Capítulo 30: Preocupación

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Pov. Shirayuki 

Respire el aire fresco del medio día, por fin había vuelto, el cielo mostraba que sería un buen día hoy. El carruaje nos había dejado hacia nos minutos y ya estaba lista para empezar a trabajar. 

Acomode el uniforme una vez más y salí por la puerta. 

Obi había ido a dar su reporte con Zen pero a decir verdad me ponía nerviosa. Porque debería de cortarle lo que había sucedido en Tambaru y no quería que por mi culpa Obi fuese reprendido. A lo mejor podría ir y decirle lo que pensaba a Zen y él no se enojaría.

Tome una profunda respiración para calmar mi ansiedad.

Entre a la oficina de la jefa herborista y sonreí al ver a todos reunidos como todos los días.

-Regrese.

-Bienvenida – dijeron todos a la vez. 

Me sentí muy feliz al saber que Higata había conseguido aprobar y convertirse en herborista de la corte oficialmente. Como me esperaba la jefa me dejo la mitad de mi trabajo para hoy y continuara mañana, Ryu estaba leyendo un libro de antídotos para los diferentes venenos que se conocían. Lo que le pedí que me enseñara ya que sabía muy como de lo que conocía de esa rama de la medicina y él acepto en ayudarme. 

El sonido de una campanita aviso de un paciente había llegado. 

-Ryu.

-Puedes atenderlo.

Era la primera vez que el me dejaba un paciente a mi cargo, asentí con anerguia, para que supiera que podía confiar en mí. Me acerque y sorprendió encontrar a una mujer con un bebe en brazos.

-¿Que necesita? – pregunte amablemente acercándome.

-Mi niña, no ha querido comer desde ayer, ¿puede ayudarme?

-Por supuesto, adelante – le indique que me siguiera a la oficina.

Le pedí que se sentara en el taburete y empecé a trabajar, abrí uno de los cajones donde guardábamos el tomillo, me encargaría de hacer un té pero como seria amargo la bebe no lo querría. Pero tenía solución, me deslice hasta la puerta. -

Higata – lo llamo al verlo en el pasillo – ¿Podrías traerme un pote pequeño de miel?

-Claro, Shirayuki Volví con la mujer que trataba de calmar a su hija.

Seguí preparando la medicina, le agradecí a Higata cando tajo la miel y mezcle una cucharadita con el té de tomillo. Las propiedades medicinales seguirían y el azúcar de la miel ayudaría a darle gusto. 

-Ya, ya, mi niña – mecía la madre a la pequeña que empezaba a llorar. Necesitaba que se calmara para poder darle la medicina.

Vertí el té en el biberón y me acerque para darle pero ella me esquivaba, moviendo la cabeza, no podía calmarla y tampoco su madre. Pero entonces la niña empezó a reír, confundida gire a ver por la ventana pero no había nada. Sus manitos se extendían hacia mí y con el permiso de la señora, cargue en mis brazos a la niña. 

Era muy bella, le di el biberón y lo acepto, seguí así hasta que se tomó la última gota. Aparte el embase y le di una suaves palmadas en la espalda hasta que soltó el gas. 

-Mucho mejor, ¿no? – toque la pequeña nariz y de sus finos labios broto una adorable risa – Le mandare el lote de la medicina, una vez por dos días – le entregue la bebe que se mostraba feliz de estar con su madre.

-Muchísimas gracias.

-Cuídense las dos – moví mi mano despidiéndome y ella broto en risas. Despedí a la madre y regrese a guardar las cosas que había utilizado. Escuche el ágil sonido del viento en la venta y gire a verlo.

Tú Me Salvaste© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora