the earth, visit iv

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— ¿Entonces los fantasmas no existen? ¿De verdad? ¿Y por qué en mi casa las cosas se mueven solas y escucho tantos ruidos? Algo no es normal ahí

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— ¿Entonces los fantasmas no existen? ¿De verdad? ¿Y por qué en mi casa las cosas se mueven solas y escucho tantos ruidos? Algo no es normal ahí.

Cuando Minho chocó miradas con Jisung tenía ese brillo de diversión en los ojos tan típico en él. Como una burla a su intelecto, se notaba siempre que Minho estaba por decir algo verdaderamente sorprendente.

— Podría ser un ángel.

— ¿Un ángel?— Jisung se detuvo de golpe, tirando de la manga de Minho para hacerlo bajar del cordón, por donde caminaba intentando mantener el equilibrio—. ¿Hablas de un ángel de verdad? ¿Como Gabriel y esos?

— No— dijo Minho, volviendo a subir. Viéndolo desde abajo se veía aún más juguetón—. Gabriel es un arcángel. Los demás ángeles son como... como los diablitos del correo, como Seungmin, pero vienen del convenio de dioses. Hacen tareas simples dependiendo de dónde sean. Creo que son más que nosotros.

— ¿Y uno de ellos puede hacer esas cosas en mi casa?— Jisung preguntó, anonadado. Minho le dio un corto asentimiento—. ¿Es mi ángel de la guarda?

Eso hizo que Minho pusiera una expresión de puro asco.

— ¿Ángel de la guarda? ¿Qué mierda es eso? Por favor, ¡los humanos son rarísimos!

— Oye— Jisung intentó mostrarse ofendido, pero lo cierto es que no podía contener su emoción por tanta información nueva—. ¿Entonces quién demonios está en mi casa?

— Un ángel común, ya te dije— contestó Minho, simple, retomando el andar sobre el cordón. A Jisung no le quedó de otra que seguirle el paso, aunque Minho no tenía ni idea de a dónde iba—. Están en todos lados, todos, literalmente todos, sin excepción. ¡Son como una plaga! Seguro nos están escuchando ahora, deben ser como veinte. Se creen superiores, todos los del convenio se creen la gran cosa. ¡Idiotas!— gritó al aire, pero nada le contestó. Minho miró a Jisung con una de sus sonrisas tiernas—. Probablemente hay un angelito muy travieso en tu casa, es todo.

— ¿Y por qué en mi casa?

— Tiene que vigilar a tu familia de cerca— le dijo—. Los ángeles son los que llevan a los humanos al infierno cuando mueren.

— Oh, maldita sea...

Jisung decidió no preguntar más de su mundo para mantener intacta su cordura. Llegaron al parque poco tiempo después y, aunque el invierno había hecho del paisaje algo frío y un poco tosco a la vista, Minho comenzó a gritar que allí había más colores de los que conocía. Jisung distinguió el cabello rubio de Felix sobre el césped marchito, cerca de un arbusto sospechosamente verde. Cuando estuvieron a una distancia corta lo entendió: Hyunjin.

— ¡Por fin!— exclamó Felix al verlo acercarse, cosa que hizo a Hyunjin saltar en su lugar.

Jisung comenzó a arrastrar a Minho hasta acabar a un lado de ellos. Se dejó caer con todo su peso sobre el césped, y su acompañante miró hacia todos lados antes de hacer lo mismo. Hyunjin se incorporó, acomodando el gorro de lana que cubría sus orejas puntiagudas, y les regaló una sonrisa preciosa, como si la felicidad desbordara de su cuerpo. Miró a Minho igual de emocionado, y Jisung notó que no estaba llevando sus lentes de contacto. Los ojos púrpura de Hyunjin eran una cosa maravillosa, chispeantes y llenos de vida. En ocasiones Jisung no podía dejar de verlos, y se sentía mucho más animado luego de nadar dentro de ese mar de color. Era imposible fingir unos ojos así, Jisung no podría explicar porqué resultaban ser tan mágicos.

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