Wendy
A eso de las once y media de la noche ya todos estábamos en nuestras respectivas habitaciones.
Nuestros padres habían insistido en que teníamos que ser los primeros en bajar a desayunar, por lo que debíamos "dormirnos temprano y cargar bien las energías para un nuevo día".
Sí, bastante insoportables.
Después de diez minutos de una pelea a muerte sobre quién usaría primero el baño, decidimos, bastante agitados, que nos lavaríamos los dientes al mismo tiempo, pues ninguno planeaba rendirse. Lavarme los dientes con él a mi lado y teniendo que fingir que no me daba cuenta de su mirada a través del espejo resultó ser bastante incómodo.
Terminé de lavarme los dientes rápidamente y lo miré frunciendo el ceño.
—Tú no te bañaste. Qué sucio, Alexander— me percaté, mientras acomodaba mis cosas y sonreía.
—Sucias son las cosas que quiero hacerte— comentó naturalmente y se apoyó contra la pared.
Mi sonrisa se borró y el calor subió a mis mejillas. Él sonrió satisfecho con lo que había provocado y se despegó de la pared para acercarse más a mí.
—Aunque, si es una indirecta para que nos bañemos juntos, acepto con gusto, princesa— dijo, agachándose para estar a mi altura.
—Yo ya me bañé— respondí, indiferente, y apoyé mis manos en su pecho para alejarlo de mí.
Alex me agarró de las muñecas y me pegó a su cuerpo.
—Y yo también, pero acá estamos— susurró, con su rostro a centímetros del mío—. Dime que no te mueres por bañarte conmigo.
Me solté de su agarre y empecé a retroceder, con él siguiéndome el paso. Hasta que choqué con el borde de la bañera, perdí el equilibrio y por poco caigo adentro. Alex lo impidió agarrándome de la cintura y atrayéndome hacia su cuerpo.
—¿Ya ibas a meterte en la bañera, princesa? Esperaba más autocontrol de tu parte— bromeó Alex.
Aunque intenté mantenerme seria ante su comentario, una carcajada escapó involuntariamente de mi boca. Alex se contagió de mi risa, olvidando por completo su papel de seductor por un rato.
El momento se arruinó gracias a nuestras risas.
Ya más calmada salí del baño y apoyé la mochila en mi cama.
—¿Dónde estás?— pensé en voz alta mientras revolvía mi mochila, desordenando todo lo que tanto me había costado organizar.
—Al lado tuyo— me respondió Alex y se sentó en la cama, al lado de mi mochila.
—Le hablaba a mi pijama— le respondí sin dejar de buscar.
—Eso tiene bastante sentido. — Dijo y se recostó—. ¿En serio hay gente que sigue durmiendo con pijama?
—Sí, y mucha— respondí—. Más si se duerme con otra persona, ¿no te parece?
—Pues yo no pienso usar pijama— me avisó él.
—No te preocupes, ya me di cuenta de eso.
La noche anterior vino a mi cabeza, específicamente cuando entró al baño y tuve que utilizar todo mi autocontrol para no mirar de más y parecer una desubicada.
—Wendy, deja de revolver esa mochila, el pijama no va a aparecer mágicamente— me pidió, exasperado, y yo gruñí.
—Necesito algo para dormir. No traje nada que sea lo suficientemente cómodo para eso.
ESTÁS LEYENDO
Tú me completas
Novela JuvenilPor culpa de su hermano, la dulce Wendy termina viviendo en casa de Alex, el chico que no ve desde niños y que, para ella, tiene los ojos más hermosos que ha visto. Wendy sabe desde el principio que Alex le traerá problemas, y cuando la cosa empiec...