Capítulo 24: Paseo Real

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Pov. Narrador 

En el horizonte se asomaba la luz del sol iluminando las tierras de Tambaru y su exterior. El sonido en el palacio comenzaba a escucharse avisando que todos empezaban a despertar, en una habitación, un joven yacía recostado tan solo en la cómoda cama, tapando sus ojos con su antebrazo. Había despertado desde antes del amanecer. 

Liberando un suspiro, aparto el brazo y vio el techo sumamente alto, pero en su mente se repetía aquel momento donde pudo tocar la piel de su ama, la suavidad ante su piel tersa y astillada por las diferentes batallas que tuvo que librar. Aun así ella se había aferró a él.

Dando vuelta en la cama, quedando de costado, observo la mano con la que la había atrapado. Una cálida sonrisa se deslizo por sus labios y la miel derramaba en sus ojos para luego apretar su mano en puño y fruncir el ceño.

No debía de sentir nada más que devoción y lealtad a su ama.

Quien lo salvo.

De un salto se levantó de la cama y se apresuró a vestirse. El desayuno pronto se llevaría a cabo.

En la habitación contigua, una joven ya había despertado hacia unos minutos, permanecía sentada en la cama observando con cariño el profe que yacía en sus manos. Le levanto y acerco al espejo de su tocador, colocando el objeto en su cabello, una sonrisa se formó en su rostro. Siempre que lo llevaba sentía con ella.

Inconscientemente su vista se desvió hacia la puerta que conectaba a la otra habitación con la suya. Preguntándose si debía tocar y despertar a su amigo.

El suave llamado a la puerta la saco de sus pensamientos y se acercó para abrir y encontrar a una mucama con dos chicas más detrás de ella.

-Disculpe señorita Shirayuki – hablo la joven – El desayuno se sirvira en el balcón del lado este, su alteza Raji la espera, nosotras nos encargaremos de atender su cuarto y el de su escolta.

-Eh, muchas gracias – a pesar de sus amables intenciones, la herborista no se acostumbraba que otras personas hicieras las cosas por ella.

Salió del cuarto para dejar a la demás mucamas trabajar cómodamente. A pesar de estar aun en el pasillo, podía escuchar las voces de las tres mujeres que habían entrado, y no fue de su agrado como su estómago se removió al creer a ver escuchado el nombre de Obi de una forma no decente.

-¿A quiénes espiamos señorita?

Shirayuki dio un salto levando sus manos a la boca para evitar que el grito escapase y alarmara a los guardias sin razón. Su cuerpo se relajó al ver que solo era su travieso amigo.

-Obi, eres tú – dijo llevando una mano a su corazón y dejaba salir un suspiro.

-Pensé que ya había despertado y fui a verla pero unas amables doncellas me dijeron que ya había salido, señorita se supone que debo estar a su lado siempre, no escape de mí.

Aunque lo decía en broma, la pelirroja puso los ojos en blanco, si bien ella no estaba escapando de él. Él era quien se escapaba de ella en ocasiones. Cuando iba a decir algo en su defensa, Obi fue más rápido.

-El desayuno aguarda – se lleva una mano a su pecho inclinándose – La escoltare ama.

-No tienes que llamarme así – le había gustado escuchar que la llamara por su nombre. Era la primera vez que lo había escuchado de él – Bien, vamos, no hagamos esperar al príncipe Raji.

A pesar de que el camino hacia donde sería el desayuno, era tranquilo, tanto el pelinegro como la joven de cabello rojo. Se percataron del bullicio entre los sirvientes y demás personal, como gente que se encargaba del bien del reino, y en todos se mostraba el nombre del primer príncipe de Tambaru.

Tú Me Salvaste© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora