the earth, visit ii

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Minho llevaba ya diez minutos sin dejar de ver al gato

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Minho llevaba ya diez minutos sin dejar de ver al gato.

Jisung no cuestionó nada, tal vez era una actitud típica en un ser del infierno y quedaba como un idiota haciéndola notar, pero comenzaba a asustarse. Encontraron a Deku recostado en la cama cuando entraron a la habitación, como casi siempre lo estaba, y Minho dejó de hablar de su trasero para ponerse en el sitio que no desocupó ni quince minutos después. Era extraño, tenía los colmillos afuera pero su pose era relajada, y Deku le mantenía la mirada de tal forma que Jisung creyó estar presenciado algún tipo de conversación mental gato-demonio. Aunque bueno, en general todo ahí era raro; Minho venía literalmente del infierno. Esa fue la principal razón por la cual no interrumpió la... cosa. Pero él en serio (en serio) comenzaba a asustarse.

— Minho, oye— llamó luego de dos minutos. No sabía muy bien qué hacer si el otro estaba en ese asunto, al menos quería su permiso para desarmar la maleta.

Minho no contestó, claramente, o al menos no de forma verbal. Soltó un tipo de sonido desde la graganta que se asemejaba a un ronroneo, o a un gruñido, o a cualquier otra cosa que no vendría de un ser humano común. Porque Minho no era un ser humano. Dios, Minho ni siquiera era Minho.

No se sentía muy asustado por el hecho de que era literalmente un ser paranormal. Estaba algo acostumbrado a eso, podría decirse. Desde que Jisung tenía memoria en casa pasaban cosas raras, como puertas abriéndose solas o voces que venían de la nada. Incluso mamá le daba la razón, y eso era más que suficiente para autocatalogar su hogar como embrujado. Así que Minho no lo asustaba. Pero sí lo ponía algo intranquilo.

— ¿Minho?— intentó otra vez, y Deku maulló casi como si estuviera contestando en su lugar—. Uh, sé que es nuevo para ti ver al gato y eso pero... ¿podrías venir aquí un momento?

Minho lo miro esa vez, apenas de reojo. Tenía una sonrisa perezosa tirando de los labios, casi como un gesto de burla. Parecía el protagonista caliente de una novela juvenil, de esos que te hacían desear aunque sabías que eran completos idiotas. De cualquier forma, Jisung sabía que Minho no era así. Minho era más... Minho.

Sobretodo cuando abría la boca y te hacía recapacitar tus creencias.

— No es un gato— dijo, y Jisung enmudeció. Esa sonrisa socarrona seguía teniendo un trasfondo dulce—. O sea, sí lo es, al menos para los humanos. Nosotros los llamamos brumas, son hijos de la diosa Bea.

Bueno, eso se hizo demasiado para Jisung.

— ¡¿Qué?!

— Oye, respira— Minho se puso de pie y tomó asiento a un lado suyo. Agarró sus manos y comenzó a respirar para que lo imitara—. Jisung, tranquilo. Te lo explicaré si quieres, no es la gran cosa.

— ¡Sí que lo es!— gritó, pero de todas formas trataba de seguir las indicaciones de Minho para respirar bien—. Estás diciendo que todo en lo que creía es falso.

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