Capítulo 18: Menta, Yerva, Y Pino

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Pov. Shirayuki 

Podía sentir la luz del sol en mi rostro, llevo una mano para tapar un poco la claridad pero siendo algo enredado en mi mano, abrió un poco los ojos y veo algo verde. Me siento de golpe, una manta reposaba tapando mi cuerpo, ahora entendía porque se sentía cálida. Acaricio la tela de la bufanda entre mis dedos. 

¿Obi estuvo aquí? ¿Cómo podría a ver entrado?

Sonrió ante la tonta pregunta que me hago, se trataba de Obi, él podía entrar en cualquier lugar y ni cuenta uno se podría dar. 

Unos golpes suaves me sacaron de mis pensamientos.

-Enseguida voy.

Hago a un lado la manta y brinco de la gran cama, de repente la fresca ausencia de calor me invada, sostengo la bufanda y la envuelvo con cuidado en mi cuello. Un aroma a menta, yerba, y corteza de pino me invade. Sonrió sin poder evitarlo y doy un saltito al escuchar otra vez el toque de la puerta y la voz de unas mujeres.

Me pongo las botas que me había quitado para dormir y camine de prisa a la puerta, la abrí deciandole buenos días, las mucamas me sonrieron y entraron susurrando un permiso. Cerré la puerta y me quede viendo las cosas que traen consigo.

-Su ropa nueva señorita Shirayuki – dijo la chica que parecía ser un poco más mayor que las otras dos doncellas – también con zapatos y accesorios.

-¿Eh?, perdones, pero no creo…

-Su alteza Izana nos pidió que la entregáramos y que le avisáramos que su instructor de baile la espera en el salón de las flores – dijo con voz amable la donceña joven.

Era un lindo gesto pero era demasiado, yo tenía lindo vestidos que podrían ir con el evento pero si el príncipe Izana se había encargado, regresar este regalo lo tomaría mal.

-Nosotras nos encargaremos de prepararla.

-Muchas gracias – digo haciendo una reverencia.

Fui al baño para relajar mi cuerpo, me di un tiempo para pensar, sobre la visita a Tambaru y el compromiso. Lo que había pasado ya paso, Zen merecía ser feliz con alguien a su lado, y aunque me dolía, era lo mejor. Salí de la bañera lista para empezar mi entrenamiento y no tratar de avergonzar a Clarins en ese baile. 

Elegí un vestido negro con mangas blancas, la falda no llegaba del todo al piso, lo que me hacía más fácil moverme. Los zapatos eran oscuros pero cómodos y como mi cabello no había crecido mucho, apenas unos centímetros, solo lo ate en una pequeña coleta. 

Las puertas se abrieron para mí y una linda melodía viajaba dentro del salón. Busque con la mirada al instructor y me sorprendió encontrarlo bailando solo.

-Leidy Shirayuki – la voz del hombre era apacible y so sonrisa parecía mostrar que amaba bailar – Bienvenida, mi nombre es Satoru Harada.

Hice una corta reverencia – Es un gusto conocerlo.

-Permítame – me extiende su mano, invitándome, y yo la tomo un poco dudosa – recuerde, un paso adelante, otro a la derecha y punta, y un paso hacia atrás, giro, y volvemos.

Asentí nerviosa y coloque mi mano en su hombro y sujeto bien la suya. Una mano se posa en mi cintura y tomo una leve inhalación para calmar mis nervios. Empezamos a movernos, fijo los pasos en mi mente, al doblar a la derecha doy un hacia adelante pisándole un pie. Él hace una mueca y siento como me come la vergüenza.

-No se preocupe, no pasa nada – agita su cabeza negando que lo hubiera pisado – Deje que la música la guíe. 

Un paso, dos pasos, y pisotón. Cada vuelta un pisotón y mi pena por el hombre aumenta. No había bailado antes así. El señor Harada me hizo una seña para parar y descansar. Pero seguí practicando sola, debía esforzarme, solo tenía tres días para aprender la etiqueta que se usaba en un baile. El llamado de la puerta junto al abrirce me distrajo y volteo a ver. Una sonrisa baila en mí al ver a Ryu junto a la puerta. Me aproximo a donde esta él.

Tú Me Salvaste© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora