La mañana de nochebuena me desperté sudando como si hubiera corrido diez cuadras bajo el sol.
Miré a mi izquierda y ví a Alex durmiendo boca abajo. Su brazo sobre mi cuerpo y que además estuviera tapada con la sábana, respondían a mi cuestionamiento de porqué tenía tanto calor.
Quise mover su brazo delicadamente para no despertarlo, pero fracasé en el intento. Alex abrió los ojos y los volvió a cerrar para sonreírme dulcemente.
-¿Queriendo escapar?- me preguntó con esa voz matutina que tanto me gustaba.
-Eso nunca- aseguré con una gran sonrisa y me acerqué para besarlo, él se alejó y yo lo miré frunciendo el ceño.
-Déjame que me lave los dientes antes- dijo y yo sonreí.
Alex no soportaba hacer nada en la mañana si no se había lavado los dientes previamente. "Ante todo, buen aliento", debía ser su lema.
Después de ir al baño, robándoselo a Alex, bajé la escalera para buscar algo para comer. Por alguna razón esa mañana estaba hambrienta.
-Buenos días- saludé, los cuatro estaban reunidos en la cocina, conversando y riendo.
Esa imagen me hizo sonreír, me gustaba ver lo bien que se llevaban mis padres y mis queridos suegros.
Después de saludar a todos, empecé a quejarme de que tenía hambre. Ana, amable como siempre, se ofreció a prepararnos el desayuno a Alex y a mí.
Volví a subir al cuarto de Alex y noté que él ya no estaba, así que me acomodé en la cama a esperar a que saliera del baño.
-¿Puedo pasar?- preguntó Ana del otro lado de la puerta y yo me levanté a abrirle.
En sus manos llevaba una bandeja de desayuno enorme. Tenía muchas cosas, galletas, alfajores, sándwiches, hasta donas. Al verla se me hizo agua la boca.
Noté que no sólo estaba Ana cuando dejé de mirar la enorme bandeja con deseo. Los cuatro me sonreían con ternura.
-¡Sorpresa!- exclamó mi madre y yo sonreí.
-¡Qué rico!- exclamé-. Muchas gracias.
Ana entró al cuarto para dejar la bandeja en la cama. Cuando volvió los abracé a todos a la misma vez, formando un abrazo grupal.
-Disfruten mucho el desayuno- dijo Ana y me guiñó el ojo antes de irse.
Me acerqué a la bandeja, relamiéndome, y me puse a ver todas las cosas que tenía para elegir. En el fondo de la bandeja había un papel, fruncí el ceño y lo saqué para ver qué era.
"Estamos orgullosos de ustedes y de todo lo que lograron. ¡Los queremos mucho!"
Definitivamente esa carta la había escrito Ana.
-¿Por qué esa sonrisa?- me preguntó Alex, sacándome de mi ensimismamiento.
No me había dado cuenta de cuándo había entrado al cuarto. Lo miré a los ojos y después bajé la mirada, fijándome en que solo llevaba una toalla al rededor de la cintura.
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Tú me completas
Teen FictionPor culpa de su hermano, la dulce Wendy termina viviendo en casa de Alex, el chico que no ve desde niños y que, para ella, tiene los ojos más hermosos que ha visto. Wendy sabe desde el principio que Alex le traerá problemas, y cuando la cosa empiec...