—Hoy lo haré— le dije a Julio que me miraba entrenar mientras tomaba un chocolate caliente.
—¿Harás qué exactamente, campeón?— pregunto cruzando la pierna; la verdad me estaba llevando muy bien con Julio, era bastante agradable y nadie conocía mejor a Mia que él.
—Hablar con mi general— expliqué levantando mi peso en una barra que había improvisado; sus ojos se abrieron como platos y se acercó a mi tirando la mitad de su chocolate en el proceso.
—¡¿Qué?! No pensarás irte ahora— me recrimino
—Entre más pronto me vaya más pronto volveré, Julio— baje de la barra y el tomo mi brazo con fuerza.
—Dios estás como quieres— sacudió su cabeza y mi ego se ensanchó— ese no es el punto— se regañó a sí mismo— No puedes dejar a Mía ahora— me miró, había preocupación y dolor en su mirada—. Will, ella no te perdonara si te vas ahora.
—Ella y yo no somos nada— lo miré con confusión.
—¡Ay Dios, Will!— me soltó y se volvió caminando hacia la casa.
—¡Hey! ¡hey!— grité caminando detrás de él.
—Oye, oye, oye, grandote, ¿por qué estás gritándole a Julio? — me detuvo Amelia poniendo su mano en mi pecho, había arruinado todo al dejarme llevar por mis impulsos y besarla.
—Él... Yo...— sus ojos me hipnotizaban y tenía una ira incontrolable creciendo dentro de mi—. Se enteró de que me voy y se enfado— mentí... ¿por qué le mentía?
—¿Te vas?— me golpeé mentalmente por mentirle.
—Sí— No— No ahora— corregí intentando enmendar mi error, pero en sus ojos todo rastro de diversión o felicidad había desaparecido, mierda.
—Bien— fingió indiferencia— buena suerte—. Me molestó su actitud.
—Gracias— caminé en zancadas grandes hacia mi habitación dejándola ahí parada sola, tomé mi teléfono y marqué a mi general.
—No, no y no— Gritó Stan al contestar, ni siquiera le había dicho nada.
—General— Esperaba que su respuesta no hubiera sido a mi pregunta no contestada, pero me equivoqué, de nuevo.
—Capitán, usted no está en condiciones de volver y yo no lo traeré aquí a morir— fue su única respuesta— Y William— su voz de advertencia era la de un padre— te llamaré cuando necesite tu trasero en la base, no antes—. Sentenció y cubrí mi rostro intentando no explotar con mis sentimientos, el ejército era vida fácil comparado con la vida amorosa, sentimental y llevar el día a día que me había auto regalado al llegar a este maldito pueblo.
¿Qué esperaba? ¿Qué Amelia me rogará que me quedara? ¿Qué me dijera que me "amaba"? El simple pensamiento me hizo reír, era un capitán del ejército de los Estados Unidos y en este momento parecía un quinceañero enamorado.
—Quiero irme ahora para volver cuanto antes, señor— Expliqué antes de que me colgara
—Eres muy joven, William— comentó impresionado— será... eres un capitán que puede seguir subiendo de rango sin problema— intentó convencerme
—Señor, debo volver a casa— suspiré esto era muy difícil para mi— tomaré las misiones necesarias...
—¿Que cambió?— interrumpió mi discurso
—Señor...— no podía decirle la verdad.
—¿Es la chica, no es así?— preguntó resoplando y pude imaginarlo rascando su cabeza sin cabello.
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La promesa
RomanceLa guerra ha enviado a tantos soldados como puede a Afganistán, Pakistán e Israel, tierras de nadie, dañadas por la búsqueda de poder y el odio. En un ataque armado Will y Max, mejores amigos deben salir y enfrentar a la muerte una última vez. Un...