hell, visit iv

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Jisung giró hacia Minho y exclamó:

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Jisung giró hacia Minho y exclamó:

— ¡Te lo dije!

Y de inmediato se arrepintió.

— Ah, espera. Esto es malo.

— Ciertamente malo— aseguró Jeongin.

Chasqueó sus dedos en el aire un par de veces y un tipo vestido de traje se materializó del aire frente al sofá. Jisung soltó un grito, y el demonio -con cola y cuernos- lo miró sin mucha sorpresa. Dejó en las manos de Jeongin una carpeta negra y se esfumó con un remolino de humo.

— Ese era Jacob— explicó Jeongin, aún sin quitar su sonrisita—, mi secretario. Le pedí que me trajera el archivero de casos en los que he estado trabajando últimamente— golpeó con su dedos la tapa de la carpeta. Jisung arrugó la nariz, confundido, cosa que a Jeongin le pareció ofensiva—. ¿Qué? ¿Pensabas que ser el Diablo era sólo castigar almas en pena y asustar viejecitas en Pascua? Ojalá fuera todo tan divertido. El Diablo también trabaja, ¿sabes?

Aunque Jisung realmente no había dicho nada, fingió cerrar una cremallera en su boca y Jeongin se tranquilizó. Cuando no sonreía daba mucho miedo. La forma peculiar de sus ojos los hacía parecer pozos oscuros en un rostro muy serio.

— En fin, volvamos— Jeongin puso su mejor expresión de niño bueno, tamborileando los dedos sobre la cubierta plástica de la carpeta—. Como ser trascendental y regulador del infierno, mi trabajo se limita a este mundo y sus contactos con el exterior. Cualquier intento de investigación de mi parte sobre los demás mundos puede ser tomado como invasión porque, ya saben, son muy quisquillosos en ese aspecto. Me pondría en riesgo diciendo en las reuniones lo que estoy por mostrarles. Le pedí a Hyunjin que los trajera para... evitar eso.

— ¿En riesgo? ¿Usted?— preguntó Felix, aún conservando su gesto asombrado y actitud respetuosa—. ¿Quién le haría algo?

— Muchos más de los que crees— contestó Jeongin—. Nuestra civilización se mantiene así desde hace años. Yo controlo aquí, yo mando. Miles intentaron derrocarme para subir al poder. La primer guerra demoníaca fue por eso. Deberías estudiar más de historia.

Minho carraspeó.

— Son humanos, señor.

— Humanos...— Jeongin chasqueó la lengua—. ¡Ah! Me traen tantos dolores de cabeza... Son difíciles de controlar, no creen en nada. No sé qué le pasó por la cabeza al grandote cuando los hizo.

— Vaya, gracias— susurró Jisung antes de poder contenerse. Minho apretó su mano como un llamado de atención.

Jeongin no pareció haberlo oído.

— Da igual. La cosa es que sí, he estado investigando por mi cuenta durante los últimos siglos el comportamiento de los terrícolas. ¡Son tan interesantes! Viviendo en autonomía... sobretodo los humanos. Y los espíritus del bosque. Nunca conocí seres tan presuntuosos— miró a Hyunjin y borró su sonrisa—, sin ofender.

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