Capítulo 7: De Buen Corazón

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El sol brillaba en el cielo claro, libre de nubes, bajo la plena sombra de las hojas de los arboles dos viajeros caminaban sin separarse uno de otro. Shirayuki miraba a veces al moreno delante de ella, desde que habían salido del pueblo no le había dirigido la palabra, y comenzaba a inquietarle el silencio.

-Descansemos aquí – ordeno al detenerse y ella se puso a su lado.

Un arroyo se deslizaba a unos pasos de donde estaban, con alegría la pelirroja se acercó y se sacó las botas para relajar sus pies en el agua fría, soltó un suspiro agotador. 

Su mente comenzó a divagar a donde podrían estar yendo, ella no era una exploradora pero sabía que estaban muy lejos de Clarin, y tampoco estaban en Tambarum. ¿Qué lugar era este?

Saliendo del agua paseo por la fresca yerba bajo sus pies y se detuvo al ver por rabillo del ojos un destello rojo. Corrió un poco más lejos de donde estaba su secuestrador, ignoro cuando él le advirtió, y se arrodillo ante las flores que crecían. Con sus manos examino con delicadeza los pétalos rojos.

-No sabía que crecía por aquí – murmuro y una sonrisa se le formo – Seguro a Ryu le gustaría saber.

-¿Quién?

Shirayuki salto a un lado, asustada, parpadeo incrédula al ver a Obi arrodillado cerca de ella.

-Eto – desvía la mirada a la flor acomodándose – Pues un amigo mío, le gusta mucho esta flor, y me sorprendió verla.

-Ya veo – asiente y mira la bella flor – Es bonita, es roja y verde, como usted señorita.

Un suave rubor se tiñeo en las regordetas mejillas de la joven. Obi la miro y sonrío, la primera sonrisa que dejaba ver en el día, lo que tranquilizo a la herbolaria.

Dejando la flor, Obi se encargó de hacer una pequeña fogata con unas ramas y hojas secas, Shirayuki lo observaba. Parecía saber bien lo que hacía. Además ella solo había acampado una vez, junto a Zen, Kiki y Mitsuhide. Como los extrañaba.

El asesino se levantó tan rápido como llego y sacando su cuchillo, se acercó al arroyo y como un gato sigilosamente espero a su presa, el agua rebotó cuando saco un pescado que aleteaba. Con unas ramas los clavo y los acerco al fuego. 

-¿No está acostumbrada a acampar señorita? – hablo después de un rato estar en silencio y le entrego su pescado.

-En realidad es mi segunda vez – acepta el pescado y sigue cocinándolo ella –Fue después de – se calló y rápidamente continuo – después de conocer a unos amigos.

Las cejas del moreno se juntaron, entrecerrando los ojos, sabía que había algo que no le estaba contando pero no era nadie él para obligarla a decirle.

-¿Quién era el chico del de la flor? – pregunto recordando.

-¿Ryu? – sonríe al pensar en el niño – Es mi amigo y también mi maestro, es un niño muy inteligente, me gusta aprender de él y de su pasión por la medicina.

Las palabras de la chica estaban rellenadas con cariño y a la vez una pizca de tristeza. Pues bien el asesino sabía el porqué, ella extrañaba al niño, extrañaba su vida como herborista de la corte. 

-Sabe, me la dejo fácil cuando fue al bosque aquel día, pero dígame – muerde la carne del pescado y mastica saboreando la tierna carne. Traga y la mira interrogante - ¿Por qué estaba sola en el bosque?

Obi noto como se removía incomoda en el piso. Había tocado un tema delicado al parecer. Shirayuki se cuestionaba, ella no podía sentir curiosidad por el pasado de su secuestrador, ¿pero él si podía preguntar por el de ella?

Tú Me Salvaste© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora