Capítulo 6

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En la madrugada me desperté sobresaltada debido a un estruendo en mi cuarto. Me incorporé adormilada y encendí la lámpara, Alex estaba de pie frente a mi cama y al verme se quedó inmóvil por unos segundos. Si seguía despertándome así iba a terminar dándome un ataque.

—¿Qué estás haciendo?— le pregunté.

—Comprobar que no hubieras trancado la puerta— admitió tranquilamente—. Sabía que no ibas a hacerlo.

—¿Es en serio, Alex? ¿Qué hora es?

—Las tres de la mañana, creo— respondió.

Me dio la espalda y se puso a revisar los cajones del escritorio. Yo aproveché su distracción para abrir la cámara de mi celular y ver cómo me veía. Digamos que no me solía despertar muy bonita.

—Él es Lucas, ¿verdad?— me preguntó, mostrándome una foto.

—Sí— respondí y me levanté de la cama—. Ahora deja eso.

—¿Por qué está en el cajón y no sobre el escritorio como las otras fotos?

Iba a sacarle el cuadro de la mano, pero él levantó su brazo, impidiéndomelo. Quedamos a centímetros de distancia e inconscientemente mis ojos viajaron a sus carnosos labios. Me obligué a apartarme y suspiré rendida.

—¿Por qué te interesa saber?— le pregunté.

—Tengo curiosidad, princesa— me respondió.

—¿Si te cuento prometes dejar de entrar a mi cuarto cuando estoy durmiendo?

—¿Mientras estés despierta puedo venir?

—Alex.

—Sabes que te gusta verme— me dijo confiado, y podía ser que tuviera razón.

—Mejor te cuento lo que pasó— dije y me senté en la cama.

—Así me gusta— bromeó y se sentó a mi lado.

Lo miré levantando las cejas y él me sonrió con inocencia.

—Fue una mañana, estaba durmiendo plácidamente cuando me despertaron los gritos de desesperación de mi madre. Me desperté y salí rápido a ver qué era lo que pasaba, resultó que Lucas se había ido por la noche y se había llevado consigo la mitad del dinero que se suponía era para nuestra nueva casa— le conté—. No hemos podido dar con él desde que se fue y ni siquiera se despidió de mí. Lo odio por eso.

—¿Por qué lo odias exactamente?— me preguntó y yo suspiré.

—Por dejarnos así, de un día para el otro— respondí—. Lo extraño mucho. Él y yo éramos muy cercanos y me duele que no me haya dicho que se iba, al menos esperaba que se despidiera de mí, pero simplemente me dejó sola. Siento que mi propio hermano me rompió el corazón.

—Entiendo— me dijo Alex, comprensivamente.

—Él era lo único que me hacía bien, era mi equilibrio, y ahora que se fue siento que perdí una parte de mí.

Nunca me había imaginado abrirme a Alex tan pronto, y tampoco sabía si era una buena idea. Confiaba en él, pero no me gustaba mostrarme vulnerable, porque iba a tener algo con lo que lastimarme si se lo proponía.

—No sabía que eran tan cercanos— me comentó.

—Sí, lo éramos, pero intento mostrarme fuerte porque no quiero que me vean como una víctima o algo parecido, ni siquiera mis padres saben lo que estoy pasando, pero la verdad es que lo extraño muchísimo todos los días.

—Creo que no somos tan diferentes después de todo— dijo en un tono de voz apagado—. Tampoco me gusta mostrar mis emociones.

Los dos nos quedamos en silencio. Nos conocíamos desde niños, eso era cierto, pero sentía que en realidad no nos conocíamos de nada y no me agradaba esa tranquilidad que tenía para contarle mis cosas con total confianza, porque seguía siendo como un desconocido para mí.

Tú me completasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora