Capítulo 20

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Un sonido de lo más irritante me despertó.

El sol iluminaba levemente la habitación y noté que todavía seguía abrazada a Alex.

-Ya vamos- le avisó a alguien a través del teléfono.

Lo solté, me di media vuelta y me escondí bajo las sábanas.

-Tenemos que ir a desayunar, princesa- me dijo con su sexy voz matutina.

-Qué hermosa voz- pensé en voz alta y me aferré a las sábanas para esconderme aún más.

Imaginé a Alex con su típica sonrisa engreída. Él levantó las sábanas para meterse también y se acercó a mí.

-¿Te gustaría que te despertara así todos los días?- me preguntó al oído.

"Pues claro, me encantaría, sería un sueño", pensé.

Me levanté sin responderle, ya había perdido suficiente dignidad para una mañana.

***

Veinte minutos después estábamos en el desayuno, buscando a nuestros padres.

-Allá están- anunció Alex y yo lo seguí entre las mesas.

-¡Buenos días!- exclamó Ana entusiasmada.

-Buenos días- saludamos Alex y yo.

En la mesa solamente estaban Ana y mamá.

-¿Y los demás?- pregunté. 

-Sirviéndose más comida- me respondió mamá.

Eso pasaba cuando el desayuno venía incluido en el precio.

Alex y yo fuimos a buscar nuestro desayuno. Yo empecé por agarrar una taza y hacerme un café con leche.

-Solcito- me llamó mi padre-. ¿Cómo dormiste?

-Hola papá, muy bien, las camas son muy cómodas- le respondí.

-Tienes toda la razón- concordó.

Llevé mi taza a la mesa para empezar a servirme la comida. Yo no era del típico "me da vergüenza agarrar muchas cosas", para nada, yo me servía de todo un poco. Todo lo que me llamara la atención iba para el plato.

Me dirigí a la mesa con mi plato lleno de comida y me senté frente a Alex.

-¿Hay huevos revueltos?- preguntó mamá.

-No, se terminaron- le respondió papá.

-Eso nos pasa por bajar a desayunar tarde- se quejó Ana.

-Sólo por media hora- le dijo Alex y Ana rodó los ojos.

-Se está acercando el chef con una bandeja- contó Gustavo.

Los cuatro miraban muy concentrados los movimientos del chef. Alex y yo no entendíamos nada.

-¿Son huevos?- preguntó Ana.

-¡Son huevos!- exclamó mamá.

Gustavo y mamá salieron casi corriendo detrás de esa bandeja.

-Esos huevos están buenísimos- nos contó Ana.

Alex y yo nos miramos y nos reímos.

***

Después de desayunar nos dirigimos a nuestras habitaciones para cambiarnos e ir a la piscina.

-Ya te dije que no sé nadar- le reproché a Alex ya que me había agarrado en brazos y tirado a la piscina unos minutos antes.

-No ibas a ahogarte, estamos en una piscina- me dijo.

-Da igual- respondí, me crucé de brazos y miré hacia otro lado.

-No seas dramática- agregó Alex.

En ese momento una rubia con un cuerpo escultural entró al lugar. En seguida miré a Alex y noté que la estaba viendo atentamente.

No podía hacer ni decir nada, así que me tapé la nariz y me sumergí en el agua.

-Wen- me llamó mi madre cuando salí nuevamente a la superficie-, se te está por desatar la parte de arriba- me avisó.

-Te ayudo- me ofreció Alex y yo lo miré seriamente.

Le di la espalda y me levanté el pelo para que pudiera atarla. Cuando terminó bajó su mano por mi espalda suavemente. Abrí los ojos sorprendida y me aseguré de que nuestros padres no hubieran visto eso.

-Gracias- le dije dándome la vuelta.

-De nada, celosa- él sonrió y yo hice una mueca.

-¿Celosa de qué?- le pregunté.

-No te hagas la desentendida, princesa.

Rodé los ojos y salí de la piscina.

Me senté en una silla y me puse los lentes de sol de mamá. Así podía observar discretamente cómo la rubia aprovechaba que yo no estaba para acercarse a Alex.

"Si yo fuera su novia, discretamente le partiría la cara", pensaba. Los celos sacaban mi lado violento al parecer.

Los dos salieron de la piscina y pasaron frente a mí para luego desaparecer por el pasillo. Bien, la rubia me había cerrado la boca.

Bueno, con el cuerpo y la cara que tenía esa chica yo también hubiera caído. 

Ya volvía a sentirme insuficiente.

-Voy al baño- le avisé a mamá y dejé sus lentes en la silla.

Tenía que averiguar qué estaban haciendo esos dos.

En el pasillo me crucé a Alex, solamente a Alex. No había pensado en qué hacer si me descubría.

Seguí caminando ignorándolo completamente.

-Wen- me llamó él, yo lo ignoré-. Wendy- volvió a llamarme.

Me di media vuelta rápidamente y casi me choco contra el pecho de un chico. Levanté la mirada y me encontré con unos intensos ojos verdes mirándome. ¿En ese hotel eran todos modelos o qué?

-Perdón- le dije.

-Tranquila- me respondió y siguió caminando.

Alex se acercó a mí.

-¿Qué estás haciendo?- me preguntó.

-Nada- respondí.

-Bien- respondió dudando-. ¿Volvemos?- me preguntó.

-¿Y la rubia?- le pregunté.

Era pésima disimulando.

-En el baño, me preguntó si sabía dónde estaba- me contó.

Qué ingenuo.

-Ella no quería que le mostraras el baño, idiota- le dije molesta.

-¿Qué quería, entonces?- me preguntó.

-Que le mostraras tu lengua en su boca o algo así.

Alex sonrió mientras me analizaba con sus hermosos ojos.

-Sos frustrante- me quejé y comencé a caminar hacia la piscina.

Alex me rodeó con sus brazos para detenerme.

-Yo seré frustrante, pero vos sos una acosadora celosa- me dijo y yo me escapé de sus brazos.

-Yo no soy ninguna acosadora- le aseguré mirándolo seriamente.

-¿Y qué hacías acá?

-Iba al baño- respondí y Alex levantó una ceja.

Mierda, había olvidado ir al baño para disimular.

-Bien, tú ganas- acepté y retomé el camino a la piscina con Alex detrás de mí.

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