🕊: quince

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Agoney se despierta con la calma abrazando su pecho. Raoul permanece dormido a su lado. No recuerda en qué momento dejó de escucharle, pero es la primera vez que no tiene pesadillas, que no se despierta en mitad de la madrugada con el miedo invadiendo cada parte de su ser.

El rubio se remueve inquieto cuando Agoney se levanta. Le arropa con la manta. Aún es pronto para que se despierte.

Se dirige a la cocina y se bebe un vaso de agua. Permanece allí unos minutos. Raoul carraspea a sus espaldas. Se sobresalta.

—¿Qué haces despierto tan pronto? —le pregunta el canario intentando calmar su respiración.

—Esa pregunta podría hacértela yo a ti.

Sonríe. La sensación le roba el aliento.

—Vuelve a la cama —le suplica Agoney.

—Si tú vienes conmigo.

Su corazón se salta un latido. No sabe por qué le pone de los putos nervios cuando le dice cosas como esas.

—Voy a meterme un rato en el estudio, Raoul. Tú sigue durmiendo.

Raoul abre los ojos sorprendido. Ha hablado de más.

—¿Tienes un estudio y me lo sueltas como si nada? —le pregunta, casi gritando.

—Lo tengo, y he hablado de más —dice y se muerde el interior de su mejilla, nervioso.

—¿Me lo enseñarás?

Agoney se lo piensa. Lo haría si no tuviese mil canciones a medias desperdigadas por ahí.

—Hay cosas que no quiero que leas, Raoul.

Asiente. Aunque sigue sin rendirse.

—Te prometo que no leeré nada —le dice.

Agoney acaba aceptando. Quiere creerle.

Entran en el estudio en silencio. Raoul tiene un huracán dentro. Al menos ha conseguido que le enseñe la parte más importante de su piso. Eso ya es un avance.

—Siento el desorden —se disculpa el canario.

Raoul observa detenidamente. El piano está perfectamente colocado. Y hay algunas partituras por el suelo. Le sorprende ver que encima del piano hay unas hojas sueltas. Se puede leer claramente "a tragos" como título. No hay duda de que es una canción.

—Me dijiste que no te gustaba hacer nada en tu tiempo libre —se atreve a decirle.

Le pilla por sorpresa. Ha visto las hojas de composición incluso cuando le prometió que no leería nada. Ya no hay marcha atrás.

—A veces me da por componer, no lo hago bien —dice y se apresura a cogerlas.

Raoul sabe que miente.

—Lo que digas, Agoney —dice y rueda los ojos sin que le vea.

Se sienta en el piano. Acaricia las teclas. Y comienza a tocar la canción que le cantó la otra noche.

—Te gusta mucho, ¿no? —le pregunta Agoney después de unos minutos.

—Se la dediqué a mi abuelo hace un tiempo, cuando aún podía verle —dice.

Sonríe con nostalgia al recordarle. Le echa de menos. Daría lo que fuera por verle una última vez más.

—Es preciosa —y se sienta a su lado en el piano.

Asiente. Comienza a tocar melodías sueltas. Agoney se siente cómodo teniéndole allí, a pesar de que es la primera persona a la que deja entrar.

—¿Tú compones? —le pregunta.

—He escrito algunas canciones. No tienen melodía porque no tengo ningún piano en casa. Aunque me gustaría.

Intercambian miradas durante unos segundos. Agoney es incapaz de detener sus propias palabras. Salen con prisa de su boca.

—Puedes venir si algún lo necesitas.

Puede que luego se arrepienta. Puede que le luego le dé vértigo todo aquello, pero al menos de esa forma, no tendrá que pasar tanto tiempo con su soledad. Con los pensamientos que muchas veces le impiden respirar.

—¿Lo dices en serio? —hay un ápice de sorpresa en su voz.

Asiente. Y se encoge en su sudadera. La vergüenza le impide mirarle.

—Avísame si te sobrepasa, ¿vale? —le dice Raoul al ver que se ha quedado muy callado.

Agoney se lo agradece en silencio. Puede que salga bien. Tiene que aprender a convivir con otras personas que no sean él mismo. Tiene que dejar entrar a la gente en su vida, aunque se la desordenen. Aunque la conviertan en un puto caos.

Dejarse llevar suena demasiado bien. Pero el miedo sigue agarrándole las piernas.

Cuestión de tiempo.

Nota de la autora:
Pues aquí tenéis el capítulo. No sé si la historia se os estará haciendo demasiado larga, pero no es tan fácil escribirla con toda la carga emocional que lleva e intentar que sintáis lo que siente Agoney en este caso. Aún no sé cuántos capítulos tendrá porque lo escribo todo sobre la marcha y según lo que me surja, pero intentaré que no se os haga muy larga.

Cuidaos mucho, nos leemos pronto 💛.

el chico del metro| ragoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora