CAPÍTULO 43

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Me paseo por la cocina de Axel con su camisa blanca, la misma que llevaba la noche anterior, y unas braguitas. Busco la manera de hacer café. Me muero por tomarme un buen café.

-¿Estás buscando algo o sólo cotilleas mis armarios?-su risa me hace darme la vuelta con la cara un poco roja.

-Si no ordenaras todo tanto habría encontrado el café hace rato.-protesto apoyándome de brazos cruzados en la encimera.

El rubio, que va con el pelo suelto y con un pijama sencillo, se acerca justo al armario que iba a abrir a continuación y saca un paquete de café molido.

-No era tan difícil.-me lo tiende divertido.-Buenos días.

Me besa con ternura, mucho más suave que la noche anterior.

-Buenos días.-le respondo mientras cojo el café.

-Adoro como hueles.-no me deja moverme mucho, sólo me ha dado un poco de espacio entre nosotros.-Y lo suave que tienes la piel siempre.

Sé que quiere volver a besarme y, si le dejo, no vamos a desayunar ni hacer nada de lo que, como personas adultas, tenemos que hacer.

Así que, con cariño, le doy un pequeño beso en la nariz mientras apoyo mis manos en sus mejillas.

-Quiero desayunar.-recalco mientras me cuelo por un hueco.-Tú deberías ducharte. Tenemos que ayudar a los chicos.

-Me quiero duchar contigo.-me dice como un niño pequeño cuando su madre no le deja hacer algo que le gusta.

-No, que me lías y no salimos en todo el día de aquí.-me río de nuevo y me pongo a preparar el café.

Cuando Axel vuelve del baño ya vestido y preparado, yo ya tengo el café en la mano y una tostada a medio terminar en la boca.

Niega divertido porque nunca he sido capaz de esperarle para desayunar. No es culpa mía que tarde tanto en acicalarse.

-Te besaría otra vez, pero tienes la boca llena de migas.-se encoge de hombros y se sirve una taza de café.-Entonces, ¿qué tienes pensado?

-Realmente nada.-suspiro.-Necesitan entrenar hasta sacar mucha fuerza para poder convertir sus espíritus guerreros en armaduras. Es todo lo que me dejó en claro ese partido.

-Pero el fútbol está prohibido.-puntualiza.-No vas a encontrar ningún campo que esté abierto ni en el que os dejen practicar. Es más, si os ven se os cae el pelo.

-Y ahí es cuando entras tú.-le señalo.-Eras jefe del Sector Quinto, algún lugar tendríais para entrenar a los chavales... Todos los grupos terroristas del fútbol lo tienen.

-Hay un sitio.-me pone cara seria.-Puede serviros. ¿Ya lo aguantarán?

Asiento con la cabeza decidida. No hay nada que se les ponga por delante y, menos, si se trata de ayudar a sus amigos a recuperar la pasión por el fútbol.

(...)

Le hemos mandado un mensaje a Celia para que se encuentren con nosotros en lo alto de La Torre Inazuma. Es el sitio más tranquilo y en el que sabemos que nadie va a escucharnos.

Hemos subido un poco antes y miramos la infinidad de la ciudad apoyados en la barandilla.

A ambos ese sitio nos trae muy buenos recuerdos pero, sin duda, uno no deja de cruzar por nuestras mentes.

-Siento haberte dejado después de pedirte que te casaras conmigo.-me dice en un susurro lleno de tristeza.-Te juro que era lo que más quería en este mundo. Que fueras la mujer de mi vida de la manera más real y legal posible.

Perdida (Inazuma Eleven GO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora