Capítulo 9

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(Diana)

Pasaron las horas y tocó el timbre que indicaba que las clases habían acabado por hoy, Theo y yo nos depedimos en la puerta del instituto.

-Si cuando hables con tu padre del tema necesitas desahogarte, ya sabes donde estoy. Llámame si lo necesitas.

-Lo haré, muchas gracias Theo. -le abracé - Adiós.

-Adiós, Diana.

Nuestros caminos se separaron, llegué a un paso de peatones y esperé a que el muñequito de la acera de enfrente se pusiera verde para poder pasar. Noté cómo alguien se ponía a mi lado, no le di más importancia hasta que esta persona comenzó a hablar.

-¿Qué tal en el instituto? - me dijo, en cuanto oí su voz supe perfectamente quién era.

-¿Julie? ¿Qué haces aquí?

-Quería hablar contigo, a solas.

-Pues empieza, no tengo toda la tarde - el muñeco cambió a verde y pudimos cruzar.

-¿Sabes? No me gusta que me inerrumpan el sueño a horas tempranas de la mañana...

-Ajam...

-Y menos cuando no estoy sola...

-¿A dónde quieres llegar? - dije parándome delante de ella.

-Quiero que sepas que tu padre es realmente bueno en la cama. - se dio la vuelta e hizo intención de marcharse.

-¡Eh! - la tomé del brazo.

-Ni me toques - dijo zafándose de mi agarre.

-¿Te acostaste con mi padre?

-¿Acaso no te ha quedado claro? -volvió a girarse y ,esta vez, se fue sin que yo le pusiera impedimento.

Ahora mis suposiciones se han vuelto certezas, mi padre me engañó, me dijo que estaba en el trabajo cuando no era cierto... no lo entiendo. Continué mi camino hacia casa, cada vez mi enfado aumentaba más y más, en cualquier momento explotaría. 

-Hola, Diana - dijo mi padre al oírme cerrar la puerta de la entrada. - Tenemos que hablar - dijo acercándose lentamente.

-Ya te digo que tenemos que hablar.

(Liam)

Al oír entrar a Diana en casa supe que había llegado la hora de enfrentarse a lo que había estado temiendo todo el día, la charla con Diana. Los dos nos fuimos al salón y nos sentamos en uno de los sofás.

-Verás... llevo todo el día pensando en cómo hablar contigo de esto. Me siento fatal por lo que he hecho.

-Me parece evidente- dijo en seguida algo reticente. ¿Acaso sabe algo?

-Ya... em... bueno, ayer... no vine a dormir a casa. Me quedé en casa de Julie, iba algo bebido y...

-Os acostásteis -me interrumpió

-Sí... -su rostro no parecía sorprendido. -¿Lo sabías?

-¿Sabes qué es lo peor de esto? ¡Que no has tenido el valor de decírmelo directamente, que cuando esta mañana cuando te llame, decirme que estabas con Julie en vez de mentirme y no que me he tenido que enterar por ella! ¡Soy tu hija, confía en mí! - se levantó. ¿Julie? ¿Cómo que por Julie?

-¿Te lo ha dicho Julie? ¿Cuándo?

-Me la he encontrado al salir del instituto...

-Joder... - dije pasándome las manos por la cabeza.

-Sí... ahora arrepiéntete.

-No te entiendo Diana. Tú misma me dijiste que te parecía genial que volviese a tener una relación , ¡me lo dijiste tú! ¿¡Por qué ahora te pones así?!

-¡Porque no me gusta Julie para ti!

-¿Por qué?

-Porque... ¡porque no te quiere!

-¿¡Qué?! -dije enfadado. -¿Tú sabes lo que me está ayudando Julie? Desde que estoy con ella no he vuelto a tener pesadillas con...

-Con mamá... Porque te ayuda a olvidarla, ¿no? -Al oír esas palabras me llené de rabia y Diana se dio cuenta. Jamás sería capaz de olvidar a Irene.

-Vete -dije simplemente y me giré.

-Papá, yo... -no la dejé acabar.

-¡¡¡¡VETE!!!! -chillé. Mi rabia al final había explotado. Diana sin pensarlo más, subió corriendo su habitación. Yo, derrotado, me senté en el sofá y agaché la cabeza apoyando mis manos en la frente. Sabía que esta conversación no iba a acabar bien.

(Diana)

Subí corriendo a mi habitación, las lágrimas me nublaban la vista. Jamás había visto a mi padre ponerse así conmigo, nunca había visto esa cara enrojecer tanto de rabia. Me tumbé bocabajo en la cama mientras me arrepentía de las palabras que le había dicho a mi padre, ni siquiera había encendido la luz. Sabía que mi padre no me iba a creer cuando le dijese eso sobre Julie, no tengo pruebas para demostrarlo... solo palabras y las palabras se las lleva el viento. Me senté en el borde de la cama, miré hacia la cómoda que quedaba a mi derecha y vi la foto(en multimedia) que mi padre me regaló cuando cumplí 12 años, una foto de mi madre para que pudiese sentir más cercana su presencia. Me acerqué a la cómoda, cogí la foto, la miré, pasé mi dedo por ella y la abracé.

-Cuánto te necesito, mamá... ojalá estuvieras aquí... -dije llorando mientras iba quedando del rodillas en el suelo sin soltar la foto de entre mis brazos. 

Cegado por amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora