My Lady | Michaeng [PAUSADA]

Cap 34: Decir Adiós.

Soy experto para poner títulos preocupantes jaja.

— Todo hubiese sido distinto si se quedaban aquí. Todo, Mina — ella miró a su padre. Tan dueño de sus palabras como del edificio donde estaban reunidos, dentro de su gran oficina y con Sana a un lado, jugando con la máquina de café y Sachiko del otro, mientras hacía algunas llamadas telefónicas y hablaba en susurros.

— ¿Todo qué? — preguntó con un ligero tono de molestia. La imagen era como nunca se superó: ella frente al escritorio y Akira del otro lado, meciéndose en su silla y recibiendo la atención que siempre quería.

— Todo. Estabas a semanas del parto. Pero no, tenías que ir a aquel lugar y poner a mi nieto en peligro. A ti misma te pusiste en peligro ¡a los dos! —

— Quizá, pero Chaeyoung lo manejó todo y ella quería estar allí en ese momento. Te mostré los estudios clínicos que Jihyo me hizo. Minho no debía nacer ese día —

— Y Minho — se burló el hombre — no es un nombre apropiado, Mina ¿dónde tienes la cabeza? —

— A Chaeyoung le gustó y no iba a contrariarla. A mí también y lo escogimos juntas. Es mi hijo, no el tuyo. No debería afectarte —

— Minho no es nombre de juez — acotó Sachiko dejando su móvil y apuntándola.

— Ni de abogado — agregó Sana llevando su vaso de café a la boca. Mina infló su pecho, debería quitarle el título de amiga porque por su boca siempre chismosa estaban discutiendo aquello.

Ella quería dejar atrás el episodio que solo le contó a Sana y a la señora Trevor, el hecho de haber hallado su fotografía en el cuarto de Chaeyoung. Pero Sana soltó el dato a los señores Myoui y allí estaba ahora, retrocediendo cada paso que su novia había ganado con sus padres. Incluso estaba segura que Sachiko volvería al desprecio y el poco afecto a su hijo también, aquello que con tanta ilusión había hecho emocionar a la rubia de que no sucedería.

— ¿Tú que puedes saber de abogados? — Ironizó hacia su amiga — dejaste tu cerebro en la placenta y compraste el título, así que no te metas en esto —

— ¡Mina! — Vociferó Akira golpeando el escritorio — Si Sana no nos hubiese contado, nunca nos hubiésemos enterado —

— De eso se trataba — se excusó ella — miren el escándalo que están haciendo por algo que no pasó a mayores —

— Hablaré con el señor Son — le informó él. Mina alzó las cejas enseguida — claramente tu trabajo con su hija no funcionó y lo mejor sería…lo mejor sería que ella volviera a su casa. Alguien con más experiencia debe tratarla y no solo un sicólogo —

La nipona entreabrió la boca, sorprendida de aquel arrebato y debió exprimir sus mejillas internas, para evitar que las lágrimas de frustración comenzaran a mostrarse.

Aquello se trataba de separar a Chaeyoung de Minho y no estaba en sus planes hacerlo. Cada noche, cuando el pequeño despertaba y no cesaba su llanto, su novia lo llevaba a la cama que compartían y con una notable sonrisa, él dormía con total comodidad entre ambas.

¿Cómo podía su padre pensar que podría romper esa imagen de familia, de felicidad completa?

Se puso de pie, empuñando las manos a sus costados y tragó saliva, antes de fingir la mejor de sus sonrisas:

— Tú no entiendes, ustedes no entienden — murmuró mirando a las otras dos mujeres. Pero volvió y clavó los ojos en Akira, en el vocero sin escrúpulos que juzgaba a su novia como si estuviese en uno de los casos que lo llevaban a la corte cada día — Chaeyoung y mi hijo son mi familia ahora. La que elegí y no a la que debí resignarme ¿Es por eso que no me darás tu apoyo para tener mi propio consultorio? De acuerdo, rompes una promesa y lo entiendo. Pero si van a estar afuera de esto, manténganse afuera por siempre. Estoy enamorada de Chaeyoung y parte de amarla es aceptar todo lo que ella esté dispuesta a darme. Ustedes no la aman, así que no esperen nada de su parte —