se desatara sobre nosotros, sabía que estaba mal pero no quería ver a Amelia, me sentía un traidor y en el momento en el que sus bonitos ojos chocaran con los míos olvidaría a Max, olvidaría la decepción que siento por mi mismo y la abrazaría y besaría... pero, según el Max de mi sueño, no había nada peor que eso; corrí por el pueblo que se encontraba casi en tinieblas aún, a excepción de la panadería y la iglesia que tenían chimeneas humeantes probablemente desde hace horas.
—Capitán— escuché a lo lejos y me detuve, era demasiado temprano para encontrarme a alguien.
—Katy— precia ebria y se tambaleaba hacia mi.
—Tú, eres un idiota— dijo presionando su dedo contra mi pecho— me dejaste como si no valiera nada— sorbió su nariz y me miró con ojos rojos llenos de lágrimas sin derramar— ¿por ella? ¿Qué tiene Mia Stubborn que no tenga yo?— me empujaba débilmente y sentí la necesidad de ayudarla, no se veía para nada bien.
—Te llevaré a tu casa Katy— se alejó de mi agarre.
—¡Yo puedo sola, gracias!— gritó casi cayendo hacia atrás— pero acuérdate de mi, capitán, esto no se queda así— amenazó caminando despacio en dirección a su casa, tomaría su amenaza en serio de no ser por que el nivel de alcohol en su cuerpo la ayudaría a no recordar nada cuando despertara seguramente, debía volver a casa antes de que Amelia despertara, aún tenía demasiadas cosas en las cuales pensar.
Julio y Wyatt llegarían en cualquier momento al pueblo, mamá Tina se volvía loca al no poder ayudarnos con los preparativos, en Amboy había sólo un salón, era grande y pintoresco, aunque sí lo comprabas con cualquier otro, este era una mierda.
—¡Put...!— chilló Amelia al golpearse con el martillo mientras agregaba algunas de las decoraciones de techo que Julio quería, la verdad la había evitado toda la mañana y gran parte de la tarde aunque estuviéramos trabajando juntos.
—¿Todo esto no deberían hacerlo los dueños del salón?— pregunté desde la otra esquina del salón sin siquiera voltear a verla, no podía, no debía, tenía náuseas y la imagen de Max en mi memoria... muriendo por mi culpa.
—Son unos ancianos, soldado— contestó y se rió mirándome, estaba cubierto de brillantina de los centros de mesa, eran unos horribles centros de mesa—. Te ves sexy capitán—. Sonrió de lado y me derretí ante su intento de ser sexy, su sonrisa y sus ojos que me escaneaban... mierda.
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La promesa
RomanceLa guerra ha enviado a tantos soldados como puede a Afganistán, Pakistán e Israel, tierras de nadie, dañadas por la búsqueda de poder y el odio. En un ataque armado Will y Max, mejores amigos deben salir y enfrentar a la muerte una última vez. Un...