Lunes en la mañana y me desperté debido a los insistentes golpes en la puerta de mi cuarto. Buena forma de empezar el día.
Más después de ese fin de semana en el que Alex y yo habíamos vuelto a ignorarnos después de volver de lo de Lucía. Nada nuevo, ya era costumbre. No obstante, mi yo interno se debatía sobre qué sentir, parecía que estaba en una montaña rusa de sentimientos. Alex me estaba volviendo loca.
—Wen, ¿estás despierta?— me preguntó mi madre.
Acto seguido entró a mi cuarto y encendió la luz. No había cosa que odiara más que hicieran eso cuando recién me estaba despertando, pero ella lo hacía siempre.
—Ahora sí— gruñí malhumorada y me escondí bajo las mantas.
—¿A dónde se fue mi niña?— preguntó en un tono infantil.
—No tengo cinco, mamá— me quejé, pero una sonrisa había aparecido en mis labios.
—¿Hoy entras más tarde a clase?— me preguntó.
—Lamentablemente, no— respondí.
—Falta media hora para que entres, Wen— me avisó y yo abrí los ojos.
—¡¿Qué?!— pregunté alterada.
Volé las mantas y me levanté tan rápido que me mareé y me caí.
—¡Dios mío!— exclamó mi madre—. ¡¿Estás bien?!
—Sí, sí, tranquila— dije y me paré.
—Me vas a provocar un infarto un día de estos. — Dramatizó—. Te esperamos abajo, no tardes mucho.
Después de revisar si estaba en una pieza, me dio un beso en la frente y salió de mi cuarto. Apenas cerró la puerta corrí al ropero y por primera vez agarré lo primero que vi.
Solía tardar al elegir mi ropa porque me gustaba sentirme bonita y cómoda conmigo misma durante el día, eso siempre hacía mejores mis mañanas.
Mientras me vestía lo más rápido que podía y evitaba meter los pies en los agujeros del pantalón, pensaba en que toda esa situación me parecía muy extraña. Siempre me ponía más de una alarma para despertarme, no entendía por qué razón no las había escuchado.
Después de vestirme corrí de mi cuarto al baño a la velocidad de la luz. Me lavé los dientes, la cara, me peiné y volví a correr a mi cuarto.
—¿Wendy, quieres que te lleve?— me preguntó mi padre desde el piso inferior.
—¡Sí, bajo en cinco minutos!— le respondí.
Me miré en el espejo y sentí que algo me faltaba. Tenía que salir sin maquillaje, porque no me daba el tiempo de nada. No me agradaba ni un poco la idea, pero prefería eso a llegar tarde.
—Hoy será al natural— pensé en voz alta, intentando hacerme a la idea.
Bajé la escalera y vi a mi padre esperándome en la entrada.
—Estoy lista— le avisé.
—Muy bien, vámonos.
Me despedí de Ana rápidamente y cuando salí noté que mi madre nos esperaba con una sonrisa. Se acercó a mí y me dio unas oreos.
—Para que comas algo en el camino— me dijo, ella sabía que mi fascinación por las oreos mejorarían mi humor.
—Gracias, mamá— le dije y la abracé.
El camino al liceo fue rápido, y agradecí no haber tenido la idea de maquillarme en el auto. Con el movimiento y los pozos terminaría hecha un desastre.
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Tú me completas
Teen FictionPor culpa de su hermano, la dulce Wendy termina viviendo en casa de Alex, el chico que no ve desde niños y que, para ella, tiene los ojos más hermosos que ha visto. Wendy sabe desde el principio que Alex le traerá problemas, y cuando la cosa empiec...