[si podéis, leed la nota al final del capítulo]
Dos días después:
Llueve por dentro. Aunque fuera el día le acompaña. Lleva desde que habló con Raoul metido en la cama. Con la habitación a oscuras. Y los pensamientos que le impiden dormir. Se arrepiente y se odia a partes iguales.Su móvil suena rompiendo el silencio ensordecedor que lleva acompañándolo desde hace dos días. Y le sorprende ver que se trata de Miriam.
—¿Me puedes explicar qué coño os pasa a Raoul y a ti? —le suelta cuando contesta, casi gritando.
Agoney tiene que alejarse el móvil de la oreja. La pone en altavoz mientras vuelve a tumbarse en la cama.
—¿Tú tampoco me vas a decir nada? —está empezando a perder la paciencia.
El canario cierra los ojos con fuerza. La cabeza va a estallarle en cualquier momento.
—Le hice daño, Miriam —susurra, casi inaudible.
La gallega del otro lado de la línea no lo entiende.
—¿Qué dices chaval?
Agoney intenta aclarar sus ideas. Buscar excusas válidas que no le hagan quedar como un puto idiota. Pero no las encuentra.
—Soy gilipollas, ¿vale? —suelta, elevando la voz. —No me merezco a Raoul. Ni de coña.
Miriam intenta calmarse un poco. Está preocupada por los dos y lleva meses sabiendo que hay algo que se le escapa. Algo que no está viendo del todo claro en el comportamiento del canario.
—Ago, ¿va todo bien? —se atreve a preguntarle, aunque la pregunta le parece estúpida cuando la dice en voz alta.
Agoney no puede soportarlo más. Ha callado durante años, ha vivido con un miedo irracional que le nubla el juicio por momentos. Está cansado de los demonios internos que no le dejan dormir por la noche y se le aparecen en forma de recuerdos. No puede soportarlo más. Y si sigue callando, al final se va a acabar ahogando con sus propias palabras.
—Hace tiempo que las cosas dejaron de estar bien —suelta, y hace una breve pausa. —Hace 3 años abusaron de mí.
El silencio ensordecedor vuelve a invadirles a ambos. Agoney siente el nudo formarse en su garganta, las ganas incontrolables de echarse a llorar. Miriam no sabe qué decirle.
—Te juro que intenté pararlo mil veces, pero nunca quiso escucharme —dice después de unos segundos. —Al día siguiente no sabía qué hacer, me sentía culpable. Nadie iba a creerme.
Miriam le escucha atentamente, con el corazón hecho pedazos.
—Estuve varias semanas callado, encerrado en casa. Llegué a odiarme por lo sucedido, a querer que esa sensación desapareciera de golpe para siempre —respira profundamente, siente que le falta el aire con cada palabra que sale de su boca. —Se lo conté a mi madre una semana después de estar varias callado, y te juro que nunca nada me volvió a partir el corazón como ver a mi madre llorar desconsolada aquel día.
A la gallega le es imposible controlar las lágrimas. No puede ni imaginarse por todo lo que habrá pasado. La de años que se habrá callado por algo que no merecía.
—Después de eso fuimos a la policía a denunciar, pero tenía tanto miedo que no fui capaz de emitir ni una puta palabra. Me pasé semanas callado y mi madre ya no sabía qué hacer —dice y se incorpora en la cama. —Dos meses después, con ayuda de psicólogos fui capaz de recordar aquella noche.
Hace una pausa de unos minutos. Miriam le espera, sin interrumpir. Sin decir ni una palabra. Sabe lo que le debe de estar costando abrirse de esa forma.
—Aún sentía sus putas manos en mi cuello, los gritos, su risa retumbar en mis oídos —dice y cierra los ojos, reteniendo las lágrimas. —No me creyeron porque no habían pruebas, porque aquel capullo nunca llegó a admitirlo. Viví años con el puto miedo destrozándome la cabeza. No salía de casa, apenas comía y ni hablar de que alguien me tocara. Todavía me cuesta.
Miriam quiere hablar, pero Agoney se le adelanta. Parece que ahora que ya ha hablado, no es capaz de frenar sus propias palabras.
—Hace unas noches, el día que quedamos en la cafetería, me quedé en casa de Raoul. Te juro que nunca he sentido unos brazos tan refugio. Y por primera vez fui capaz de dejar que alguien me mimara, porque Raoul es capaz de acariciarme hasta el alma sin quererlo —dice y hace una breve pausa. —Pero de repente todo aquello se me quedó muy grande, y volvió a mí esa sensación que aparece cada vez que alguien me toca. Lo alejé porque no quería salir herido, o por no hacerle daño a él, pero le echo de menos.
Miriam sonríe escuchándole hablar de esa forma. Sabe que Raoul se siente igual que el canario. A ella también le ha tocado escucharle hablar de Agoney. Del vértigo que le da todo lo que está empezando a sentir por él. La forma en la, de una forma u otra, lo siente su libertad.
—Eres muy valiente, Ago. Es muy difícil contar algo así, sobre todo cuando aún te hace daño. Pero te aseguro que vas a estar bien, quizás no hoy ni mañana, pero lo estarás. Muy pronto. Y yo estaré aquí si me necesitas, pero también quiero que me hagas un favor. No vuelvas a pensar que no te mereces a Raoul, y mucho menos que no te mereces a nadie porque no es verdad. Te mereces volver a ser libre, a querer sin miedo y bien. Y también mereces que te quieran —dice y hace una pausa para pensar en lo siguiente que va a decir. —Habla con Raoul, no sé qué le habrás dicho, pero si lo habláis estoy segura de que conseguirá perdonarte.
Eres un puto niñato al que sus padres echaron de casa y que no es capaz de solucionar sus propios problemas. No deja de repetírselo. Sabe que le ha hecho daño. Y tampoco tiene manera alguna de escribirle.
—Me pasé con él, Miriam. Le dije cosas que no tendría que haberle dicho, y aunque quisiera, tampoco puedo. Me bloqueó.
La gallega suspira frustrada. Aunque se le ocurre una idea que puede o salir muy bien o salir muy mal. Va a arriesgarse. Lo tiene claro.
—Pues no sé qué decirte, yo no quiero meterme en medio porque los dos sois mis amigos. Esto es algo que tenéis que hablar vosotros —le dice.
Hablan un rato más, y tras dos horas de llamada, Agoney es el primero en colgar.
Esta vez ha tocado fondo. Sabe que ya no puede seguir hundiéndose más. Quiere intentar estar bien.
Dejarse llevar aunque le cuesta la vida.
sanar.
Nota de la autora:
Siento subir el capítulo tan tarde. He acabado los exámenes ya así que intentaré actualizar más seguido.
Por cierto, no sé qué os estará pareciendo la historia, pero espero que estéis comprendiendo el por qué de todo y la razón por la que ago en algunos capítulos está bien y en otros se rompe. No es fácil. Y tampoco es fácil para mí escribirlo porque toco muchas emociones. Agradezco que siempre comentéis, sois unos soles.Nos leemos pronto 💛.
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el chico del metro| ragoney
Fanfiction22:00 p.m. Último metro. Miradas cómplices. Y quedarse con las ganas.