Deseos: Will

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—¿W...Will?— Escuché a lo lejos.

—¿Hmm?— Me aferré más a mi mullida almohada parlanchina, Dios, sentía muchísimo calor, pero estaba exageradamente cómodo.

—¿Will?— Escuché de Nuevo, era la voz de Amelia, no entendía por qué no podía dejarme dormir unos minutos extras.

—5 minutos más, por favor— me acomodé sintiendo el aroma de su cabello embriagarme, me tensé de inmediato—. ¡Oh Dios mío, Amelia!— me separé como si su cuerpo me hubiera quemado y giró, haciendo una mueca de dolor y bajándose la falda con rapidez, miré hacia sus piernas ante la acción y cerré los ojos intentando calmar mi punzante entrepierna.

—¿Qué sucedió anoche?— estaba aterrada por la respuesta, de le notaba, pero nada había pasando entre nosotros, jamás me aprovecharía de ella por más que mis manos quisieran tocarla o por más que Julio me dijera que quitara su vestido para que durmiera más cómoda, no podía, no lo haría... no era un animal, no quería hacerle daño.

—N-Nada— también estaba nervioso por la situación, pero ella confiaba en mi—. Es decir— aclaré mi garganta y me levanté de la cama— Nada, Milo, todo... nada...— cerré los ojos aclarando mis pensamientos, no podía verla así, recostada en mi cama, con la ropa movida, el cabello despeinado y el maquillaje corrido sin imaginar lo que pudo haber sido, lo que pudo haber ocurrido, relamí mis labios y de verdad mi entrepierna dolía al tenerla así frente a mi—. Te quedaste dormida y tu habitación estaba cerrada, no encontramos la llave— explique cómo pude, dejando de mirarla, Dios mío, si soy un adolescente.

—Oh— dijo tocándose la cabeza—. Que alivio— resopló y rió bajo—. Yo pensé... es que, no recuerdo mucho de anoche— había una sonrisa boba en sus labios y se giró en la cama para bajarse de ella—. La llave— volvió a reír— siempre la dejó en el marco de la puerta, es que tengo miedo de que se me pierda— se tambaleó— no cerraría pero, hay muchos inquilinos que comparten el mismo pasillo— siguió con su vomito verbal mientras tomaba sus zapatos—, Dios, soy un desastre— dijo alisando su cabello— Me alegra que nada paso, Adiós Will— salió de mi habitación cerrando la puerta con nerviosismo y segundos después volvió a entrar acercándose a paso seguro hacia mi y besando mi mejilla—; te besaría pero no he lavado mis dientes— explicó haciéndome reír y dejándome sin palabras asentí.

—Yo tampoco lo permitiría— reí— tampoco he cepillado los míos—. Sonrió una última vez y salió de la habitación de nuevo.

Dioses... estaba muy enamorado de ella, perdóname Max, pero tu hermana es otra cosa.

Luego de ese día las cosas se pusieron algo difíciles, no podía ver a Amelia sin imaginarla debajo de mi o gimiendo mi nombre y eso me hacía sentir un horripilante ser humano, un simple rose, toque... beso, todo era una tortura cuando se trataba de ella, pero luego de lo que me dijo Julio el día de nuestra salida no podía pedirle nada a Amelia, aparte de que no éramos nada y yo me iría una temporada, no podía sólo hacerlo...

—¿Qué sucede?— preguntó una noche mientras veíamos una película en la sala de estar, la verdad, nuestra relación era como un noviazgo, excepto que no lo habíamos dicho abiertamente y no sabía si era el momento correcto para pregúntale si quería serlo.

—Nada— acomodé la manta que nos cubría.

—Oye— besó mi quijada intentando ganar mi atención, ajena al hecho de que ella tenía todos mis sentidos enfocados. La miré, ganándome un beso en los labios, su sabor adictivo—. ¿Dime qué pasa por tu cabeza?— acaricio mi cabello y se sentó sobre mis piernas a horcajadas, mierda...

—Mia— dije en tono de advertencia intentando separarla de mi.

—¿Hmm?— contestó acercándose a mi cuello y besándolo.

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