🕊: veintiuno

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Fuera llueve. Y aunque Agoney desea quedarse allí una noche más, acepta el paraguas que le tiende Raoul antes de bajar juntos las escaleras que llevan al portal. Ni siquiera saben cómo despedirse. Raoul siente la revolución en su corazón cuando el canario le dedica una sonrisa.

Definitivamente está jodido.

—Pues...ya nos veremos —le dice Agoney.

Raoul asiente. No quiere que se vaya.

—Llámame si necesitas cualquier cosa —se atreve a decirle.

Agoney le sonríe. Raoul siente su corazón estrujarse con fuerza. Tiene que pedirse a sí mismo control para no acortar la distancia que les separa y aferrarse a su cuerpo.

La sensación que le invade cuando le ve abrir la puerta del portal y marcharse le da vértigo. Aunque Agoney lo ha sentido también.

                                        [🕊]
Se sube en el metro con la cabeza hecha un lío y el corazón latiéndole con fuerza dentro del pecho. Ha sido capaz de abrirse. De dejar que alguien le mimara el alma como lo ha hecho Raoul. Y le da miedo.

Cuando entra en la oscuridad de su casa, los pensamientos de siempre le abrazan con fuerza. Y la inseguridad se cuela en su cabeza como si nada, destrozándole la poca calma que estaba empezando a dominarle.

—Voy a hacerle daño por culpa de mis putos miedos —susurra. —No se lo merece.

Quiere alejarle otra vez por su puta inseguridad. Sabe que no estará bien nunca por más que intente convencerse a sí mismo, y al menos, si no tiene a Raoul a su lado, se garantiza el no salir herido. O no hacerle daño a él.

Le cuesta respirar cuando se sienta en el sofá. No se ha molestado en encender las luces, y mucho menos en levantar las persianas para que entre un poco el frío de la noche. Se siente abrumado, perdido. Y a pesar de haberse quitado un peso de encima al contárselo, siente que se ha equivocado. Quizás se ha expuesto demasiado.

Sus dedos tiemblan cuando se deslizan por la pantalla de su móvil. Y se sobresalta cuando, por casualidad -o puede que por cosa del destino- le llega un mensaje de Raoul.

Raoul: Ago, ¿has llegado ya a casa?

Cierra los ojos con fuerza, intentando calmar su respiración. Su cabeza le sigue gritando que lo haga. Aunque muy en el fondo, quiere seguir aferrado a él.

Agoney: Llegué hace un rato.

A continuación, escribe:

Agoney: tengo que hablar contigo.

Siente el latido de su corazón furioso. Se va a odiar por lo que va a hacer. 

Raoul: ¿Va todo bien?

Raoul se incorpora en su cama de golpe, con un nudo en el estómago. Tiene miedo de lo que pueda llegar a decirle.

Agoney: Te juro que lo intenté, pero son más fuertes que yo. No podemos seguir viéndonos. Ni quedando. No quiero volver a verte, ¿lo entiendes?

El rubio lee el mensaje un par de veces. No lo entiende. Aunque por dentro siente su corazón hacerse añicos.

Raoul: Ya te dije que no iba a irme, Agoney. ¿Puedes entenderlo tú?

Agoney suspira. La oscuridad empieza a ahogarle. No encuentra las palabras adecuadas.
Siente la soga alrededor del cuello cada vez más fuerte.

Agoney: No tendría que habértelo contado, Raoul. No confío en ti. Ni siquiera quiero que me toques. Lo único que quiero es que me dejes en paz.

Las lágrimas empañan sus ojos antes de que el mensaje pueda ser enviado. 

No vuelvas a tratarme como una puta mierda, creo que no me lo merezco. Lo escucha en su cabeza continuamente. Escucha su voz. Se está volviendo loco.

—Vete, por favor —solloza.

La respuesta de Raoul tarda varios minutos en llegar. Se ha acurrucado en su cama, con el móvil pegado a su pecho. Sabe que todo lo que está diciendo no es verdad, que lo hace porque quiere hacerle daño. Así le será más fácil alejarse.

Raoul: Sé que todo lo que estás diciendo no lo piensas de verdad.

Agoney sonríe entre lágrimas. Casi puede imaginarle en su cama, con la cabeza hecha un lío. Con todas las preguntas sin respuestas.

Agoney: Estoy roto, Raoul. No hay nada que puedas hacer por mí. Así que hazme el favor de dejar de ir por la vida como si todos te necesitáramos porque no es así. Solamente eres un puto niñato al que sus padres echaron de casa y que ni siquiera es capaz de solucionar sus propios problemas.

Se le rompe el corazón en cada palabra que lee. Esta vez se ha esforzado más, aunque sigue siendo consciente de que lo hace para alejarle. Pero si algo aprendió de todo lo que ha vivido en ese último año, es que él no va a poner a los demás por encima suya. Ya bastante tiempo pasó preocupándose más por los problemas del resto que por los suyos propios. Y aunque le cueste la vida, tiene que dejarle ir.

Raoul: Lo has conseguido, Agoney. Pero hazme tú el favor de no volver a buscarme otra vez. Creo que no sería capaz de soportarlo.

Y antes de que pueda contestarle, bloquea su número. Más por su salud mental que por otra cosa.

Sabe que necesita ayuda. Y él no puede dársela si se niega. Le prometió que asumiría los riesgos, y lo ha hecho.

Volverá.

Lo sabe muy bien.

Nota de la autora:
Quizás no es lo que os esperabais, pero bueno. Os aviso de que van a haber a partir de ahora unos cuantos tira y afloja en la historia, así no os pillan por sorpresa.

La semana que viene ya acabo exámenes, así que empezaré a subir capítulos los mismos días que subía antes(jueves y domingo).

Espero que estéis bien, nos leemos pronto 💛

el chico del metro| ragoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora