Capítulo 4: Heridas

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Pov. Obi 

Estaba juntando trozos de ramas que encontraba tirados en el suelo cuando escuche movimientos, rápidamente solté la leña y fui a donde estaba la señorita, y como lo supuse. Me senté en la rama en la que estaba y observe, cuatro hombres se acercaban a la chica de cabello manzana, esta estaba acorralada pero pericia disimular bien su miedo. Ante la preocupación de los sujetos a que mi presencia llegase, me daba cierta diversión.

Al ver como se acechaban a mi prisionera no tuve remedio y levante mi voz volviéndola un poco más gruesa de lo normal.

-Yo que ustedes alejaría sus sucias manos de ella.

Sonreí de lado al notar como la seguridad y cara de victoria se les desvanecía de los rostros a ellos.

-¡Les dije que debíamos apresurarnos! 

-¡Encárguense!

Suspiró y saco las cuchillas de mi cinturón, los tipos como ellos no entendían, con impulso salto y lanzo rápidamente mis armas hacia ellos tres, dos las esquivan mientras que uno caía al suelo. Sin ninguna mancha de sangre a su alrededor, aterrice encima de él, sacándole un gemido de dolor. 

Se lo merecía. 

-¡Señorita corra!

Ella asiente y escapa del alcance del sujeto antes que la agarrara pero este es más rápido y la persigue. Estoy por ir cuando uno de los otros se interpuso.

-¡Maldito! – grito uno corriendo con la espada alzada y salto antes que el filo me atrapase – Lo único que haces es escapar mono.

-Wow, eso es ofensivo – con mi pierna detengo al otro sujeto antes que saque su espada - ¿No lo crees? – golpeo con toda mi fuerza su rostro haciéndolo volar unos pasos atrás.

Haciéndome a un lado y extendiendo mi pie hago caer al idiota que corría hacia mí y este empieza a tambalearse y ante de que caiga, lo pateo en la espalda, empujándolo más lejos. El sonido agudo, un grito, me hizo erizar la piel.

Muevo la cabeza apenas unos centímetros y veo pasar mi propia cuchilla ninja pasar cerca, un ardor en mi mejilla me decía del corte, mis ojos se ajustaros observando al provocante. 

-Veo que acabaste con esos tontos – dijo mientras le echaba un vistazo a sus hombres tirados en el suelo - ¿buscabas esto? – una sonrisa se estira por su asqueroso rostro mientras sostenía con fuerza a la pequeña figura delante de él.

-¡Suéltame! – gritaba ella forcejeando pero su silencio fue peor.

Si no actuaba rápido los que estaban en el suelo se levantarían y lo atacarían pero tampoco podía dejar que le hicieran daño a ella, la necesitaba sana para venderla, mi mandíbula se tensó al ver el cuchillo que amenazaba su vida. Puro truco para que me rindiera y así llevarse el botín para ellos solos.

El ruido de metal acercarse me saco de mis pensamientos, logrando esquivarlo por poco, recibiendo un corte en mi hombro retrocedí llevando mi mano a la herida, apenas un hilo de sangre salía, eso era bueno. Me agache justo a tiempo ates de que me cortaran por la mitad, saltando le proporcione una patada en el estómago, sacándole todo el aire de los pulmones. La espada cayó y antes de que pudieran venir los dos hombres que corrían en mi dirección, salte y estos chocaron cayendo uno encima del otro, y aterrice sobre ellos. 

-¡Señorita cierre los ojos! – grite y ella lo hizo.

Antes de que aquel sujeto soltara una tontería más, lance una más de mis cuchillas en un movimiento rápido acertando en su ojo derecho, un grito de horror combinado con el mismísimo dolor broto de su garganta, soltando el cuchillo que estaba usando para amenazarla. Antes de que cayera por un empujón ante el hombre aturdido, la atrape, y la arrastre lejos. Mis pies empezaron a correr mientras la sujetaba de la muñeca.

La brisa chocaba en mi rostro, oía los jadeos agotados de ella, pero no podíamos detenernos. Cuando pasamos unos buenos minutos solo corriendo, poco a poco desciendo la velocidad hasta que lo uno que se escucha es su respiración agitada, volteo a verla y me extraño que no se quejara en ningún momento.

-¿Se encentra bien?

Movió su cabeza en negación, una capa suave de sudor caía por su frente, aunque no sabía si fue por casi ser llevada por esos tontos o por la carrera que empezamos, tal vez ambas.

-Hay que buscar un lugar seguro donde dormir – dije para romper con el silencio. Espere a que dijese algo pero no lo hizo. A lo mejor esto le afectaba más de lo que creí.

Después de un rato caminado encontramos lo que parecía ser un invernadero abandonado, estaba en más condiciones pues la mitad estaba destruido, aun tenia plantas en macetas y la naturaleza parecía a verlo arrobado como parte del bosque. 

Me deslice por la pared asta sentarme en el frío piso, instintivamente lleve mi mano a mi hombro derecho, podía sentir el ardor del corte. Mañana seguro estaría mejor. 

-¿Estas herido?

Su voz parecía un hilo que apenas se hubiera oído de no ser que estábamos en silencio. 

-No es nada – murmuro y miro a la chica de cabello rojo.

-Déjame curarte  - su tono cambio drásticamente a uno más fuerte y sus ojos mostraban una gran determinación.

Moviéndose rebusco en los rincones, arranco algunas hojas de las plantas que aun sobrevivían en lo que quedaba de este lugar, en su antebrazo descansaba un extenso tramo de tela y al acercarse en sus manos habían dos piedras.

-¿Qué haces? – no pude callar mi curiosidad.

-Medicina – respondió como si fuera obvio. 

En los días que la había estado espiando, siempre estaba con hierbas a su alrededor, y recordé que ella trabajaba como farmacéutica.  -Voy a necesitar que te desvistas.

Analice su rostro y aun en la casi penumbra de la noche distinguí un pequeño sonrojo en sus regordetes mejillas.

-No, estoy bien así yo– dije tratando de aliviar el ambiente pero me calle al ver que ponía los ojos en blanco – Okey, okey – me saque el chaleco y la camiseta negra y reprimí el dolor en una forzosa sonrisa.

Vi como sus ojos verdes se agrandaban y sus dientes se apretaban, sabía la razón, pero la entendía. Desvié la mirada posándola en algún punto muerto del suelo, ella no dijo nada y solo comenzó a tratar el corte en mi hombro, al toque del aceite tuve que morderme la lengua para no quejarme. Debía de recordar que la adrenalina ya había hecho su trabajo. Después de vendarme con el trozo de tela fijo su atención en el rasguño en mi rostro.

-¿Por qué no huyo cuando pudo?

No sé porque pero no pude guardarme esa pregunta. Ella en ningún momento me miro, apartándose ya terminado su trabajo, se quedó mirando sus manos. 

-No podía dejar a una persona herida – susurro y por primera vez después de que empezó a curarme me miro a los ojos – Como un favor por salvarme.

-Pero ahora sigue secuestrada – le recordé y nuevamente volvió a apartar la mirada –Aun así, gracias señorita.

Sus brillantes ojos se cerraron y una pequeña sonrisa se formó en sus labios.













Otro capítulo (^^)
¡Shurayuki hubieras corrido más!
Qué le va hacer
Tiene un corazón muy grande
Momento Obiyuki ❤️

Espero les haya gustado
Quise regalar este capítulo por mi cumpleaños. Así que disfruten.

Nos vemos mis lectores <3

Tú Me Salvaste© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora