CAPÍTULO 3

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Llamo al timbre con insistencia. Es la cuarta vez y todavía no he conseguido que me abra la puerta.

-Mamá, ¿por qué no abre?-me pregunta Ray tirando de la manga de mi chaqueta.

-Porque tu tío es un desastre. Eso es lo que es. Un desastre.

-¿A quién llamas tú desastre, fea?

Mientras contestaba a mi hijo ha abierto la puerta y al contestarme me ha dado un susto de muerte.

-Igual deberías replantearte que el feo eres tú. Casi me matas de un susto.

Resopla y nos deja entrar en su casa.

Miro extrañada a mi alrededor. No recordaba verla tan ordenada desde...nunca. Es más, juraría que hasta los muebles son nuevos y no esos cochambrosos de segunda mano que habían sido de uno de los inquilinos anterior del que él sucedió.

Los cuales no cambió por pereza de tener que ir a Ikea y luego montar paso a paso cada uno de ellos.

-No mires todo como si fuese raro. Yo ordeno. A veces.

Me percato de que sigue en pijama y con el pelo revuelto. También ya tiene a mi hijo montado en sus hombros.

-¿Puedes bajarle de ahí? Ya está mayor para esas cosas.-le pido haciendo que ambos protesten.-Venga, los dos. Hacerme caso.

A regañadientes lo hacen y me miran como si les hubiese cortado la diversión.

-Cada día tu madre está más amargada.

-Ya, yo vivo con ella.

-¡No habléis de mí como si no estuviera delante!-la que protesta esta vez soy yo.-Además, tú chitón que aún te mando a vivir con Jude.

-No. Con el tío Jude no.

Caleb y yo nos tenemos que aguantar la risa. En eso ha salido clavadito a él.

La tirantez entre los Stonewall y los Sharp parece ser hereditaria.

-Ray, ¿quieres que juguemos luego un rato a la play?-le pregunta mi hermano acuclillándose para estar a su altura. El crío asiente.-¿Sí? Pues para eso vas tener que portarte como un buen niño e ir arriba a poner tus cosas en el armario.

No hace falta repetirlo dos veces. Sube como un rayo las escaleras y al poco se escucha el ruido de la puerta cerrándose.

Suspiro y miro a Caleb con una medio sonrisa.

-¿No podías estarte quieta, no? Tenías que meterte en todo el asunto del Sector Quinto.-niega con la cabeza mientras andamos hacia la cocina.-¿Café?

-Sí.-acepto.-¿Qué querías que hiciera? No puedo cruzarme de brazos y ver como el fútbol que conocíamos se acaba.

-Ya...Tienes complejo de Wonderwoman. Siempre tienes que andar salvando la humanidad pero, ¿quién te salva a ti?

-A mí no me hace falta que me salve nadie.

-¿Segura? Hace cinco años que no eres la misma Adrianne. Has dejado de jugar al fútbol, no te ríes, no cantas, no tocas el piano...Lo único que haces es entrenar a chavales. Bueno, ¿qué digo? Eso lo dejaste de hacer hace años, cuando te fuiste a Italia.

-Tener un hijo implica tiempo, Caleb.-replico.-Mi vida cambió desde que nació. No puedo pasarme meses de viaje por una gira o por un torneo. Lo sabes de sobra.

-Siempre me sueltas la misma excusa.-se ríe.-Ray es feliz si tú también lo eres.

-Soy feliz.

Perdida (Inazuma Eleven GO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora