Capítulo 17: Situación Inquietante

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Pov. Obi

No quería abrir los ojos pero la luz del sol me estaba molestando, resignada los abro y preferí no haberlo hecho, seguía en el cuarto de la damita. Ella dormía más tranquila, después de a ver llorado tanto debía de tener hambre al despertar, con esfuerzo me pongo de pie ya que el piso no había sido amable conmigo. Era más cómodo un árbol.

Me dispongo a salir procurando no hacer mucho ruido para dejarla descansar más. Cerré la puerta una vez estuve a fuera. Aun no era hora de que fuera a trabajar pero primero necesitaría comer algo.

Saludo a unas doncellas mientras iba a la cocina, aún era temprano pero el castillo parecía estar despertando, empuje las grandes puertas de la cocina y me dirigí a uno de los chef.

-Buenos días - salude educado a uno de los chefs - ¿podría hacer un desayuno completo?

-Por supuesto, lo que guste - afirmo el hombre con una sonrisa marcada - Enseguida se lo traigo Obi-dono.

Asentí en forma de agradecimiento y me puse a ver lo que hacía la gente en este lugar. A pesar de la hora la cocina siempre poseía comida al alcance del gusto de la familia real.

No tuve que esperar mucho cuando el mismo hombre regreso con una bandeja, en el plato había pan con rebanadas de queso junto a un cubierto, un recipiente con arándanos frescos, un vaso con jugo de naranja que llevaba a su vez una pequeña jarra con té y una taza incluida.

-Muchas gracias - recibí la bandeja y me dirigí a la salida. Con suerte la señorita ya habría de a ver despertado.

Los pasos que doy son extensos, tenía prisa, no quería dejar a mi señorita sola mucho tiempo. No podía columpiarme por los arboles ya que llevaba la bandeja, por lo que solo caminaba con prisa y disminuí la velocidad una vez estaba cerca, apoyando el peso de la bandeja de plata en una mano, con la otra abrí la puerta y poder entrar, cerré y giro a ver como seguía. Para mi sorpresa se estaba incorporando en la cama.

-Buenos días, damita, le traje el desayuno - me acerque despacio para no asustarla y acomode el desayuno en sus piernas. La mire y ese nudo en el estómago volvió al encontrar el brillo de sus ojos apagados.

-Huh, gracias - una suave sonrisa se le formo pero no llegaba a sus ojos. Sus manos parecían temblar levemente mientras colocaba una rebanada de queso a un pan. Su rostro ya no vibraba de alegría, su suave piel ya no poseía su color natural, realmente le había afectado la confesión del maestro sobre su compromiso.

-¿Tienes hambre Obi?

Iba a decir algo cuando mi estómago hablo por mí, un poco avergonzado desvió la mirada, eso me recordaba que no había cenado tampoco nada ayer.

-¿Quieres desayunar conmigo, Obi?

-Pero se lo traje para usted, además puedo comer algo después.

Un pedazo de queso apareció cerca de mi rostro y me aleje unos centímetros antes que chocara en mi cara. La mire un poco nervioso pero ella parecía insistente. Tomo el tenedor y me llevo el pedazo a la boca, era cremoso y delicioso, mi estómago me pedía más.

Pidiendo permiso tome tres arándanos y los probé juntos, era delicioso, y al parecer lo había dicho en voz alta cuando la risa de mi ama rompió el silencio. No era como las otras veces, carecía de alegría pero aun fluía en ella, una pequeña sonrisa se quedó.

-¿Sabías que los arándanos no solo son comestibles?, tienen propiedades medicinales también, y no solo su fruto sino también sus hojas.

-Sabe mucho, señorita - me llevo otro fruto a la boca.

Tú Me Salvaste© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora