🕊: siete

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Aviso de que el capítulo puede contener pequeñas escenas de violencia. Leéis bajo vuestra responsabilidad.

Sus manos alrededor de su cuello. Le falta el aire. Y su corazón late con fuerza. La persona que él creía el amor de su vida le penetra con fuerza. Su risa retumba en sus oídos. Quiere gritar. Escapar. No puede más.

Se despierta de golpe, sudando. Otra noche más en la que sueña con él. Y siente que no va a poder ser capaz nunca de superarlo, de quitarse esas imágenes de la cabeza.

Busca su móvil entre los cojines de su cama. Necesita llamar a su madre, pero a la vez, no quiere preocuparla. No quiere que sepa que sigue soñando lo mismo, que los psicólogos no han servido de nada. Se mira el dorso de la mano, acordándose de Raoul. No le ha escrito todavía. Quiere hacerlo, aunque sea para hablar con alguien y distraerse, pero le da miedo que la madrugada le haga sentirse indefenso y acabe hablando más de la cuenta. Que acabe contando lo roto que está por dentro. Y la de veces que quiso desaparecer. Huir.

Sus dedos se deslizan sobre las teclas más rápido de lo normal. Y tiembla de nervios. Va a escribirle simplemente para que tenga su número. Para hablar sobre la supuesta quedada que tienen pendiente. Le vendrá bien.

Agoney: ¿Raoul? No sé si te acordarás de mí, soy Agoney. El del metro.

Mira la hora en su teléfono. Las 4:30 de la mañana. Quizás esté durmiendo.

Raoul: Joder chico, llevo toda la noche esperando tu mensaje. Te haces de rogar eh.

Agoney sonríe. Y le surgen las dudas porque no sabe qué contestarle. Aunque el rubio parece tenerlo todo muy claro.

Raoul: ¿Qué haces despierto?

Y ahora qué.

Agoney: No puedo dormirme. Insomnio supongo.

Al fin y al cabo, no es ninguna mentira. Se ha desvelado.

Raoul: Somos dos. ¿Al final cuándo te apetece quedar?

Tiene ganas de volver a verle. De conocerle un poquito más, aunque le da miedo dejarse llevar.

Agoney: ¿Te viene bien el sábado?

Raoul: Me viene perfecto.

Agoney ya no sabe qué contestarle. Y aunque se muere de ganas de seguir hablando con él, acaba metiendo el móvil debajo de la almohada otra vez.

No tarda ni dos minutos en vibrar, indicándole que tiene un nuevo mensaje.

Raoul: ¿Cuál es tu palabra favorita?

El canario sonríe por la pregunta inesperada que le ha hecho. Nunca se ha parado a pensarlo, aunque a su vez, podría decirle unas cuantas.

Agoney: Efímero. ¿Cuál es la tuya?

Raoul: ¿Por qué efímero?
la mía es libertad.

Agoney piensa en la palabra que Raoul le ha dicho. También es la suya. Aunque el significado ya no tiene sentido en su vida.

Agoney: Supongo que porque todo lo que vivimos es efímero, pasajero.

Raoul: ¿Qué es efímero para ti, Agoney?

Agoney: El amor.

A pesar de que está empezando a sincerarse, su cabeza no deja de estar alerta. De advertirle que tenga cuidado, que no se confíe.

Raoul: Depende.

No quiere hablar de más.

Agoney: ¿Por qué libertad?

Raoul: Porque suena bonita. Y porque es lo que deberíamos sentir todos.

Agoney: No siempre se es todo lo libre que nos gustaría.

Raoul: ¿Qué te impide a ti serlo?

Le late el corazón con fuerza. Y le pone nervioso su curiosidad.

Agoney: Muchas cosas, Raoul. Me siento atado de pies y manos.

Raoul: ¿Porque quieres o porque hay alguien que te hace sentir así?

Agoney está empezando a agobiarse. No quiere mantener esa conversación. No quiere acabar hablando de su pasado tan pronto.

Agoney: No lo sé. Será mejor que me vaya a dormir. Nos vemos el sábado.

Apaga el móvil, pero su cabeza no deja de dar vueltas. Tiene miedo de abrirse demasiado, de que Raoul se dé cuenta de lo roto que está y se acabe alejando, como ha hecho todo el mundo. Y le da miedo no saber controlarse. Perder la razón.

Y recordarle una vez más.



Nota de la autora:
Aquí tenéis el siguiente capítulo. Espero que os esté gustando.

Cuidaos mucho, nos leemos pronto 💛

el chico del metro| ragoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora