Capítulo 4

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Cuando llegamos a la casa yo fui la primera en bajar del auto. Al ver el ambiente de la fiesta me dieron ganas de volver a entrar y no salir hasta que terminara, pero Alex no me lo permitió, apoyando sus manos en mis hombros y obligándome a caminar.

—Sus padres no están en toda la semana— comentó Diego.

Seguíamos caminando y sentía que todos me miraban, principalmente las chicas, seguramente por estar llegando a la fiesta con los que perfectamente podían ser los más guapos del lugar.

Mi timidez me pedía que me aferrara a alguien y me escondiera para pasar desapercibida, pero Alex seguía con sus manos en mis hombros y no tenía a quien aferrarme.

—En unos minutos ya no van a notarte— intentó calmarme Simón.

—¿Viene Sasha?— preguntó Alex y Diego asintió—. Mierda.

—¿Quién es Sasha?— le pregunté a Alex con curiosidad.

—Tuvimos algo y todavía insiste— me explicó sin darle demasiada importancia al asunto.

Entramos a la casa y Diego y Simón no tardaron nada en dispersarse. En cambio, yo había optado por caminar detrás de Alex, siguiéndolo como un cachorro asustado.

—Deja de esconderte, todos te están mirando.

—Exactamente, por eso me escondo.

—No seas ridícula— me regañó y me cinchó del brazo para que caminara a su lado—. Estás preciosa.

—Gracias— le respondí y sentí como las mejillas se me encendían.

Sin darme cuenta estábamos dirigiéndonos a una mesa con mucho alcohol.

—Alex— lo llamé, avisándole con la mirada.

—Solo un traguito, te lo prometo— me aseguró él, pero entonces pareció ver algo a mi espalda y su cara cambió por completo—. O más de uno.

Me giré y noté que unas chicas caminaban hacia nosotros a una gran velocidad. Volví a mirar a Alex y vi como empinaba una botella como si no hubiera un mañana.

—¡Alex!— grité y le saqué la botella, provocando que su remera se mojara—. Lo siento.

Antes de que pudiera quejarse las chicas ya estaban a nuestro lado.

—¡Alex!— exclamó entusiasmada la rubia y le sonrió.

Sus dientes estaban rosados y me obligué a mirar hacia otro lado para no ser indiscreta.

—Sasha...

—Ya que los dos estamos aquí, podríamos buscar un lugar más privado, y ya sabes— le dijo ella sin rodeos y yo admiré su valentía.

La amiga de la tal Sasha y yo mirábamos la situación como si no estuviéramos presentes.

—Salgo con alguien— le cortó el rostro Alex, que bueno, no quería quedarme sola mientras ellos hacían quién sabe qué.

—¿Con quién?— le preguntó Sasha, no parecía estarle creyendo ni una palabra.

—Con ella— respondió Alex y me miró, mis ojos se agrandaron de la sorpresa.

¿Qué?

—¿Qué? ¿Con ella?— preguntó Sasha, aguantando la risa—. Ella no es tu tipo.

Otra más con el tipo.

—Los gustos cambian— respondió Alex.

—Vamos, Alex, no te creo nada.

—¿No?— preguntó él con diversión en la voz.

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