Capítulo 25

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Me desperté en una cama que no era mía, pero a mi lado no había nadie. La tormenta continuaba, busqué mi celular y descubrí que eran las seis de la mañana, me sorprendía que Alex ya se hubiera levantado.

Bajé la escalera y cuando entré a la cocina ví a mamá, Ana y Alex desayunando.

-Buenos días- los saludé con una sonrisa. Los tres me devolvieron el saludo.

Me acerqué a Alex y me serví café, tenía mucho frío y pocas ganas de prepararme algo más. Él me pasó una tostada y yo le puse mermelada de frutilla.

-Wen- me llamó mamá y yo levanté la mirada-. Hoy no van a ir al liceo, hay una gran tormenta afuera y podría ser peligroso.

-Y yo pensé en invitar a Simón y Diego- agregó Alex y me miró-. ¿Qué decís?, podríamos dormir en la sala.

-¿Me estás preguntando a mí?- le pregunté extrañada.

-Sí- me respondió de forma obvia.

¿Me estaba invitando a estar con él y sus amigos o era mi impresión?

-Me parece una muy buena idea- dije.

-A mí no me agrada mucho la idea de que ellos salgan con esta tormenta, pero está bien, pueden venir- nos permitió Ana y Alex sonrió satisfecho, al parecer había estado pidiéndole permiso antes de que yo llegara.

-¿Y sobre mañana?- pregunté y Alex me miró con mala cara.

Tenía que preguntar ya que se suponía que al día siguiente teníamos clases.

-Anunciaron que mañana va a estar igual que hoy- me respondió mamá y Alex sonrió.

-¿Ya ves?- Me preguntó él y mordió su tostada-. Deberías invitar a Lucía- me sugirió con la boca llena.

¿Desde cuándo le importaba Lucía? Los celos empezaron a apoderarse de mí como si estuviera siendo poseída. Ese era mi mayor defecto, era demasiado celosa. No podía controlarlo.

-Claro- acepté evitando su mirada.

***

Los chicos llegaron a la casa a eso de las seis y media de la tarde.

Lucía y yo estábamos hablando en la cocina mientras los chicos jugaban en la sala. Ya había pasado casi una hora desde que habían llegado y con Lucía no habíamos parado de hablar.

-¡¿Se besaron?!- gritó Lucía y yo le tapé la boca.

-¡No grites!- exclamé en voz baja.

-Lo siento- me dijo ella bajando la voz-. Entonces, ¿cómo fue?

-Hermoso, te juro, estoy loca por él- admití-. No es para nada lo que aparenta, es súper dulce y me ayudó mucho en todo este tiempo.

-Me alegra verte tan feliz- me dijo Lucía y ambas nos sonreímos.

Las voces y las risas de los chicos se empezaron a escuchar cada vez más cerca.

-Se acerca el escándalo- advirtió Lucía.

-Los doritos son mejores que las papas- aseguró Simón.

-No, las papas son mejores- lo contradijo Alex.

Los dos siguieron peleando, Lucía, Diego y yo nos mirábamos sin entender. Diego abrió una bolsa de papas que había encima de la mesada y se puso a comer mientras escuchábamos los argumentos de los chicos.

-Muy bien, Wendy lo decide- dijo Simón y los dos me miraron-. ¿Doritos o papitas?

Fingí pensar por un momento para meterle suspenso al asunto, pero yo ya sabía qué responder incluso antes de que me lo preguntaran.

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