[final, parte ii]

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Jisung esperó por un golpe horrendo que nunca llegó

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Jisung esperó por un golpe horrendo que nunca llegó.

El árbol no era tan sólido como parecía. Traspasaron el tronco y cayeron en una especie de tobogán inclinado, como si el roble en el bosque fuera la tapadera de un juego para niños en el parque. Minho y Jisung se deslizaron por la superficie lisa del tobogán, gritando de sorpresa y miedo y pellizcándose el uno al otro en un intento por aferrarse a algo. Pasaron unos pocos segundos en eso hasta que vieron el final. La luz se intensificó, aunque no muy fuerte, y la inminente caída hizo a Jisung cubrirse la cara con las manos.

El primero en aterrizar fue Minho. Jisung cayó encima de su abdomen, mareado y asustado. Cuando logró recomponerse un poco, oyó el eco de un grito acercándose desde un costado, dentro del tobogán. Alrededor de tres segundos después cayó Felix, y detrás suyo la Loca Jouni. Ella usó sus pezuñas para frenarse, saltando desde el borde del tobogán hasta la espalda de Felix. Él gritó:

— ¡Ay, Jouni, duele! ¡Tienes patas duras!

Jouni baló, apenas moviéndose. Sólo se salió cuando la montaña de cuerpos debajo suyo comenzó a desmoronarse. Jisung se inclinó sobre el suelo de tierra donde habían aterrizado, miedoso de vomitar a causa del mareo, y una vez seguro de que eso no iba a pasar se atrevió a mirar alrededor de la caverna.

Debió haber hecho eso antes. En frente de ellos, custodiando la única puerta del lugar, había un elfo.

Jisung gritó. El elfo también lo hizo.

Era algo bajito y muy delgado. Con su corte de colegial, rostro de rasgos delicados, ojos violetas grandes y temblorosos y un cuerpo demasiado pequeño para las ropas de camuflaje que usaba, daba la impresión de tener quince años.

— ¡¿P-por qué aparecen así?!— les reprochó—. ¡Tienen que anunciarse! ¡Van a matarme de un susto!

— Lo siento, pero nuestro elfo...

Casi sin hacer ningún ruido, Hyunjin se deslizó grácilmente por el tobogán y aterrizó junto a ellos, liviano como una pluma. Se sacó polvo inexistente de los hombros y miró al otro espíritu del bosque con aires de importancia. Él lo señaló con un dedo, abriendo los ojos de par en par.

— H-Hyun... Hyunj-j-jin... ¡H-hwang Hyunj-jin!

Incluso antes de que Hyunjin pudiera reaccionar, el chico dio un paso al frente y se desmayó. Minho, que estaba más cerca suyo, alcanzó a sostenerlo para que su cabeza no diera contra el suelo.

— ¿Qué le hiciste al chico?— bufó, golpeándolo suavemente en las mejillas para que volviera en sí—. ¿Robaste su casa? ¿Mataste a su gato?

— ¡Ni siquiera lo conozco!— exclamó Hyunjin.

De a poco, los ojos del elfo comenzaron a abrirse. Primero miró a Minho, algo confundido, luego a Jisung. Cuando sus ojos cayeron en Hyunjin, todo su rostro se iluminó.

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