Adrianne empujó con sumo cuidado, para no hacer ruido, la puerta del cuarto de Ray. Comprobó que estuviera dormido y se acercó para arroparle y darle un beso de buenas noches en la frente antes de abandonar la habitación y bajar hacia el salón.
-¿Ya está dormido?-le preguntó con una sonrisa Paolo.-Estaba empeñado en esperar a que llegaras.
-Trabajo hasta muy tarde. Lo sé.-se dejó caer en el sofá y apoyó sus piernas en las del italiano.-El jefe me cubre de papeleo y tenía que acabarlo para mañana. Tiene una reunión muy importante y...
Bianchi la miró cansado de escuchar la misma historia todos los días. Todos los días era la misma historia y conforme pasaba el tiempo había ido viendo como su amiga perdía cada vez más la sonrisa.
-Ya sé que te aburro con lo mismo cada noche.-murmuró agachando el mentón.-Dime, ¿qué has hecho tú?
Paolo era jugador profesional de unos de los mejores equipos italianos e incluso jugaba con la selección de su país. Él sí había triunfado.
-Ha llamado Jude.-le comentó rascándose la nariz.-El Sector Quinto se está haciendo cada vez más poderoso. Te necesitan.
-Yo ya no tengo nada que ver con eso.-argumentó la joven echando la cabeza hacia atrás.-Les cedí la Royal Academy hace seis años.
-Los mismos que llevas sin ser tú.-se acercó más a ella sabiendo que necesitaba sacarla de la rutina en la que se había metido.-Dejaste de jugar cuando te quedaste embarazada, ni siquiera quisiste seguir formando a grandes jugadores; después de tres años decidiste venirte a Italia a empezar de cero.
-Necesitaba reencontrarme.
-Lo que necesitas es volver a dirigir un equipo. Ese era tu mundo, Adri. No éste.
-Me gusta estar aquí contigo.-le puso un puchero.-Ray está contento, tiene amigos, una buena educación... Y todo es gracias a ti.
-¿Y su madre no tiene nada que ver?-arqueó una ceja.-Te recuerdo que te adora.
-También adora a su padre.-Bianchi dejó escapar un suspiro.-¿Qué? Eres su padre.
-Cuando crezca tendrá que saber que su padre biológico no soy yo, ¿no crees?-Adrianne resopló. Odiaba hablar del tema.-Y Axel también debería saberlo. Hace tiempo.
-Axel se marchó.-le espetó de mala gana.-¿O te recuerdo que se fue dejándome tirada sin ni siquiera decirme que se mudaba y a dónde?
-Lo sé perfectamente.-le contestó.-Pero ha pasado demasiado tiempo... Nunca he pensado que fuera justo.
-No fue justo para nadie.-dejó caer la cabeza hacia atrás, chocando con el respaldo del sofá.-Le llamé millones de veces, llamé a su padre, a Didi... Removí Roma con Santiago y no dio señales de vida. No me quedó otra que asumir que jamás volvería a formar parte de mi vida. De nuestras vidas.
Paolo apartó con delicadeza las piernas de la joven de encima de él y se levantó bajo la atenta mirada de Adrianne, quien no comprendía a dónde iba el italiano.
De uno de los cajones del aparador del salón, sacó un par de papeles de color blanco con varias cosas escritas y se los tendió.
-Os váis dentro de tres días. El Raimon te necesita, y no voy a dejar que le des la espalda a lo que amas.
Adrianne se quedó callada sin saber qué hacer. Tenía miedo. Miedo a abrir de nuevo esa puerta que tanto sufrimiento le había causado con Axel, pero a la vez volvía a notar ese cosquilleo en su interior que la lanzaba a tomar los billetes y volver a Japón lo antes posible.
-Por favor, cógelos.-insistió el moreno.-Ray se va contigo. No estarás sola. He contactado con Erick y me ha dicho que Silvia no tiene problemas en recogeros en sus apartamentos. Justo hace poco que uno se ha quedado libre.
-¿Lo has preparado todo, eh?-le sonrió con ternura y cariño.-No has dejado ni un cabo suelto.
-Así no tienes de qué preocuparte, sólo de hacer la maleta y decir que sí. Ya tendrás trabajo allí.
-¿Y tú?-sus ojos demostraban duda y miedo.
Miedo a que le pasara algo mientras ella no estaba.
-Yo tengo la liga aquí, y hay que prepararse para los partidos de la selección.-retiró unos mechones de la cara de la mujer que amaba desde hace años.-Pero estaré bien y, en cuanto pueda, iré con vosotros.
-No sé que voy a hacer sin ti...-murmuró la joven mordiéndose el labio para no llorar.
-Pues lo que has hecho siempre.-le sonrió Paolo.-Ser la persona más cabezota del mundo.
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Perdida (Inazuma Eleven GO)
FanfictionDiez años. Habían pasado diez largos años desde que les había visto ganar el Mundial de Fútbol Frontier. En aquel momento, Adrianne, no era consciente de que aquello depararía en una gran distanciamiento no querido por parte de todos. Después de gra...