Capítulo 20: Insomnio

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Pov. Shirayuki 

Suspiro con cansancio pero sigo caminando, me dolían los pies, aunque dudaba que mi dolor se comparara con el del señor Harada. Por lo menos hoy no había pisado sus pies tantas veces. 

Me aproximo a la escalera y subir a mi habitación pero las voces de unas doncellas me retraso y me congele al ver a la princesa Violette. Ella dio un salto, deslizándose por el barandal de la escalera, dejando atrás a tres mucamas. Su cabello se novia libremente, de su sonrisa desprendía chispas alegres, y al terminar su camino. Aterrizo sin problemas. Su mirada se cruzó con la mía y antes que piedra decir algo. Me tomo de la muñeca y me empezó a arrastrar, alejándonos, corríamos por los pasillos.

No podía articular palabras alguna, la seguía tratando de no caerme, ella era rápida. Disminuí la velocidad una vez ella hizo lo mismo, mi respiración estaba agitada, me tome un momento para recuperarme. 

-Eso fue divertido – dijo liberando su agarre en mí. Voltea para mirarme y me quedo tiesa al ver su sonrisa – Perdona por haberte arrastrado.

-No, está bien – retrocedo un paso y hago una reverencia al recordar que ella era de la realeza – Princesa. 

-No tienes que hacer eso.

Levanto la mirada y me quedo viéndola, su sonrisa se había borrado, creí que me sentiría incomoda o nerviosa cuando llegase este momento pero de alguna forma se sentía familiar. 

Abro los ojos con sorpresa, no tría un vestido como los que le había visto usar, sino más bien uno sencillo. La falda color crema no llegaba del todo a sus, las mangas colgaban ligeramente en sus hombros dejándolos al descubierto, detalles florales decoraban la cintura y el escote del vestido.  

Ella era hermosa.

Me tense cuando sus ojos celestes se posan en mí. 

-P-Perdone, ya me retiro.

Doy un paso hacia atrás pero me detuvo su voz.

-Quédate, por favor – giro a verla y noto un rastro de súplica rodeaba sus palabras – Si gustas.

Podía irme y dejar pasar este encuentro pero yo no huía. Ya no.

Me pongo a su lado respetando la distancia para no incomodarla y sonrió. No tenía por qué huir de ella, Zen no me pertenecía, y la princesa Violette no me había hecho nada.

-¿Qué le ha parecido los alrededores princesa?

-Es hermoso, todo aquí lo es – una sonrisa se dibujó en su rostro pero su mirada se desvió a la vista a través de la ventana – Mi lugar favorito son los jardines. 

-Podemos ir ahora, si quiere princesa – digo para animarla. Aun percibía tristeza en sus ojos.

-Me encantaría – dice y vuelve a mirarme -¿Cómo te llamas?

-Shirayuki.

-¿Me aria el honor de acompañarme señorita?

Mi estómago pareció dar un brinco al escuchar aquel sobrenombre, el mismo que usaba Obi, como se sentía su ausencia. 

Asentí ante su petición. Caminamos juntas por el pasillo que nos guiaba a los corredores que daban a los espacios verdes. Por lo que me había contado se notaba que extrañaba su hogar. 

El cielo permanecía claro, sin una sola nube en él, la brisa que siempre provenía del este movía las hojas de los árboles y sentía que en cualquier momento de entre ellos saldría Obi. Pero él aun no llegaba. 

-¿Sucede algo Shirayuki-san?

Doy un pequeño salto debajo de mis pies, había olvidado que tenía compañía, separe la vista del árbol para volver a la princesa.

Tú Me Salvaste© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora