Cap 22: Forjar su respuesta

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Si despiertas con una sonrisa, dormirás con una sonrisa después, recordó Mina las palabras de Si-won. Una mañana, cuando apenas tenía nueve años, dejó su habitación y a pesar de su extenuante búsqueda en toda la casa llamando a sus padres, terminó desayunando sola, con los empleados a su alrededor pero ocupados en sus labores e ignorando su presencia.

Cuando el chofer ingresó a la cocina por un vaso de agua y la encontró al borde del llanto, cambió su estado de ánimo al llevarla al parque, al cine y por un helado casi al atardecer. Desde entonces, luego de que él la arropara hasta su habitación porque Akira aún estaba en el edificio de su trabajo y Sachiko acostumbraba a cenar sola en su cuarto, en efecto, luego de abrazar a Min, su pinguino de felpa blanco, un gesto de felicidad acompañaba su sueño cada noche. Cumpliendo sin chistar aquellas palabras del hombre.

A pesar de no estar en su casa como cada última mañana, Mina empuñó sus manos bajo la almohada y se alzó apenas, sonriendo al sentir los besos esparcirse en su espalda desnuda.

El sol se colaba con potencia a través de su ventana, debían ser las siete pero el sonido que producía la boca de Chaeyoung al tocar su piel no la dejaba pensar más allá de eso; del horario y quizá en realidad podían ser las diez o el mediodía. Lo obvió, porque realmente no le importaba y volvió su pecho a la cama, cuando el peso de la rubia se subió sobre ella y besaba su cuello ahora.

— ¿Sabías que siempre hueles bien? —le preguntó contra su oreja y Mina volvió a alzarse, descubriendo la ropa que la castaña ya portaba y desequilibraba las condiciones.

— ¿Qué hora es? ¿Por qué no estás acostada? —

— Porque ya no es hora de estar acostada —

— ¿Es eso acaso una orden? —fingió ella seriedad, al ladear el rostro y buscar su mirada. Chaeyoung sin embargo negó, antes de estirarse a ella y acariciarle su perfil con la nariz.

— Está listo el desayuno. Son las nueve —respondió con un último beso y alejándose finalmente. Mina se echó de cara al colchón, el calor de Chaeyoung desapareció al instante y con tanta violencia que ni los rayos solares podrían ser una suplencia — es mi padre —le informó mirando al otro lado de la ventana la llegada de una camioneta.

Hacía dos horas que la rubia había cargado a una adormilada Mina y la guió hasta su cuarto porque sabía que la incomodidad con la que despertaría y además, con Bambam a veces dando vuelta en el río, no sería buena imagen que las viera desnudas luego de una noche de pasión a la orilla de una fogata.

— ¿Quieres que te acompañe? —le preguntó luego de girar a verla.

— No, no te preocupes —le dijo con una sonrisa y despegándose de la pared — no dejes que ese té se enfríe, te hará daño —

— De acuerdo —susurró siguiéndola con la mirada hasta verla desaparecer. Tras oír la puerta de entrada, Mina enrolló la sábana a su cuerpo y se acercó a la ventana. Corriendo apenas la cortina, para que no notaran su presencia, observó la llegada de Chaeyoung hasta su padre.

Esperó, con el corazón palpitándole dolorosamente pero no había más allá que conversación por parte de él y la rubia solo miraba a un lado o a veces volteaba al rancho. Se preguntó si quizá en realidad sí hubiese necesitado que la acompañara y, al verse en un debate mental, regresó al mueble por un poco de ropa, justo cuando su celular comenzó a sonar por alguna parte.

Desde que había llegado de Seul que no lo usaba y no tenía idea de dónde lo había dejado la última vez que lo hizo. Lo esquivó de igual manera, cualquier cosa era menos importante que la ayuda que Chaeyoung podía necesitar de ella y, mientras se colocaba entre saltos un jean, volvió a la ventana y con la remera en los dientes se detuvo.

My Lady | Michaeng [PAUSADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora